Según la mitología germánica, Ondina es una ninfa del mundo acuático que ha sido traicionada y vive en un lago en el bosque. El hombre enamorado que no sienta correspondido su amor y haya caído en la desesperación, podrá buscar a esta deidad, acudir a sus brazos y amarla, pero no deberá romper esta unión jamás y, si lo hace, tendrá que morir. En el relato, la mujer amada, al ver que el hombre ha encontrado consuelo en otra persona, querrá recuperarlo. Entonces, él abandonará a Ondina para casarse con su primer amor, pero no escapará a la maldición y morirá a manos de la ninfa, que lo ahogará en un abrazo.
Christian Petzold, uno de los cineastas europeos contemporáneos más brillantes e interesantes, rompe el curso de este mito en la película 'Ondina', un desafío al relato tradicional convertido en un drama romántico en el que su protagonista huye de la maldición y decide amar a otro hombre. La película llega este viernes a los cines españoles después de haber sido premiada recientemente con el galardón a la mejor dirección en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y de haber recibido el premio a la mejor actriz en la Berlinale así como el premio Fipresci.
En esta historia, la ninfa, Ondina (Paula Beer), es una historiadora que vive en Berlín y trabaja en el Senado realizando visitas guiadas para la Administración de Desarrollo Urbano, en las que ofrece datos sobre el pasado y el presente de la ciudad. Su novio, Johannes, acaba de abandonarla por otra mujer y ella trata de contradecir el destino que la lleva a matarlo. En su intento, se enamora profundamente de otro hombre, Christoph (Franz Rogowski), en quien busca un amor para siempre.
Los hombres que liberan a las mujeres existen desde hace miles de años. Esos son los héroes masculinos y creo que Ondina es una figura que no quiere que nadie la libere, sino que ella misma se quiere liberar"
Tal y como ha señalado el director de 'Barbara' (2012) en una entrevista a Vozpópuli, en esta ocasión, no quería "liberar a la mujer sino ver cómo ella misma se libera". "Los hombres que liberan a las mujeres existen desde hace miles de años. Esos son los héroes masculinos y creo que Ondina es una figura que no quiere que nadie la libere, sino que ella misma se quiere liberar", recalca.
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El director de 'Barbara' (2012), galardonada con el Oso de Plata a la mejor dirección en la Berlinale, entiende que, tal y como le ocurre a la protagonista de la película que ahora estrena, "el cine está siempre del lado de aquellos que quieren sobrevivir", una consigna que reivindica a raíz de las palabras que el cineasta Claude Chabrol pronunció en una entrevista acerca de por qué en casi todas sus películas las mujeres son las protagonistas, entre ellas Isabelle Huppert o Stéphane Audran. "Los hombres viven y las mujeres sobreviven", dijo entonces el cineasta francés, cuyas palabras citó Petzold recientemente al recibir un premio en el Festival de Venecia por su aportación a la mujer en el cine. "Yo lo recibí como un hombre, y pensé que me estaban tomando el pelo", ha bromeado el director.
Petzold, capaz de narrar un drama romántico con las dosis exactas, ha reconocido que tras unos trabajos de rodaje "muy bonitos y fáciles" llegó la "mala conciencia" que tiene siempre un "protestante", para quien "el trabajo tiene que provocar siempre cierto dolor". "Soy protestante, y los protestantes tenemos en nuestro ADN que tenemos que trabajar. Los católicos pueden ir a la iglesia y confesarse y en la penitencia te viene el perdón, pero nosotros no tenemos eso", ha dicho. Por eso, en lugar de tomarse unas vacaciones, pensó en su segunda película, con la fuerza para arrancar una trilogía, como hizo con anteriores títulos. Si en esta ocasión 'Ondina' se enmarca en el elemento del agua, por su temática y por cómo "fluyen" sus personajes, para su siguiente proyecto ha pensado en los bosques de "España, Portugal, Alemania, Australia o California que destruye el fuego". Allí, un grupo de personas, rodeada por el incendio de un bosque, "también arderán por amor".
La inevitable relación entre cine y política
Al igual que sus anteriores películas ('Bárbara', 'Phoenix' y 'En tránsito'), en esta ocasión Petzold también narra un amor imposible, pero a diferencia de aquellas, en esta ocasión la evolución del amor está en primer plano. Sin embargo, el cineasta alemán encuentra la excusa perfecta y consigue que lo político también se cuele en 'Ondina' porque, tal y como él señala, "no existe una historia apolítica", en línea con lo que piensan cineastas como el portugués Pedro Costa, quien señala que "la política también puede estar en los detalles más íntimos".
Uno de los ejemplos de la voluntad política de Petzold se encuentra en una de las charlas que Ondina expone, en la que señala: "La arquitectura moderna nos enseña que el diseño de un edificio puede basarse en la mejor realización para el uso al que se destinará. La forma sigue a la función. Ahora, en el centro de Berlín, existe un museo construido en el siglo XXI como un palacio edificado por los gobernantes del siglo XVIII. Aquí surge la hipótesis de que esto no implica una diferencia esencial, lo que equivale más o menos a afirmar que el progreso no es posible".
Las personas que quieren volver a tener un castillo en Berlín son las mismas que quieren que salga una mujer desnuda del agua y se entregue al hombre"
En este sentido, Petzold se muestra convencido de que existe una política que "quiere que sea imposible el progreso y una política que quiere hacer imposible el avance de las mujeres", y pone como ejemplo el caso de Polonia, que acaba de prohibir el aborto. "Por eso Ondina puede contar también la historia de Berlín, porque al mismo tiempo es su historia. Las personas que quieren volver a tener un castillo en Berlín son las mismas que quieren que salga una mujer desnuda del agua y se entregue al hombre", apostilla el cineasta.