El punto de ebullición es la temperatura en la que los líquidos cambian a un estado gaseoso. Metafóricamente hablando, también puede considerarse como esa presión del ambiente que provoca el paso irreversible a un estado de estrés, ansiedad y falta de control, lo que se materializa en gritos, enfados y mal humor. Si bien en el caso de un líquido basta con usar un termómetro, en los humanos es necesaria toda una vida para calcular ese punto crítico en uno mismo y un buen puñado de días para tomar la temperatura a los demás. Si se consigue, el éxito social está garantizado.
Una teoría similar expone The Boiling Point, una serie británica de cuatro capítulos de una hora que funciona como continuación de la película Hierve (2021), que se acaba de estrenar en España en Movistar+ y que viene a calmar la sed de quienes esperan impacientes la tercera temporada de la célebre The Bear (Disney+). El concepto es similar: un restaurante en el que la ambición culinaria y la necesidad económica ponen la gasolina a un equipo de cocineros y camareros que trabajan a destajo y bajo presión al tiempo que lidian con sus respectivos problemas personales.
Aunque para muchos se considera un entretenimiento para aguardar la llegada de los próximos capítulos de The Bear, es de justicia afirmar que se trata de una de las miniseries más atractivas que se pueden ver ahora mismo en las plataformas, para esta redactora de Vozpópuli. El punto de partida es en sí mismo interesante y la trama se desarrolla a partir de la película del mismo título en su versión original y que en España se tradujo como Hierve, dirigida y escrita por Philip Barantini, responsable también de esta serie. Película, por cierto, muy recomendable que puede verse en Filmin.
El reparto de esta secuela, en esencia, es casi idéntico, ya que cuenta con algunos de sus actores protagonistas: Stephen Graham (aunque en un papel más secundario), Ray Panthaki, Hannah Walters, Izuka Hoyle y Vinette Robinson, esta última en la que recae casi todo el peso interpretativo de la serie. En la ficción, además, ella es una olla a punto de estallar que marcará los tiempos en la digestión del espectador, sensible a los vaivenes vitales de la protagonista.
Esta secuela arranca en una noche importante para North Point, un restaurante de Londres especializado en cocina norteña que recibe a los inversores que podrán insuflar algo de oxígeno en un negocio que arriesga todo por una cocina que se aleja de los locales de moda. La mayoría de los miembros de la tripulación ponen toda su carne en el asador para lograr el éxito y no defraudar.
Boiling Point, un microcosmos social
El nivel de presión al que se llega en los fogones de esta serie es altamente contagioso, algo que el espectador debe tener en cuenta antes de ver Boiling Point, cuatro capítulos que toman como excusa la alta cocina para centrar la atención en el microcosmos que se crea en este restaurante, en el que bajo la presión hostelera quedan al descubierto problemas de alcoholismo, depresión o racismo. Y va más allá al mojarse en mostrar qué es lo realmente importante en la vida, cuando uno tiene que elegir entre lo que alimenta el alma y los bolsillos, y quienes lo acompañan, aunque siempre sin sermones.
Entretanto, la mirada acompaña sin descanso la coreografía entre emplatados, sartenes, salsas, carnes jugosas sobre la plancha, merengues, confitados y cócteles, por lo que la combinación entre los ruidos constantes de estómago, la congoja y el estrés es difícil de describir pero altamente recomendable. Toda una montaña rusa de emociones y sabores con su propia personalidad, sin ningún motivo para envidiar ninguna otra producción con los mismos ingredientes -tampoco The Bear- y que, sin embargo, aporta su granito de arena a un menú (el del restaurante aliñado con dramas) que ya no falta en ninguna parrilla televisiva. Que aproveche.