Cultura

La efervescencia cultural surge en la arquitectura de Linz

La ciudad austriaca de Linz acaba de estrenar nueva Opera. Se trata una obra firmada por el arquitecto británico Terry Pawson que se inscribe en la línea elegida por esta urbe para devenir referente en el mundo de las artes. La que fuera capital cultural de Europa en 2009 sigue dotándose de argumentos de calidad para rebatir la superioridad tradicionalmente atribuida a las otras dos grandes ciudades austriacas, Graz y, por supuesto, Viena. Porque Linz, capital del Estado de Alta Austria, sigue en proceso de regeneración.

  • Edificio de la nueva Ópera de Linz (Austria Tourism Board)

Durante décadas esta ciudad ha sido protagonista en Austria por su actividad económica, especialmente por la relevancia de la industria metalúrgica. Empresas como Voestalpine han servido a Linz para convertirse en una pieza clave para la economía austriaca. Pero, bajo la riqueza industrial, la cultura permaneció rezagada en esta urbe que, junto a su periferia, apenas alcanza los 300.000 habitantes. Esta frustrante experiencia del pasado se podía percibir en las palabras del presidente de Alta Austria, Josef Puehringer, cuando dijo en la inauguración de la nueva Opera de Linz: “Ya no somos una región con malos olores y agua sucia”.

Que las autoridades locales hayan confiado en el proyecto de Terry Pawson para levantar la nueva sala de conciertos operísticos es una garantía transformadora. Porque la construcción de la nueva Opera ha supuesto alterar la fisionomía del centro de la ciudad. Entre otras cosas, ese proyecto incluye la reconducción de una de las principales arterias del tráfico rodado en Linz. Todavía el propio Pawson muestra su sorpresa cuando habla del concurso público que ganó en 2006 para hacer realidad su diseño. “Era algo grande. Uno no podía esperar que se apostara por ello. Pero se hizo”, ha reconocido el arquitecto, aludiendo al atrevimiento de los responsables de la ciudad.

Ahora Linz cuenta con una ópera que no es sólo uno lujo para quienes acceden a ella. Ajenos a los 1.000 espectadores que pueden asistir a los espectáculos que acoge la mayor de sus salas, quienes paseen por el Volksgarten, el más imponente de los parques de la ciudad, también pueden admirar el edificio de formas verticales ideado por Pawson, que compuso la fachada con hierro, piedra y cristal. La ópera y el parque son ahora un solo espacio, “un salón nuevo para toda la ciudad”, según los términos del arquitecto.

Se pretende que esta obra urbanística, valorada en cerca de 180 millones de euros, cambie la estructura de la ciudad con el paso del tiempo. Por eso la nueva Opera de Linz constituye un nuevo elemento transformador para una cuidad cuyo su rostro industrial anda borrándose en beneficio de una imagen de urbe sinónimo de modernidad cultural. Este esfuerzo ya lo representaban otras instituciones de reciente creación.

Ejemplos de la arquitectura cultural

Entre ellas, el Lentos Kunstmuseum es a buen seguro el que más llama la atención cuando anochece. Los 130 metros de largo que presenta la fachada de cristal de esta pinacoteca dedicada al arte moderno se iluminan al final del día. Cuando esto ocurre, el río Danubio, a los pies del Lentos Kunstmuseum, genera un doble invertido de este edificio firmado por los arquitectos suizos Jurg Weber y Josef Hofer. Una década acaba de cumplir este museo, que cuenta ocho kilómetros cuadrados al servicio de una colección en la que destacan lienzos de Gustav Klimt, fotografías de Man Ray, entre una larga serie de artistas y obras en las que están representados Andy Warhol y, sin que sea una casualidad, Eduardo Chillida.

También a orillas del Danubio, aunque con sólo cuatro años de vida, el nuevo Ars Electronica Center prosigue una aventura museística a la que resulta imposible encontrar parangón. En 2009 esta institución recibió un renovado impulso por el papel de capital cultural de Linz en el 'Viejo Continente'. Desde entonces, suma unos tres kilómetros cuadrados donde se mezclan disciplinas científicas y artísticas. De ahí que el espacio se presente como “un Museo del Futuro”.

Probablemente sea imposible que Linz alcance el esplendor cultural que otrora imaginó Adolf Hitler para la que considerara como “su ciudad”. El dictador nazi, después de la anexión de Austria a finales de los años 30, ideó una ópera para la urbe en el marco de un macroproyecto dedicado a las artes que la Segunda Guerra Mundial hizo inviable. Lo mismo ocurrió antes, con la Primera Guerra Mundial, que echó por tierra otros planes, más modestos, para levantar una gran sala de conciertos en la ciudad. Se da la circunstancia que el Landerstheater, construido en 1803 y todavía en funcionamiento, había quedado obsoleto desde su apertura.

Afortunadamente para quienes visiten ahora Linz, la ciudad se reivindica como urbe cultural ultramoderna. Las recientes obras arquitectónicas llaman particularmente la atención, y no cesan los esfuerzos de proyectar esta ciudad hacia el futuro. Aunque también exista una Linz histórica, cuyos orígenes datan del año 400 antes de Cristo, y cuyo máximo exponente es su catedral medieval, también en lo viejo emerge lo nuevo. En 2009 terminaron las obras de renovación del Castillo de Linz, que data de finales del Siglo VIII. Se instaló en él una estructura que alía metal y cristal para reparar un ala que había quedado destruida en 1800.

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