En plena era del movimiento Me Too, multitud de famosas han narrado los abusos que sufrieron por parte de hombres de su entorno. El fenómeno mundial arrancó en Estados Unidos y ha llevado a prisión a Harvey Weinstein, el todo poderoso productor cinematográfico, y ha puesto contra las cuerdas a Brett Kavanaugh, el juez al que Donald Trump ha ascendido al Tribunal Supremo estadounidense.
En España no han proliferado los casos mediáticos, aunque las manifestaciones en las calles han sido multitudinarias, sobre todo empujadas por el caso de 'La Manada'. Pero hubo una cantante que puso en alerta a la opinión pública a finales de la década de los 70. Marisol, la niña prodigio que encandilaba a través de la pantalla del televisor, contó al periodista de Interviú José Luis Morales, y que ha rescatado Vanity Fair, las situaciones a las que se tuvo que enfrentar con empresarios y fotógrafos.
Marisol cuenta que un fotógrafo "se puso a desnudarme, a meterme mano por todo el cuerpo y a preguntarme si ya me había hecho mujer"
“En uno de aquellos días que estaba yo en el estudio, el fotógrafo se puso a desnudarme, a meterme mano por todo el cuerpo y a preguntarme si ya me había hecho mujer.", relató entonces Marisol. La artista denuncia que querían vender de ella la imagen de niña modelo, de buenecita, pero que cuando llegó a la capital ya había visto de todo.
Palizas en los viajes
Cuando empezó a viajar dentro de sus giras artísticas, tuvo que dormir en la misma cama que la querida del empresario que la contrató por primera vez: "Me daba unas palizas de muerte, pero con saña y mala sangre. Me tenía ojeriza, y no sé por qué todavía. En Lérida me dio tal paliza que me dejó el cuerpo como el de un nazareno. El empresario me invitó a comer en Gerona y me dijo que me levantara el vestido. Cuando me vio mandó a llamar a mi padre inmediatamente y me mandó para Málaga. Figúrate tú cómo tenía que estar yo que, cuando llegamos al corralón, mi abuela al verme se desmayó en la hamaca".
En la misma serie de entrevistas, concedidas entre agosto y septiembre de 1979, Marisol narró que tuvo que soportar que en esa misma cama, y mientras ella yacía, el empresario y su amanta, que respondía al nombre de Encarna, mantuviesen relaciones sexuales. "Cuando yo dormía con aquella tía, el empresario se acostaba con ella y hacían de todo. Así que cuando llegué a Madrid estaba ya más rascada que la estera de un baño".