Los ciudadanos de la Unión Europea (UE) gastaron el año pasado 24.000 millones de euros en drogas ilegales, lo que convierte este mercado en una de las actividades más lucrativas de los grupos de delincuencia organizada. De hecho, las drogas constituyen un gran negocio que representa una quinta parte de los beneficios procedentes de las actividades delictivas mundiales, según el último informe sobre los mercados de drogas en la UE correspondiente a 2016, elaborado por el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías y Europol.
Nuestro país no es una excepción. De hecho, es el principal consumidor de cocaína de Europa (el 2% de la población entre 15 y 64 años la ha consumido en el último año y el 10% en algún momento de su vida, según el Observatorio Español de las Drogas) y uno de los principales puntos de entrada en el continente. “Somos los mayores consumidores de cocaína de Europa, pero ya no somos la única puerta de entrada. Antes llegaba a nuestro país en barcos que cruzaban el Atlántico desde Colombia y ahora el 90% de la cocaína que entra en Europa lo hace en contenedores que llegan a los puertos de Algeciras, Valencia y Vigo, pero también a los de Rotterdam (Holanda), Amberes (Bélgica) y Hamburgo (Alemania)”, dice un responsable de la Brigada Central de Estupefacientes de la Policía-.
Pero si España es una de las puertas de entrada de la cocaína para su distribución por toda Europa, no es menos cierto que somos también el principal muro de contención, como demuestra el hecho de que el 42% de las incautaciones de esta droga en todo el continente se lleven a cabo en nuestro país. Concretamente 21.621 kilos en 2015, frente a los 9.000 kilos intervenidos en Bélgica, que es el segundo país, los 8.500 en Holanda y los 3.800 en Italia. A nivel mundial ocupamos el noveno lugar, una posición nada desdeñable si tenemos en cuenta que a la cabeza está el principal productor, Colombia, y en segundo lugar el principal consumidor, Estados Unidos.
Este fenómeno se explica, al menos en parte, por el coste que tiene introducir un kilo de cocaína en nuestro país en relación con el que tiene otros países de nuestro entorno. Así, si un kilo en origen cuesta 1.200 euros en Perú, 2.200 en Colombia y 2.500 en Bolivia, los tres productores de esta droga, cuando llega a nuestro país eleva su precio hasta los 35.000 euros, que en caso de Inglaterra se eleva hasta los 50.000 y en el remoto destino que es Australia incrementa su valor hasta los 100.000 euros. Otra cosa es la venta al menudeo, que mantiene su precio estable “La cocaína es la única droga que no ha variado de precio en diez años –dice un agente antidroga de la Guardia Civil-. Si el gramo costaba antes 10.000 pesetas ahora cuesta 60 euros, y la dosis 20. El gramo suele tener una pureza del 40%, y la dosis de un 30%”.
Otra diferencia sustancial registrada durante los últimos años es la sustitución de los grandes cárteles colombianos, muchos de cuyos capos están en prisión, por otras organizaciones más pequeñas pero igual de potentes. “Estas organizaciones han abierto ‘oficinas’ en nuestro país que funcionan como delegaciones y se encargan de la introducción y distribución. Incluso los antiguos cárteles gallegos de la droga son ahora meros transportistas. Recogen la droga en alta mar y a cambio de su trabajo se quedan con una parte del alijo”, dice un responsable policial.
El informe del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías y Europol afirma que la cocaína es el estimulante ilegal más consumido en Europa, con un mercado minorista valorado como mínimo en 5.700 millones de euros. “La mayor parte del consumo tiene lugar en el sur y el oeste de Europa y se ha mantenido bastante estable durante los últimos años, aunque existen indicios de un aumento de la disponibilidad –dice el informe-. El cultivo de la cocaína parece estar aumentando tras un periodo de declive, pero no se sabe a ciencia cierta cuánta cocaína se produce ni dónde”. Las fuentes policiales consultadas aseguran que “la hoja de coca se produce fundamentalmente en Perú o Ecuador, pero los laboratorios de transformación se encuentran en la selva colombiana, en la frontera con Venezuela. Luego, aunque el origen sea Colombia, la droga sale por Ecuador, Brasil, Argentina y Panamá”.
Buena parte de ella lo hace en contenedores que llegan a los principales puertos españoles y europeos, que son difíciles de detectar y pueden transportar mayores cantidades de droga. “Si en Algeciras entran cada año entre uno y dos millones de contenedores, solo podemos revisar entre el 1 y el 3%, que elegimos tras hacer un análisis de riesgo previo según la procedencia, los países intermediarios y la mercancía que declaran”, dice un mando antidroga de la Benemérita.
