Cultura

Chanelazo contra el elitismo de izquierda

La artista española desplegó trabajo y clase, poniendo en evidencia a muchas figuras clave del progresismo

  • Chanel durante su actuación el domingo en la Plaza Mayor de Madrid en las fiestas de San Isidro. -

Chanel Terrero cantó, bailó y venció en Eurovisión, certificando el llamado 'chanelazo'. Solo pudieron con ella un primer puesto regalado a Ucrania por solidaridad contra la invasión y los doce millones de seguidores en TikTok del candidato británico (mucho Brexit, menos para esto). La coreografía y la interpretación de Chanel hicieron historia, no de España en Eurovisión sino directamente de Eurovisión. Después de la celebración por el meritorio bronce, que sabe a oro, brotaron de forma natural varias preguntas: ¿dónde estaban los miles de tuiteros progresistas que acosaron a la artista tras ganar el Benidorm Fest? ¿Y los que menospreciaron al jurado técnico e incluso les acusaron de corrupción? ¿Y la izquierda que pidió anular los votos que daban a Terrero el pasaporte a Eurovisión? Fue muy instructivo hacer recuento.

A pesar de su rotunda actuación, técnicamente perfecta, la narración en vivo de la gala en la web de El País rebosaba mezquindad, por ejemplo comentarios como este: “A diferencia de España, Francia sí que se ha atrevido a traer a Eurovisión una muestra del folclore de su país con este tema cantado en lengua bretona”, sentenciaban. En realidad, resultaba totalmente lógico -casi obligatorio- presentar al certamen una canción de aire caribeño y cantada en español, ya que nuestro idioma vive un momento global especialmente dulce gracias al rodillo de las músicas urbanas latinas (especialmente las más cercanas al reguetón). Que El País considere cobarde cantar en español, y prefiera haber mandado un grupo folk vasco con trikitixa solo confirma lo perdido que anda el periódico progresista en cuestiones culturales (es conocido lo tarde y mal que han cubierto la explosión pop latina, que conquistó el planeta sin que el diario informase apenas sobre su ascenso).

Resulta sonrojante leer algunos titulares del pasado enero. Sobre todo este: “CCOO y Podemos piden anular el resultado y que Chanel no vaya a Eurovisión”. Un fragmento del disparate: “Para CCOO, según el comunicado, ‘urge aclarar las irregularidades’ que a su juicio han jalonado el proceso de elección mediante un sistema que incluyó votos telemáticos del público, que se habían decantado por las gallegas Tanxugueiras, y la decisión de un jurado de cinco personas cuyos votos valían el 50% del total, lo que ha levantado una enorme polvareda en redes sociales que ahora se concreta en estas iniciativas políticas y sindicales”, leímos en la prensa de aquellos días. Incluso se la acusó de presentar una letra que incitaba a la prostitución. ¿Para qué montar huelgas contra el gobierno de Pedro Sánchez si es más urgente boicotear el ascenso de una cantante joven, carismática y competente? El tuitero Javier Navarro ha hecho el hilo más contundente sobre el gran recule pop de la izquierda española (y de algunos agentes de derecha también). Merece leerse completo:

Chanel, blanco del progresismo

La vicepresidenta Yolanda Díaz puso un tuit de apoyo a Chanel, a pesar de sus antiguas declaraciones embarrando el triunfo de la intérprete de ‘Slo Mo’. Díaz dijo esto en una entrevista con Salvados: “Lo que ha pasado con Tanxugueiras nadie lo comprende”, cuando las votaciones no tuvieron ninguna irregularidad conocida. Irene Montero mandó ánimos a la artista, aunque Podemos encajó mal su triunfo en el Benidorm Fest y llevó el asunto al Congreso. Recordemos que Chanel sufrió ansiedad por los comentarios en redes y decidió cerrarlas durante varios días. El episodio llamó la atención por estar protagonizado por la misma izquierda que insiste en la necesidad de evitar el bullying y cuidar la salud mental, según hemos ido informando en Vozpópuli.

Ajena a cualquier tentación vengativa, Chanel se negó a comentar sobre sus críticos y se centró en trabajar, ofreciendo una actuación en la Plaza Mayor nada más aterrizar de Italia

Otra rectificación épica fue la de Javier Gallego, director del podcast izquierdista Carne Cruda. El triunfo de Chanel desató los notorios prejuicios antireguetoneros del presentador: “Podríamos haber parado Europa enseñando una teta al puro estilo Delacroix. Podríamos haber llevado la Terra galega más allás de sus fronteiras. Pero vamos a llevar una canción que dice ‘apenas hago doom doom con mi boom boom y le tengo dando zoom, zoom’. No me jodas”, tuiteaba el 30 de enero. Tras el triunfo de Chanel, su discurso era muy distinto: “Es sobrehumano cómo Chanel puede bailar y cantar de esa manera y al mismo tiempo. Un triunfazo que con su talento haya acallado el odio por sus orígenes cubanos. A mí ha conseguido que se me olvide que la canción no me gusta y que no pueda dejar de admirar cómo la interpreta”, reculaba, nunca mejor dicho.

¿Recuerdan ustedes alguien que haya criticado a Chanel por sus orígenes cubanos? Confieso que yo no, aunque quizá me lo perdí entre las toneladas de bilis de la izquierda urbanita y antipopular. Solo le faltó a Gallego presentar el #chanelazo como una victoria póstuma de Fidel Castro. Otro clásico que se tiró por el barranco es el tuitero progresista Gerardo Tecé, que predijo el pasado 30 de enero que Chanel quedaría en penúltimo lugar en Turín. Lo crean o no, Tecé cuenta con más de seiscientos mil seguidores, no sabemos si progresistas devotos de su humor o derechistas encantados con el papelón elitista de nuestra prensa progresista. El premio de consolación woke, al que se agarraron como a un clavo ardiendo, fue un tuit de Chanel en 2020 donde escribía que ‘VoxIsNotSpain’ (los que anteayer la llamaban producto de mercadotecnia manipulado por la industria pasaron a considerarla icono político pop, de manera automática).

Ajena a cualquier reflejo vengativo, Chanel se negó a comentar sobre sus críticos en las ruedas de prensa y se centró en trabajar, por ejemplo ofreciendo una actuación en la Plaza Mayor de Madrid nada más aterrizar de Italia, alegrando las ya pletóricas fiestas de San Isidro 2022. Ha nacido una estrella, que merece trabajar en paz y ser respetada, lejos de las neuras políticas de la izquierda cultural.

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