Si en la pequeña pantalla proliferan las historias de los tipos quebrantaleyes, el cine les guarda un terreno cada vez más limitado. Es cierto que Tarantino puso su granito de arena en el 94 con Pulp Fiction que fue una especie de elogio fúnebre del género, aunque algunos lo entendieron al revés y confundieran los baños de sangre con la trama policiaca. No hace mucho que hemos podido ver en pantalla, gracias al trabajo de Denis Villenueve, una combinación de acción, suspense y drama en una peli que nos quiere hacer recordar que las injusticias siguen formando parte de nuestra vida social y es que resulta que, también Hollywood puede idear un secuestro y salir muy bien pagado, con sus millones de espectadores, las negociaciones le salen más que rentables.
Hay muchas formas de hacer desaparecer y el de Prisioneros no ha sido un rapto muy espectacular. El modo lo habremos visto miles de veces en cualquier peli de domingo por la tarde, pero Villenueve ha conseguido mantener la calidez del thriller en una trama que enfrenta el terreno policial al psicológico. Nos muestra un contraste de comportamientos donde sale a relucir la figura del vengador reforzada por la presencia de Huck Jackman representando a un padre en apuros. Resulta que ha sido tantas veces Lobezno que no hay rostro mejor que el suyo para presentar la furia de un personaje extremo. Patxi Azmencua ha necesitado tan sólo el tramo de unas escaleras para hacer desaparecer a dos niños juguetones que iban escoltados por el mismísimo Darín quien, por cierto, es quien consigue sacar del precipicio a una peli que ahonda en tópicos. Se trata de un misterio de siete pisos al que le ha faltado un plus de ingenio para reforzar ese casamiento entre cine español y argentino que no terminó de cuajar del todo por mucha presencia de Darín que hubiera. Esta peli es un secuestro y una estafa.
Liam Nesson y Schwarzenegger, padres coraje
No han sido los únicos padres corajes empleados en la causa de buscar a sus hijos. Liam Nesson, después de su retirada como agente de la CIA, no paró hasta dar con la organización que secuestró a su hija en Venganza; los torpes delincuentes no se dieron cuenta que escogieron a la chica con el padre más profesional que pueda existir. Y ¿A quién se le puede ocurrir secuestrar a la hija de Schwarzenegger? Sólo a un loco. Nuestro hombre musculado tuvo que idear un plan allá por el año 85 en Commando para rescatar a su pequeña y, como es de esperar, la peli muestra una buena ración de bofetadas. Casi igual de vengativo pero menos apurado vimos a Mel Gibson en Rescate. Se trata de uno de los padres más chulitos que hemos visto, de esos que prefieren vencer a costa de sacrificar.
Michael Haneke lo llamó Juego Divertido, sin embargo se trata de una pesadilla un tanto desquiciante. Con el secuestro de una familia en su propio domicilio, el director nos acercó una buena ración de miedo feroz y crueldad desconcertante. Funny Games es un ejercicio exagerado de salvajismo que nos obligó a gritar ¡sálvese quien pueda!
Si lo importante del secuestro es la recompensa, los hermanos Coen se llevaron la suya con Fargo. Con un Oscar de por medio, la peli, que no deja de ser una caricatura de la idiotez crónica de la raza humana, se nos quiso vender como una historia real. William H. Macy no es más que un lerdo de manual que contrata los servicios de dos delincuentes de poca monta para secuestrar a su propia mujer. Hay quien dice que los cineastas apoyaron el guion en unos sucesos acontecidos años atrás en Minnesota, pero realmente Fargo es lo que parece: una falsa historia “real” sobre un secuestro, un noir con mucho humor negro que no deja títere con cabeza… Vamos, lo que viene siendo una tomadura de pelo.
Secuestros de todo tipo
Y es que en el cine hemos visto secuestros de cualquier tipo. El de Firewall es de los más recurridos. Se trata de la típica película de secuestro familiar con la consiguiente coacción al papá de turno. Como botín se presume el asalto de un banco, pero el principal obstáculo es descifrar el lenguaje binario. Un plan poco acertado para quienes odian la informática. No estuvo más loco el Norman Bates de Psicosis que Terece Stamp en su papel de Freddy. Compilaba mariposas al igual que lo hacía Nabokov, William Wyler nos acercó en El Coleccionista a un psicópata romántico, un personaje que secuestra a la chica que le gusta y la encierra en un sótano por el placer de tenerla cerca. La película no puede tener otro final: la joven “mariposita” acaba sucumbiendo al cloroformo de su captor cual síndrome de Estocolmo, aunque nuestro psicópata, por muy delicado que sea, siempre será un psicópata: lo lleva en la sangre.
La verdad es que hay películas para todos los gustos. Para los más viajeros hay secuestros sobre raíles en Asalto al tren Pelham 123, quienes nunca ponen sus pies en la tierra seguro que prefieren el de Air force one, los que alguna vez gritaron ¡tierra trágame! con seguridad eligieron el de Buried. Los hay camuflados como el de Misery: aquello que comenzó como ayuda terminó siendo un rapto y, para los amantes del buen tiempo, no hay nada mejor que Secuestro bajo el sol, aquella cinta en la que Geraldine Chaplin fue sorprendida por el mismísimo Jean Paul Belmondo.
Pues ya ven, aquello que empezó como Cosecha Roja, siguió como novela negra y a nosotros nos pone de todos los colores. No puede haber un género que nos deje tan en tensión como éste, porque allí donde nace lo previsible siempre queda espacio para una vuelta de tuerca y un cambio de guion. Probablemente el cine sea el único medio en el que hacer desaparecer no cueste tanto y a nosotros no nos importe del todo porque el rescate no va a durar más que el asalto a una peli. Lo que la palomita nos roba lo devuelve la butaca vacía.