A él le habría encantado. O no. La extravagancia tiene sus riesgos y en este caso, es alto. La casa de subastas Julien's abrirá el próximo 23 de septiembre una puja por una parte de las cenizas del escritor Truman Capote, quien murió en esa ciudad tal día como hoy, hace ya 32 años. Capote tenía 59 y cáncer de hígado, ese peaje que pagan los que beben para olvidar su desgracia o su genialidad. En su caso ambas coincidían en el vértice de una cornisa perfecta para dejarse caer. De momento, el precio de salida de las cenizas alcanza los 2.000 dólares. Para alguien a quien el buen gusto lo era todo, acabar como oneroso suvenir en un salón hortera o prendido al cuello de alguien más, encerrado en un colgante, sería algo así como un infierno perpetuo.
La casa de subastas Julien's abrirá el próximo 23 de septiembre una puja por una parte de las cenizas del escritor Truman Capote
A pesar del tufillo macabro del asunto, hay quienes no dudan de la pertinencia de la venta, especialmente aquellos que saldrán con los bolsillos llenos de este todo a cien. “Con algunas celebridades esto no sería de buen gusto, pero estoy 100% seguro de que a él le encantaría ", dijo al diario The Guardian Darren Julien, presidente de la casa de subastas de Julien, quien no contento con eso remató: "Amaba crear situaciones en la prensa y leer su nombre en el papel periódico. Creo que a él le encantaría saber que todavía hoy ocupa titulares". Sin duda, los ocupa, pero por su narrativa catedralicia y sus crónicas afiladas, viperinas, elegantes y en ocasiones hasta tiernas. Alguien capaz de irritar a Marlon Brando por ventilar sus intimidades durante el rodaje de Sayonara o de apresar a Marilyn Monroe en el perfil más hermoso que se haya hecho jamás de una criatura tan compleja, probablemente merezca el aburrido privilegio de descansar en paz.
Las cenizas de Capote están identificadas como el lote 517, incluido en la categoría Iconos e ídolos de Hollywood. Ocupan una pequeña caja de madera, acompañadas en la descripción con una fotografía de la caja del crematorio de WestonWood, donde se puede leer la fecha de la incineración: el 28 de agosto de 1984, tres días después de la muerte de Capote. La pregunta es: ¿cómo fueron a parar ahí? Durante años, las cenizas estuvieron guardadas en la casa de Joanne Carson, la última esposa de Johnny Carson, amigo cercano de Capote, quien acogió al escritor en su mansión de Bel-Air durante sus últimos días de enfermedad y hasta su muerte. Las cenizas se mantuvieron en la habitación donde murió el escritor. Tras el fallecimiento de Joanne Carson, los funcionarios encargados de la ejecución de la propiedad se toparon con la caja en la que permanecían guardados los restos. Después de algunas deliberaciones, decidieron subastarlas.
Durante años, las cenizas estuvieron guardadas en la casa de Joanne Carson, la última esposa de Johnny Carson, amigo cercano de Capote
En todo ese tiempo, las cenizas fueron robadas en dos ocasiones, y en ambas ocasiones consiguieron recuperarlas. A tal punto llega la anárquica sepultura de Capote que, en el año 2013, los productores de la versión de Broadway de Desayuno con diamantes pidieron las cenizas para la gala de apertura, pero Carson, temiendo otro susto, las mantuvo en Bel-Air .“Es la primera vez que se subastan cenizas humanas”; dijo Darren Julien, un tanto eufórico. SI bien es cierto no se han subastado los restos de nadie, existen algunos antecedentes en este tipo de ventas, por ejemplo en 2006 se subastó un cálculo renal que pertenecía al actor William Shatner; alguien pagó 75,000 dólares para hacerse con él. En 1977 se subastó el pene de Napoleón. John Lattimer, un urólogo estadounidense pagó 4.000 dólares por él. Pero el asunto no termina con las cenizas. Hay más. Se subastan, por ejemplo, el libro del funeral, fotografías, cartas, la ropa que llevaba Truman Capote al momento de morir, sus camisas y pantalones, unos patines para pista de hielo, sus gemelos y pulseras, un juego de equipaje… un raro mercadillo que tiene algo de saqueo y profanación a partes iguales.