Jueves, 23 de marzo, La Riviera llena y Pablopablo, hijo de Jorge Drexler, abriendo el apetito de los que allí se han congregado para escuchar Boicot, el último EP de Alizzz. Lo hace bien, solo y con poca cosa: sintes, una acústica y bases que suenan distorsionadas, a garaje, que es un poco lo que se lleva. Recuerda vagamente al último disco de Bon Iver —i,i—, pero mucho más arriesgado. Que apunta maneras, vaya.
Hasta las 21:30 no empiezan a sonar las primeras notas de Siempre igual y Alizzz aparece el último en el escenario. Sale eléctrico, con energía, moviéndose mucho, y ya no parará en todo el concierto; y espera al inicio de la cuarta canción para presentase porque también en esto tiene algo de rompedor, de revolucionario. Defiende sus canciones con banda —las nuevas, de Boicot, y las viejas, de Tiene que haber algo más— y suenan, lo juro, mejor que en Spotify: ha logrado de algún modo que al adaptarlas al directo transmitan todavía más. Supongo que por eso La Riviera se quedó prendida de Alizzz y todos —no exagero— salimos de allí con la sensación de haber visto cantar a un genio.
Alizzz desencadenado
Pero su genialidad no sólo radica en interpretar, ni siquiera en producir (aunque sea, como todos sabemos, uno de los mejores productores de España): resulta que Alizzz es también quien mejor ha entendido a su generación, y diría que hasta su tiempo. Porque conoce las alegrías y, sobre todo, los problemas con los que tiene que lidiar cualquier persona que tenga menos de cuarenta. Lo demuestran canciones como "Todo está bien", la penúltima en La Riviera, en donde trata de insuflar esperanza a una generación que de eso tiene poco; a una generación, digo, que tiene la certeza de que vive y seguirá viviendo peor de lo que vivieron sus padres. Eso es un poco lo que quiso contar Ana Iris Simón en Feria y Alizzz se ha encargado de ponerle música.
Alizzz y C.Tangana han hecho más por la unidad de España que cualquier partido político
Me llamó la atención, por cierto, ver a los madrileños gritar —que no cantar—"Qué pasa nen", la única canción en catalán que ha sacado Alizzz, y me acordé de cuando vi a C. Tangana lograr que Baracaldo entero, ¡que Bilbao entero! diese palmas de rumba, aflamencadas. Eso habla bien de ellos, claro: estoy convencido de que estos dos tipos han hecho mucho más por la unidad de España, por la paz entre los españoles que cualquier constitución, cualquier partido político o cualquier charlatán.
Y no sólo hacen un favor a la unidad; también han puesto de moda reivindicar lo nuestro, lo que nos es propio. Cuando yo era pequeño, los músicos españoles querían ser Oasis, Arctic Monkeys, algo así. Querían cantar en inglés. Eso empezó a cambiar un poco, aunque no del todo, con la llegada de Leiva, de Vetusta Morla y de algunos más que lograron crear escuela y que nos condenaron a muchos años de pop profundo, blandito, con más imágenes que historias en las letras, mucho peor que el que ellos hacían (es lo que tiene que ellos sean buenos y sus imitadores no). Ahora, en cambio, en la época de Tangana, de Alizzz, de Rosalía apenas quedan bandas españolas que quieran cantar en inglés. Y yo lo celebro.