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Diego Fusaro: un regreso al amor y la familia

El filósofo italiano dibujó un mapa para reconquistar los vínculos frente a las disfunciones sentimentales posmodernas

  • El filósofo italiano Diego Fusaro. -

Noventa personas llenaron una sala de la planta alta del Teatro Pavón de Madrid parar escuchar durante dos horas y media a Diego Fusaro, pensador que es el azote de la izquierda caniche (la que solo aspira a ser acariciada por el sistema). Presentaba El nuevo orden erótico: un elogio del amor y la familia (El Viejo Topo), cuatrocientas páginas sobre cómo los vínculos fuertes nos hacen más felices que las relaciones de usar y tirar, típicas de la modernidad. Acusado con frecuencia de fascista y rojipardo, se aupó en Hegel, Marx y Pasolini para explicarnos la manera lamentable en que hemos perdido de vista lo que importa.

Algunas de sus reflexiones sonaron tan sencillas como desarmantes: “La izquierda identifica la familia con la opresión, la identidad con la xenofobia y el Estado con la represión. Por supuesto, una familia puede ser autoritaria, pero también es la forma de organización humana donde florece el amor. El razonamiento que despliegan es defectuoso: como pedir al médico que nos extirpe el pulmón para terminar con la pulmonía”. Su libro lleva como portada un cuadro clásico de Magritte, donde dos amantes se besan sin verse las caras, envueltas por una tela: “Fenómenos como Only Fans, Tinder y la pornografía son la extensión de la lógica capitalista a nuestras vidas cotidianas: obtener placer de los demás sin la necesidad de conocerles", denunció. El actual sistema de dominación quiere libertinos, nómadas digitales y migrantes pauperizados, individuos sin raíces a quienes mover a su antojo. 

La defensa de los límites

Más que un filósofo original, Fusaro es un gran divulgador, con un talento especial para la polémica. No entiende la filosofía como un saber sagrado que debemos preservar en una urna de mármol, sino como un escudo o una muralla para defendernos de las revoluciones que nos deshumanizan. Tiene el valor de defender posturas incómodas, fuera del consenso sistémico, entre ellas el rechazo al matrimonio entre personas del mismo sexo. “Un gobierno autoritario tiene dos formas de destruir una institución: decir ‘queda prohibida la familia’ o bien hacerla tan inclusiva que el concepto deje de tener sentido. Lo que hace específico al matrimonio es la posibilidad de crianza de los hijos: extenderla a cualquier tipo de agrupación humana lo desvirtúa”. Recordemos que nuestro gobierno acaba de regular que existen dieciséis tipos de familia, mañana pueden ser cuarenta y ocho sin problema.

Pocos días después de la charla de Fusaro, Mónica García (Más Madrid) le daba la razón haciendo un elogio del Foro de Davos

Sus opiniones sobre nuestros partidos políticos también son contundentes: “La izquierda y la derecha actual son dos camareros de los amos del sistema, uno con mandil rojo y otro con mandil azul. Ambos están peleados por servir a los multimillonarios globales de Davos. Nosotros en Italia tenemos al camarero de mandil azul, mientras vosotros tenéis aquí al del rojo, pero son prácticamente lo mismo”. Pocos días después de la charla, Mónica García (líder de Más Madrid) tuvo el detalle de confirmar este argumento con un vídeo donde elogiaba el Foro de Davos por su madurez política y su orientación progresista. Con tono de buena encíclica, tipo Quadragesimo anno de Pío XI, el libro de Fusaro nos recuerda lo perdidos que estamos en el supermercado de colorines de la sociedad de consumo, que nos sigue contagiando muchas de sus neurosis.

¿El mensaje principal de la charla? “El capitalismo tiene una lógica interna que le lleva a destruir cualquier límite que le pongan por delante. Lo estamos viendo con la nueva cultura trans. También busca enfrentarnos en pequeñas contradicciones para que no veamos la contradicción principal. El sistema enfrenta a hombres contra mujeres, a negros contra blancos, a gays contra heterosexuales, ocultando que la contradicción central es la de explotadores y explotados, algo que la izquierda ya no afronta casi nunca”. La farsa que denuncia Fusaro puede verse claramente en la nueva cultura woke, que señala cualquier discriminación menos el clasismo. Las clerecías progres de España (desde Pedro Vallín para abajo) han intentado expulsar a Fusaro del debate público llamándole fascista, pero sus tesis suenan cada vez más relevantes a un mayor número de personas.

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