Es, lo dicen todos, pertenezcan o no al mundo del arte , "la abuela del performance". Desde los años setenta hasta hoy, ha hecho con su cuerpo todo lo humanamente posible: se ha acuchillado el abdomen; permanecido setecientas horas sin decir palabra; sostenidoun arco tenso con una fleca apuntándola en su contra; oficiado perfomances en su nativa Yugoslavia o en el Amazonas, donde aprendió de los chamanes, dice ella. Es Marina Abramovic, una de las artistas conceptuales de mayor peso de los últimos 40 años y que del próximo 11 al 22 de abril interpretará su biografía escrita por Bob Wilson, Vida y muerte de Marina Abramovic, junto al cantante Antony Hegarty y el actor Willem Dafoe.
La obra aterriza en un Teatro Real en plena resaca por el montaje de C(h)oeurs, que levantó ampollas.
Vida y muerte de Marina Abramovic es una coproducción del Teatro Real y del Festival Internacional de Manchester, donde se estrenó el pasado verano. El proyecto de un triple funeral, tomó por asalto a la incombustible abramovic el día del funeral de su amiga, la escritora y crítico, Susan Sontag. “Se me ocurrió después de ir al entierro de mi amiga Susan Sontag. Su hijo organizó un funeral muy simple, íntimo, triste y solitario. Estaba llena de vida y muchos de sus amigos no pudieron despedirla. No me pareció bien, ella nunca lo habría hecho así”, revela.
El encargado de contar la vida, y las tres muertes, de Abramovic fue Bob Wilson, quien conoció a Marina Abramovic, en 1968, en Belgrado y quien trabajó para armar un hilo conductor que añadiese a la obra la visión de la muerte y de una dura infancia en Serbia cosida en drama y abusos.
Vida y muerte, se desarrolla a partir de un narrador que prácticamente no desaparece de escena (Willem Dafoe), quien ilustra una historia construida con la particular visión de la luz, el espacio y el movimiento propio de los montajes de Bob Wilson.
El papel de Antony Hegarty, junto al compositor minimalista William Basinski, fue justmente el de llevar a cabo la dirección musical de la obra. Aunque Wilson pensó seriamente en Björk para ocupar ese puesto, Abramovic prefirió el trabajo de Hegarty. Su naturaleza sobria, instrospectiva y esa voz quebradiza y sufridora, dice la propia Abramovic según sus propias declaraciones a la prensa, terminaron por cautivarla.
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Antony, como él mismo ha afirmado en sus canciones, se supone un hombre encerrado en el cuerpo de una mujer. O una niña en el cuerpo de un hombre de casi dos metros y una voz prodigiosa. Se formó en el underground de cabarés y drag queens del Manhattan de principios de los noventa. En 2005, apadrinado por Lou Reed, lanzó I’m a bird now, un álbum en el que desplegaba su emocionante talento a través de canciones pop, o folk, como prefiere llamarlo él. La banda que le acompañaba eran los Johnsons, en honor a Marsha P. Johnson, una activista transgénero a quien Antony dedicó su última actuación el pasado enero en el MoMA.
La tercera pieza del montaje la integra Willem Dafoe. El actor, estandarte de la compañía experimental The Wooster Group, ejerce aquí el papel de narrador que se transforma intermitentemente en personajes clave de la vida de Abramovic, cuya narración comieza, justamente, a partir de la imagen de un funeral donde predomina el efecto ambiental, el juego de luces y el sobrecogimiento, alusivo, al recorrido de la vida de la artista serbia.
"La vida de Abramovic y Yugoslavia tienen un fuerte peso en su obra.Su abuelo fue un patriarca de la Iglesia Ortodoxa y sus dos padres fueron partisanos en la Segunda Guerra Mundial"
La vida de Abranmovic no está en absoluto desligada de los símbolos y el peso profundo que ha tenido en ella su nativa Yugoslavia, que juega un fuerte papel en su obra. Su abuelo fue un patriarca de la Iglesia Ortodoxa Serbia. Tras su muerte, fue proclamado santo, embalsamado, y colocado en la Iglesia de San Sava en Belgrado. Sus dos padres fueron partisanos en la Segunda Guerra Mundial: su padre Vojo fue un comandante aclamado como héroe nacional después de la guerra; su madre Danica fue comandante en la armada, y a mediados de los sesenta fue Directora del Museo de la Revolución y Arte en Belgrado .
Vida y muerte de Marina Abramovic aterriza en un Teatro Real en plena resaca por el montaje de C(h)oeurs, una obra que ha levantado ampollas en un sector del teatro. Una parte de la crítica todavía considera que Gerard Mortier, director artístico de la institución, resulta demasiado visionario en momentos como estos. Aún con la polémica servida, este montaje aporta dosis de desencuentro y de expectación, entre otras cosas, por los personajes que congrega. Muchos se preguntan qué será este montaje; ¡una ópera? ¿una performance? ¿un concierto de folk? La respuesta está por verse.