Era el verano de 1959. Vladimir Nabovok se encontraba con su esposa cazando mariposas en Arizona cuando recibió un mensaje de Stanley Kubrick pidiéndole reunirse con él en Beverly Hills. Quería adaptar el libro Lolita al cine y que fuese el propio novelista quien escribiese el guión de la película.
Cuatro años atrás, en 1955, la novela Lolita había vendido 300.000 ejemplares, que en las siguientes tres décadas aumentarían hasta los catorce millones. Sin embargo, por encima de la calidad literaria del libro, algo más había favorecido sus ventas: el morbo que despertaba en los lectores su argumento, la historia de un adulto obsesionado con una chica de 12 años.
Llevarla al cine en esos años en una entonces conservadora Estados Unidos parecía imposible. La Motion Picture Association of America debía aprobar el contenido moral de cada película antes de su exhibición. Era de esperar que Lolita fuese una firme candidata a la censura. La sola idea fascinó a a Kubrick.
En la reunión que sostuvieron finalmente el director y el novelista, Kubrick tuvo que plantearle a Nabokov una modificación del guión que al propio cineasta le resultaba blandengue y conservadora, pero que era necesaria para poder echar adelante el proyecto: la tórrida historia de Humbert Humbert y Lolita debía terminar minar en matrimonio. Nabokov rechazó la propuesta y partió a Europa todavía con el no en el equipaje. "En 1959, Harris y Kubrick me invitaron a Hollywood, pero después de varias consultas con ellos decidí que no quería hacerlo”, escribió Nabokov.
Sin embargo, en pleno viaje, mientras atravesaba Londres, Roma y París, Nabokov se arrepintió de su decisión. Kubrick volvió a insistir, aumentó la oferta económica, aseguró a Nabokov que firmaría el guión en solitario y que trabajarían juntos en la historia. El ruso aceptó.
“Un año después, en Lugano, recibí un telegrama en donde me instaban a repensar mi decisión. Entretanto, de algún modo, había cobrado forma en mi imaginación una suerte de guión, de modo que en realidad me alegró que repitieran su ofrecimiento. De nuevo viajé a Hollywood y allí, bajo las jacarandas, trabajé seis meses en el asunto. Convertir una novela propia en un guión cinematográfico es algo así como hacer una serie de bocetos para una pintura que hace mucho está terminada y enmarcada. Compuse varias escenas y diálogos en un esfuerzo por salvaguardar una Lolita para mí aceptable”, escribió sobre su decisión Nabokov.
En Hollywood, Nabokov se codeó con Marilyn Monroe, John Huston o Gina Lollobrigida. Sin embargo, las cosas con Kubrick no iban del todo bien. Después de escribir un guión de casi 400 páginas que equivalían a un total de 9 horas de filmación, Kubrick decidió adaptarlo a sus preferencias. Nabokov se sintió ignorado.
En junio de 1962, Vladimir Nabokov llegó a Nueva York para el estreno de Lolita. Había pasado casi todo el tiempo del rodaje en Europa, así que desconocía por completo con qué se encontraría en la gran pantalla. Nabokov, quien se había negado a poner a una chica en la portada de su libro para vender más, quedó impactado con el cartel de Sue Lyon lamiendo provocativamente una piruleta.
Durante el estreno, Nabokov presenció lo que habían hecho con su historia: "Modificaciones, alteraciones de mis mejores ideas, escenas añadidas y suprimidas". Transcurridos los años hay quienes insisten en ver ambas obras, ambas Lolita, como productos completamente distintos. Pese a la frustración de Nabokov, irónicamente y casi como una venganza al despecho, la única nominación al Oscar que recibió Lolita fue en la categoría de mejor guión adaptado.