Probablemente sin pretenderlo, C. Tangana ha puesto de nuevo en evidencia la desorientación de la Iglesia católica respecto de la cultura contemporánea. El escándalo eclesial desatado por la grabación del video "Ateo" en la Catedral de Toledo se ha cobrado ya la dimisión del deán que lo autorizó, Juan Miguel Ferrer, pero, sobre todo, ha resucitado la sensación de desconcierto que provocaron otras viejas polémicas que creíamos superadas: la oposición a las películas Jesucristo Superstar, primero, y La vida de Brian, después, o el escándalo por la iconografía religiosa usada por Madonna en su videoclip Like a prayer, por recordar sólo algunos de los ejemplos más populares y conocidos, hitos de la historia de un desencuentro. Y todo ello, para mayor sorpresa, por el videoclip de una canción que proclama en su estribillo: “Yo era ateo, pero ahora creo, porque un milagro como tú ha tenido que bajar del cielo”. Un vídeo cuyo pecado capital es haber usado el espacio sagrado del templo como escenario de un baile sensual y provocativo. A continuación, una análisis sociocultural para Vozpópuli.
Merece la pena darle algunas vueltas a esta polémica, en la que se entrecruzan asuntos como lo sagrado y sus límites, la relación entre sexo y religión, o las dificultades eclesiales para relacionarse con la cultura contemporánea desacralizada y los juegos del mundo pop. El escritor católico Juan Manuel de Prada, que se cuenta entre los que con más insistencia han lamentado la desconexión de la Iglesia con el mundo de la creación, reaccionaba a la polémica la semana pasada en Valladolid, en unas jornadas de la Asociación Católica de Propagandistas (ACDP): “Me gustaría que la Iglesia tuviera fuerza para crear cultura, que no tuviera que ponerse de rodillas ante la de nuestro tiempo. Y que fuera tan potente que alguien como C. Tangana deseara hacerla propia, para formar parte de esa propuesta. Que el debate no fuera si se le tiene que ofrecer, o no, la catedral de Toledo a este señor para sus vídeos”.
Desde luego estamos ante un deseo de máximos, pero quizás convenga ponerlo en contexto. Un estudio presentado este año por la Fundación SM, ‘Jóvenes españoles. Ser joven en tiempos de pandemia’ -que analiza, entre otros asuntos, la evolución de las creencias religiosas- revela que la religión no tiene ya ninguna relevancia en la vida de casi la mitad de los jóvenes españoles. Y destaca que, incluso entre quienes se reconocen católicos, la inmensa mayoría son no practicantes. El número de jóvenes que considera la religión importante ha desce ndido del 8,3% al 5,9% en cuatro años, y los autores del estudio advierten que estamos ante una cuarta ola secularizadora que promete ser tan fuerte y devastadora como la tercera. El declive de la creencia católica se sustituye ahora con otras formas alternativas de espiritualidad, como el karma, las artes mágicas o las energías curativas.
¿Triunfo o tomadura de pelo?
Este es el entorno social en el que se produce la polémica sobre el video de C. Tangana. El deán de la catedral autorizó el rodaje porque entendió que en el estribillo antes citado se hablaba de una conversión a partir de una experiencia humana de amor e interpretó, probablemente, que eso no podía ser negativo pues apuntaba en una buena dirección y alimentaba esperanza. En cambio, los fieles que han protestado alegan que no estamos ante una conversión “de verdad” y creen que el deán tomó el pelo a los creyentes al justificar su permiso para el rodaje apelando a ese aspecto de "Ateo". “A Bécquer y a mí, que también nos aumenta la fe el amor humano, nos inquieta que el deán nos tome por tontos”, tuiteó la escritora Esperanza Ruiz.
C.Tangana ha hecho lo que proponía el escritor Juan Manuel de Prada: apoyarse en la tradición cultural católica, reconociendo implícitamente su potencia
Desde este punto de vista, la conversión sería sólo una metáfora. Sólo, y nada menos. Y una metáfora, al parecer, no justificaría la afrenta de ver a Nathy Peluso bailando sensualmente en el interior de la seo. Una Nathy Peluso, por cierto, que es una artista explícitamente comprometida con la emancipación femenina y que en el vídeo se muestra extraordinariamente contenida en comparación con el tipo de bailes y expresiones corporales que suele protagonizar en sus propios vídeos, mucho más agitados y hasta violentos.
Otros creyentes ven en el vídeo, sin embargo, “una buena historia de liberación, frente a tanta imposición destructiva que nos rodea”. Es el caso de la también escritora Estrella Fernández Martos, que entiende que el cantante utiliza la religión “como referente de reinvención” y de ello deduce un “reconocimiento cultural de que en el templo está la conexión al Cielo”, según afirma en su blog personal ‘Con los pies en el agua’. “Algo que muchos no son capaces de decir ni con la boca pequeña, en una época en la que tantos queman iglesias y tumban cruces, te lo muestra C. Tangana a través de su iconografía particular”.
