Las calles estrechas y los aires señoriales de Ciutadella, plagada de edificios históricos, palacios, palacetes y casonas recuerdan la grandeza que esta ciudad vivió en el pasado. Y es que, antes de la llegada de los ingleses a Menorca en 1714, la capital de la isla era Ciutadella. De hecho, ellos fueron los que decidieron cambiar la capitalidad de la isla a Mahón.
Hoy día, Ciutadella sigue siendo el centro neurálgico de la isla hasta el punto de que su sede eclesiástica y del obispado sigue estando allí, en junto a la Catedral de Menorca. Además, esta ciudad es la que más habitantes tiene de toda la isla, con un total de 29.000. Sin embargo, a pesar de que la capital es Mahón, arquitectónica, cultural y gastronómicamente, Ciutadella no tiene nada que envidiarla.
Catedral de Menorca
En un paseo por su casco histórico, prácticamente al completo peatonal, se puede atisbar la Catedral de Ciutadella, la iglesia más relevante de Menorca. Un templo gótico construido entre los siglos XIII y XIV sobre la antigua mezquita. Esta construcción de una sola nave y dedicada a Santa María de Ciutadella, a pesar de haber sufrido numerosos saqueos, derrumbes e incendios, ha llegado prácticamente intacta hasta nuestros días y convierte el centro de la ciudad en uno de los espacios más bellos de la isla.
Castillo de San Nicolás
Bordeando el puerto de Ciutadella por el Camí de Baix, se accede al Castillo de San Nicolás, una pequeña fortificación con una bella torre defensiva construida en el siglo XVII. Antaño, en su interior se almacenaba, además de pólvora, víveres. Dos elementos fundamentales para protegerse y sobrevivir en caso de que los piratas y los bárbaros acechasen la isla.
Esta construcción de planta octogonal, que se ve desde el puerto y que merece una visita si se recorre la isla, se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad y su santo, San Nicolás, en patrón de los marineros.
Molino des Compte
En paseo por una de las avenidas más importantes de la ciudad, la Avenida de la Constitución, se ubica un curioso molino datado del año 1778 que atiende a el nombre de Molino des Compte. Este antiguo molino, que permaneció activo hasta principios del siglo XX, tenía como fin almacenar trigo y demás cereales para abastecer a su población. Tras caer en desuso, su interior ha albergado desde una escuela de arte hasta galerías comerciales, siendo en la actualidad un conocido restaurante perfecto para probar algunas de las especialidades más tradicionales de la isla.
Iglesia de Nostra Senyora del Roser
Ahora convertida en espacio expositivo, la Iglesia de Nostra Senyora del Roser (Nuestra Señora de la Rosa en castellano) es una construcción que data de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Su fachada, de pinceladas barrocas por su gran decoración, es una de las partes más imponentes del templo, junto con su torre campanario del siglo XIX, que la convierten en uno de los ejemplares más interesantes del periodo barroco menorquín.
El puerto de Ciudadella
Podría decirse que uno de los puertos más bonitos del Mediterráneo es el puerto de Ciutadella, en el que se junta su parte más pesquera y comercial con la deportiva. Pero no solo eso, porque la parte del puerto es también una de las zonas gastronómicas más conocidas de la ciudad y, por supuesto, una de las áreas con más marcha de la isla porque entre sus pantalanes y sus restaurantes siempre hay ambiente.
Su acceso, por una escalinata que desciende hasta el puerto, es especialmente conocido por el mercadillo que tiene lugar las noches de verano. Allí cada tarde y noche, se exponen diferentes tenderetes de artesanía, joyas, calzado y ropa, que atraen a todos tipo de visitantes.