Alonso Cano no es una parada de la línea 7 del metro de Madrid. Es, en realidad uno de los más importantes artistas del barroco en España, y el eje de la muestra homónima que organiza Espacio sin título, la galería de Cano Estudio ubicada en el número tercero de la calle Alameda. Este espacio, que “pretende servir como un punto de encuentro y un lugar de agitación social” según sus propios responsables, inaugura a partir de este jueves una muestra centrada en el dibujo clásico.
Esta galería nació como un espacio concebido para presentar proyectos inéditos en nuestro país. Por esa razón, han decidido recuperar el dibujo firmado por los grandes maestros de la historia del arte con aportaciones contemporáneas. De ahí su selección, que incluye la obra de artistas –en su mayoría- españoles, pero también algunos representantes de la escuela italiana o de la francesa de los siglos XVII al XIX, acompañados por un artista contemporáneo, el aragonés Fernando Martín Godoy, quien ha construido buena parte de su obra plástica en la reflexión sobre la pintura y su relativización –y revitalización- como género.
Alonso Cano no es una parada de metro. Dibujo clásico no es una exposición “que facilite respuestas sino que se hace preguntas”, aseguran sus organizadores, quienes han pretendido mezclar varios registros en un mismo plano expositivo. No se trata de “un planteamiento académico”, aseguran, sino un experimento. La muestra juega así con elementos que parecen antagónicos: el dibujo clásico en el espacio contemporáneo. Artistas del siglo XVII —como Juan Conchillos Falcó—, del siglo XVIII —como Francisco Bayeu— o del siglo XIX —como Luis Álvarez Catalá—, comparten espacio con Fernando Martín Godoy de quien se exhiben sus retratos imaginarios en tinta china de Velázquez, Zurbarán y el propio Alonso Cano, es decir: el barroco español en pleno, todos discípulos de Pacheco.
Hay una reflexión y una elaboración plástica en los retratos que Fernando Godoy aporta
Hay una reflexión y una elaboración plástica en los retratos que Fernando Godoy aporta . A mitad de camino entre la escultura, la instalación y el dibujo, así como también la pintura, la obra de Godoy ha pretendido fundir forma, contenido y contexto en cada uno de sus trabajos. Así lo demostró en su montaje Mecánica social (2011), que consistía en 20 pequeños dibujos de tamaños varios en tinta china sobre papel en los que el aragonés prácticamente se concentraba en borrar los rastros de los personajes, despojándolos de todo detalle y subjetividad, mostraba apenas perfiles.
Por eso existe una especie de alegoría en la reunión de esos tres personajes: Velázquez, Zurbarán y de Alsonso Cano, artistas del barroco español y discípulos de Francisco Pacheco. Para más inri, se sabe que Cano llegó a pintar por encargo real dieciséis retratos imaginarios de reyes medievales de España para el salón dorado del Alcázar de Madrid. Casi todos se perdieron en el incendio de 1734. La historia, a su manera, ensaya sus propios guiños.
De esta forma, Alonso Cano no es una parada de metro. Dibujo clásico propone cruces y elaboraciones, desde el propio Fernando Godoy frente al tenebrismo barroco de unos, hasta la oposición con el también aragonés Francisco Bayeu, hermano del pintor Ramón Bayeu (1746-1793) y del cartujo, y también pintor, fray Manuel Bayeu (1740-hacia 1809), también cuñado de Goya, de quien se exhiben dos dibujos, junto con los de Alvarez Catalá y Cochillos Falcó.