En las polémicas históricas citadas al principio, el escándalo vino por la utilización de referentes religiosos desde perspectivas no confesionales (sobre todo en el caso de las dos películas), pero también por la combinación de erotismo y religión, en el caso del video de Madonna Like a prayer. La novedad ahora, una vez que la Iglesia ha renunciado a tales batallas, replegándose sobre sí misma, es que la disputa viene por el uso de sus propios espacios, y por su carácter sagrado.
Pero incluso aquí hay margen para la interpretación, porque frente a quienes ven que el vídeo tiene una clara voluntad de ofensa, Fernández Martos destaca que el baile polémico no está rodado en la parte principal del templo, ni cerca del altar, ni dentro de las capillas. El uso de los espacios menos sacros de la Catedral evidencia una actitud de respeto. Como también apoyaría esa tesis conciliadora, podríamos añadir, la imagen final en la que los sacerdotes, a los que hemos visto humanamente alterados y sorprendidos por el baile de Peluso, piden fotografiarse con los artistas en un gesto de acercamiento.
El poder del amor
En realidad, podríamos afirmar que C.Tangana ha hecho, en parte, justamente lo que proponía Juan Manuel de Prada al comienzo de este artículo: apoyarse en la tradición cultural católica, reconociendo implícitamente su potencia, para lanzar un mensaje propio. ¿Y cuál sería ese mensaje? Bueno, si despojamos al video de sus artificios y trampas para incautos, lo que queda es una reivindicación del poder del amor en pareja (heterosexual), y una escenificación, mediante el baile, del juego de la diferencia sexual, como base, precisamente, para la emergencia de esa pasión. Con una sugerencia, sutilísima, al final, del propósito familiar que acompaña a ese amor, mediante la inclusión de esos niños que se acercan a los artistas en busca de selfis y que posan con ellos como si fueran una familia. Una excusa que sirve también para el posado con los sacerdotes del templo, antes citado, que evoca las fotos que se hacen a las puertas de la Iglesia al final de las bodas. Con suma cautela, pues sabe el terreno que pisa, y él no es, que sepamos, un propagandista católico, C. Tangana sugiere a sus seguidores que el amor, si es verdadero, debe trascenderse a sí mismo. No hay burla en esto.
Antes del siglo XX la Iglesia asumía que si quería contar con los mejores artistas tenía que hacer concesiones
Lo que parece desconcertar, una vez más, son las formas narrativas utilizadas. Pero C. Tangana es un artista contemporáneo y pop, con vocación de llegar a las masas, que sabe que la comunicación en una sociedad como la actual -tan aparentemente descreída, por un lado, y tan dogmática e hipersensible por otro- tiene mucho de juego, en el que hay que manejar estrategias de distracción y de desafío. En realidad, incluso si fuera el caso que el cantante y Nathy Peluso hubieran ido a la Catedral a provocar, su gesto sería igualmente revelador. Implicaría admitir que para ser transgresor necesitas tabúes que transgredir. Que en un mundo donde todo se admite no hay transgresión posible. Visto desde esta perspectiva, el baile sensual en el templo, por un lado, y la escenificación de la ‘posesión’ femenina mediante el gesto de tirar del pelo de Peluso, por otro, apuntarían a dos tipos de tabú. Uno minoritario, que viene de atrás, relativo al templo y el uso de los espacios sagrados, y otro, imbricado en la cultura popular de hoy, que haría referencia a los discursos igualitarios extendidos.
De hecho, es este último asunto el que parecen estar discutiendo en el programa de salseo ‘Que hablen’ que aparece inserto en el video. El hecho de que la portada recoja una de las pinturas de la Sala Capitular, de Juan de Borgoña, en la que se muestra a un ser animalesco arrastrando por el pelo a una mujer, apuntaría a que éste era el verdadero punto caliente del video para C. Tangana. Quiere escenificar su distanciamiento de los discursos al uso sobre la violencia masculina y recurre a una doble estrategia: por un lado, busca la protección cultural de la tradición de la Iglesia; por otro, balancea su gesto con otro contrapuesto, en el que muestra a Nathy Peluso desnuda (pero tapada con filtros) mostrando como trofeo la cabeza del cantante cual Medusa con la testa de Perseo. Pero la iconografía, especialmente la sugerida desnudez de la cantante argentina, recuerda también al relato bíblico de Salomé. En esta otra interpretación, la cabeza decapitada de Tangana evocaría la de San Juan Bautista.
