El miércoles nos dejaba Georgie Dann, artista francés que se consagró como icono pop en España gracias a sus canciones sencillas, repetitivas y coreables, que sonaban pegadizas o pegajosas según sus distintos niveles de inspiración, en opinión de este cronista de Vozpópuli. Murió antes de someterse a una operación de cadera, precisamente él que tanto hizo moverlas a España. A lo largo de al menos tres décadas se convirtió en un personaje familiar para casi todos, que podía aparecer en cualquier momento cuando encendías la televisión, especialmente de junio a septiembre.
Detrás de su fama de compositor simplón, encontramos al hijo de una familia de músicos que pasó nueve años en el conservatorio y cuyo primer instrumento fue el clarinete. En general, hablamos de una persona querida y respetada en la industria, como muestran los mensajes que fueron apareciendo tras su muerte, por ejemplo este del productor pop Guille Mostaza: “Icono de la cultura popular, musicazo de jazz a escondidas, un tipo amable y educado al que una vez estreché la mano, todo el mundo que trabajó con él que he conocido sólo dice cosas buenas”, explicaba en Twitter.
Otras voces como Eduardo Bravo, periodista de Vanity Fair, recordaban que Dann no siempre fue tratado de forma justa. Estrellas de televisión como José María Iñigo le dedicaron valoraciones como estas: "Es de esperar que el señor Dann, especialista en el oficio de vender coplas veraniegas con guarnición de gogós bien rellenas, nos sorprenda con algún tema chunda-chunda de esos que levantan a los telespectadores del tresillo, electrizados”. Como si fuera algo de lo que avergonzarse.
Gigante de las galas veraniegas de televisión
Sus grandes éxitos resuenan ahora en ‘autoreverse’ en nuestras cabezas, como un homenaje colectivo póstumo. Tenemos “El bimbó”, su momento más ligero y alegre, pero también su gran clásico “La barbacoa” o los estribillos que dedicó a un negro de hiperactiva energía sexual, clarísimo precedente del negro de WhatsApp (en una de sus canciones, “El negro no puede”, nuestro protagonista se enfrentaba a la tragedia de la disfunción eréctil). Dann también triunfó con letras de acercamiento sexual como “Cachete con cachete”, inocentes metáforas lúbricas que quedarían eclipsadas por un tifón tropical puertorriqueño de mediados de los dosmiles conocido por el nombre de reguetón.
Fue el producto perfecto para galas televisivas, campañas publicitarias de estética kitsch y bromas en la cena familiar de la segunda residencia
La situación del repertorio de Georgie Dann es ciertamente ambigua. Sus estribillos más populares son conocidos por todos, pero tampoco es que sonasen tanto en chiringuitos, discotecas y fiestas populares. Más bien era el producto perfecto para galas televisivas, campañas publicitarias de estética kitsch y bromas en la cena familiar de la segunda residencia. Si hablásemos de un artista realmente popular, hubiera tenido amplio respaldo en el circuito de conciertos, como Camela, Daddy Yankee y El Barrio. Sin embargo, pertenecía más bien a la categoría de iconos televisivos, como King África, que instentó convertirse en su sucesor sin alcanzar nunca la regularidad necesaria.
Una entrevista de 2012 con la periodista Nuria Navarro explica bien la situación. ¿Titular? “Me he ido al Caribe porque no me salen galas”. Ese año lo intentó con la canción “A viajar, a viajar”, con más pena que gloria. Allí reconocía que era un artista más reclamado por las comisiones de festejos guasonas que por el circuito regular de actuaciones. “Es la primera vez en toda mi vida que hago vacaciones en julio. Los ayuntamientos de España están mal. No tienen dinero y, si tienen un poco y hacen fiesta, los ciudadanos critican el despilfarro. ¡Ya ni fiesta hay! Así que yo estoy en Jamaica, recordando a cada paso a Bob Marley. Pero no crea que estoy mano sobre mano, ¿eh? Estoy terminando muchas canciones y perfilando un proyecto sorpresa. Como llevo conmigo el magnetofón, no hay problema”, explicaba.
Estas últimas consideraciones no deben tomarse como una afrenta a Georgie Dann o un intento de deslucir su exitosa trayectoria. Fueron muchos los que intentaron convertirse en reyes de nuestros meses veraniegos, pero él los derrotó a todos como el mejor héroe de película de serie B. Desde las discográficas más comerciales, se sacaban media docena de artistas cada final de mayo intentado convertirse en clásicos, pero muy pocos lo conseguían. ¿Recuerdan al Raúl de “Sueño su boca”? ¿Al David Civera de “Bye bye”? ¿A artistas como La Fiesta, que cultivaban los típicos dobles sentidos con estribillos como “Quiero montarme en tu velero”? Seguramente recuerden a uno o más de estos superventas, pero es probable que nuestros hijos y nietos nunca lleguen a prionunciar sus nombres, mientras Georgie Dann seguirá apareciendo etn bucle en los programas de ‘zapping’ televisivo como el rey fallecido -pero nunca destronado- de la canción catódica de nuestras vacaciones estivales.