Hace menos de dos semanas que Netflix estrenó Criminales en el mar, una comedia con toque de misterio, y acción protagonizada por Adam Sandler y Jennifer Aniston. Apenas catorce días le han bastado a esta producción para haberse convertido en la película más vista de la plataforma en lo que va de año. Concretamente, según datos de la propia compañía, 30,9 millones de cuentas han reproducido el largometraje.
En 'Criminales en el mar', Sandler -un oficial de policía de NY- viaja junto a su esposa, Jennifer Aniston, a un viaje a través de Europa. Durante el vuelo, ella se encuentra con un misterioso hombre que los acaba invitando a un inmenso yate de un anciano multimillonario. Entonces, un crimen convierte a la pareja en principales sospechosos.
Esta es la premisa. Pero no es lo que más ha llamado la atención de esta cinta, ni tampoco su éxito -a la vista están los números-, ni que Adam Sandler haya vuelto a protagonizar otra película que, a ojos de la crítica, vuelve a cosechar un nivel paupérrimo, sino cómo ha caracterizado a España.
Un tablao flamenco en el aeropuerto
Y esto se ve nada más bajar del avión. Los protagonistas se topan con el aeropuerto de Málaga, que cuenta con un tablao flamenco dentro del propio edificio. Pero la gota que ha colmado el vaso ha sido, quizás, la representación del autobús.
Porque cuando ambos están a punto de subirse en el vehículo se encuentran con una imagen que dista mucho de la real de España. Un autobús antiguo, una flamenca con el guitarrista en la puerta, una familia que no para de chillar, y el guía turístico vestido con los colores de España y un cartel que reza Gonzáles Tour.