Batallas innecesarias
En relación con el otro tabú, el que separa deseo y templo, lo cierto es que la tradición del arte católico no es tan ajena a la combinación de religión y sensualidad como pueda parecer a la vista de algunas de las últimas polémicas. El conocido seductor Giacomo Casanova cuenta un episodio que puede servir para ilustrarlo. Figura en la parte de sus memorias relativa a su breve estancia en España, entre finales de 1767 y comienzos de 1769. El escritor confiesa a sus lectores su atracción por la pintura de una Virgen dando su pecho desnudo al niño Jesús que se exhibía en una iglesia de Madrid, en medio de abundantes gestos de devoción de los fieles, para dejar constancia luego de su sorpresa y enfado al descubrir, unos meses después, en una nueva visita al templo, que el nuevo párroco había decidido repintar el cuadro para cubrir pudorosamente el pecho nutricio. Casanova se lo recrimina encarecidamente al clérigo, pero, sobre todo, constata las consecuencias, justas, de tal decisión: una notable merma de la devoción popular y de la asistencia al templo.
Es sólo un ejemplo de otros tiempos en los que el arte católico sí encontró el modo de unir devoción y sensualidad. Como la estatua de Santa Teresa de Bernini, muy recordada precisamente estos días, con un gesto de la santa en el que el éxtasis místico y el sexual se confunden. O la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, que incluye el gesto, eminentemente provocador, de retratar la desnudez del hombre íntegramente, incluidos sus genitales. La Iglesia asumía que si querías contar con los mejores artistas para tu causa no te quedaba más remedio que hacer concesiones. Por no hablar de la presencia en la Biblia de un texto como El Cantar de los Cantares que manifiesta que la sensualidad y la celebración de los cuerpos también son materia sagrada.
¿No podría ser el circo de la polémica en Internet un escudo que usa Tangana para poder decir algunas cosas serias?
Cabría añadir, además, otra reflexión dirigida al ámbito eclesial. Librar batallas innecesarias, o que sólo se pueden perder, significa desperdiciar hoy balas que quizás necesites para afrontar polémicas más serias en el futuro. La precipitación es mala consejera, como evidencia el historial de Madonna. El rechazo al video Like a prayer (1989) en el que la cantante italoamericana usa iconografía religiosa, incluida las llagas, para contar una historia en la que lo devocional y lo sensual se confunden, desató un gran rechazo en su momento, pero no suponía, en realidad, una agresión relevante a nada sustancial de la creencia religiosa. Al contrario, a fin de cuentas, el personaje interpretado por la cantante en el video había acudido al templo en busca de refugio y consuelo.
En cambio, cuando Madonna, en su escenografía para la gira Confessions, de 2007, se muestra a sí misma crucificada, en una posición de evidente suplantación de la figura de Jesucristo, no había ya capacidad para generar debate sobre lo que ya sí era una agresión frontal. Como tampoco la hubo cuando en 2013, en la escenografía de la gira MDNA la cantante recreó sobre el escenario una catedral, con sus gárgolas y todo, y la hizo saltar por los aires. Ella misma, ataviada con la apariencia de una mujer devota, pero armada con una metralleta, protagonizaba un espectacular gesto de empoderamiento y lo destruía todo. Tampoco en esta ocasión había energías para polemizar. Ni, probablemente, público dispuesto a escuchar.
¿Más serio de lo que parece?
Que la Iglesia parezca, a veces, dar manotazos al aire contra fantasmas imaginarios no debería confundirnos: las agresiones son reales y existen. Y van desde los incendios de iglesias en Francia, al derribo de cruces en España o, por volver al ámbito de la cultura popular, la desaparición de facto de la figura del creyente entre las series contemporáneas y la narrativa comercial. Unas figuras de la realidad social se incluyen, incluso con calzador, mientras otras, no menos reales, desaparecen de la escena.
Desde el lado profano y despreocupado, los youtubers han optado por interpretar el video "Ateo" como otro artefacto más de C. Tangana para hacer realidad aquel viejo dicho: “que hablen de ti, aunque sea bien”. En tiempos en los que la promoción de la música ya no se realizan en las radiofórmulas, o en las revistas de música, con influencia cada vez más limitada, sino en Internet, a través de vídeos, es esencial generar estímulos que ayuden a la viralización. La analista Julieta Wibel interpreta el vídeo desde esta clave y lo ve salpicado de cebos con los que 'El Madrileño' busca provocar el salseo, el comentario, la controversia.
Desde esta perspectiva, la única verdad sería entonces descubrir que las redes sociales son un gran circo, en el que C. Tangana sabe manejarse como eficiente maestro de ceremonias. Pero ¿no podría ser el circo una cobertura, un escudo, para poder decir algunas cosas medianamente serias, pero contra corriente, protegiéndose de la burla y sin arriesgarse a perder fama? En su disco El madrileño sin duda el artista maneja y combina con desparpajo referentes culturales y artísticos preexistentes, pero no hay cinismo ni burla en su gesto de collage cultural. ¿Por qué deberíamos interpretar el video de un modo diferente?