Los métodos para introducir la droga por este sistema son tres: dentro de la carga, para lo cual es necesario ‘comprar’ a la empresa que hace el envío de la mercancía; por el sistema conocido como ‘gancho perdido’ o rip-off, en el que la empresa exportadora no sabe nada, los traficantes introducen la droga en el contenedor antes de que sea cerrado y al llegar a destino lo abren y colocan un cierre nuevo y, por último, dentro de la propia estructura del contenedor, en un doble fondo, de tal manera que cuando se descarga la mercancía y se ‘estaciona’ el contenedor los traficantes la recuperan. También los métodos de ocultación empleados evolucionan sin cesar, como su incorporación en materiales como plásticos que requieren de su posterior extracción por medios químicos.
Cannabis, la droga más consumida.
Pese a la importancia de la cocaína, la droga más consumida en España y en Europa sigue siendo el cannabis. Los cálculos de Europol cifran en 22 millones el número de adultos que lo han consumido durante el último año, un 1% de los cuales lo hace casi a diario. En el continente se calcula que representa el 38% del mercado minorista de drogas ilegales, por un valor de 9.300 millones de euros anuales. En este caso, España es el país en el que más cannabis se incauta a nivel mundial: 380.361 kilos en 2015, que suponen el 75% de todo el aprehendido en la Unión Europea. Incluso Marruecos, que es el principal productor mundial, se incauta de mucha menos droga, concretamente 221 toneladas en 2014, por 230 en Pakistán, el número 2 en el ranking.
“El hachís es la droga que más se consume en nuestro país –dicen los expertos antidroga de la Policía consultados-. Antes se consumía solo resina de hachís y algo de marihuana, pero ahora se ha incrementado mucho el consumo de esta última al haberse disparado el número de plantaciones. “Las plantaciones indoor (dentro de las casas) pueden llegar a cobijar hasta mil plantas y para su mantenimiento se necesita un consumo eléctrico cien veces superior al de una vivienda normal –dicen los expertos de la Benemérita-. Enchufan directamente de las torres eléctricas y hacen un puente para que la corriente no pase por el contador y evitar así levantar sospechas por el alto consumo”.
Al margen del pujante mercado de la marihuana, “el hachís sigue entrando por Marruecos, a través de la costa de Huelva, y hemos detectado una nueva ruta a través del Mediterráneo oriental, donde pesqueros de cien metros de eslora y hasta 20 toneladas de carga se dirigen a Egipto, Libia y Siria, países donde no hay control ni colaboración internacional –dicen las fuentes antidroga consultadas-. Se almacena en estos países y suponemos que vuelve a entrar en Europa. Tenemos además la sospecha de que una parte del dinero obtenido con estos cargamentos va a parar a la financiación de grupos yihadistas”.
‘Caballo’ y drogas sintéticas.
El mercado de la heroína es el segundo más grande de la UE, con un valor de alrededor de 6.800 millones de euros, y es el responsable de una parte importante de las muertes por consumo. El Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías señala que “tras un periodo de declive, recientemente se han observado signos de incremento”. La producción de opio sigue centrada en Afganistán, aunque su transformación en cloridrato de heroína, el producto que se consume, se lleva a cabo fundamentalmente en Turquía, desde donde se distribuye al resto de Europa. Grecia es, en este caso, el país en el que más heroína se incauta, 2.500 kilos en 2014, que contrastan con los 244 que se aprehendieron en España.
“En nuestro país han cambiado los hábitos de consumo y ahora se fuma o se inhala en lugar de inyectarse –dicen fuentes policiales-. La venta se ha alejado del centro de la ciudad, y con ello ha disminuido la percepción de su consumo, pero lo cierto es que se mantiene estable. Las redes de distribución son turcas e iraníes, aunque ahora hay también belgas y rumanos. En este caso somos un país de destino y de tránsito hacia Portugal, donde entra a través de Galicia”.
El único mercado que ha descendido en España es el de las drogas sintéticas (anfetamina, metanfetamina y MDMA o éxtasis), cuyo mercado europeo está valorado en alrededor de 1.800 millones de euros. “Aquí no hay producción de drogas sintéticas, que vienen fundamentalmente de Holanda –dice un experto antidrogas-. Tuvieron su boom con la ruta del bacalao y los veranos en Ibiza, pero ahora ha bajado mucho y quienes consumían pastillas y cocaína consumen solo esta última. Se da incluso la circunstancia de que se venden como éxtasis pastillas que no tienen ningún principio activo. Lo preocupante es que cada vez hay más drogas emergentes, las denominadas ‘nuevas sustancias psicotrópicas’ (NSP) que no están catalogadas como estupefacientes y su distribución es legal. Se obtienen cambiando una molécula de una droga ilegal para conseguir que no figuren en el Sistema de Alerta Rápida de la UE, con lo que los traficantes ganan tiempo hasta que se incorpora a los listados de drogas prohibidas. En nuestro caso hemos creado un Grupo de Drogas por Internet, que es el mercado a través del que se comercializan mayoritariamente”. En 2015 se notificaron al citado sistema 100 nuevas sustancias, lo que eleva el número total de las monitorizadas a 560, de las que 380 se han detectado en los últimos cinco años.