Cultura

Cuando Hollywood fantaseó con asesinar a Trump

Matar a un presidente electo es poco atractivo para el celuloide, pero derrocar a un tirano es apto para la gran pantalla

Cada vez que Hollywood produce alguna ficción en la que aparece la figura del presidente de EEUU, las comparaciones con el inquilino de turno en la Casa Blanca se hacen inevitables. En la 'era Bush Jr.' se puso de moda representar presidentes belicosos y poco listos, tal como mandaba el tópico Demócrata en Hollywood. En 'la era Obama', series como 24 proponían heroicos presidentes negros. Al ver Civil War, la película que hace unos meses imaginaba una guerra civil en EEUU, alguno podría tener la tentación de comparar al presidente (imaginado por el director Alex Garland e interpretado por el actor Nick Offerman) con el actual Joe Biden.

Ciertos paralelismos estaban ahí: una figura atrincherada en Washington, con serios problemas a la hora de procesar la realidad y dispuesto a llevar a su país al borde de la guerra. Además, en la película el presidente enfrenta un desafío independentista armado por parte del estado de Texas, algo que comenzó el pasado enero en Eagle Pass (Paso del Águila) entre la Guardia Nacional de Texas y la Patrulla Fronteriza del gobierno de los Estados Unidos, acusada de implementar la política migratoria aperturista de Biden.

Sin embargo las fechas no coinciden: el guion de Civil War se escribió en 2020, en plena era Trump, verdadera inspiración del personaje del presidente como antagonista principal de Civil War. Por aquel entonces, en 2020, la progresía estadounidense estaba inmersa en relatos sobre “el fascismo en América” y los conflictos entre “antifa” y “proud boys” (supuestamente espoleados por Trump). La película refleja todo esto, apareciendo incluso soldados que combinan la indumentaria guerrillera con camisas hawaianas o gafas de colores, en referencia a grupos paramilitares como los “boogaloo bois”, con los cuales se intentaba vincular a Trump por activa y por pasiva. Aparece incluso un patriota americano ondeando la bandera e inmolándose al estilo yihadista, una típica fantasía Demócrata que busca sustituir el espantajo del “terrorismo islámico” por un supuestamente emergente “terrorismo doméstico” de hombres blancos cristianos.

Cuando el director Garland comenzó el proyecto ni siquiera había ocurrido la algarada del Capitolio del 6 de junio de 2021, que se interpretó como una forma de golpe de estado para perpetuar a Trump neutralizando la democracia. Pero ya circulaba en aquellos ambientes los temores paranoicos a un trumpismo permanente. La serie Years and Years de 2019, por ejemplo, imaginaba a Trump y Pence alternándose en la presidencia como en su día hicieron Putin y Medvedev.

Matar al presidente

Matar a un presidente electo es poco atractivo para el celuloide, pero derrocar a un tirano es apto para la gran pantalla. En Civil War el presidente es “un fascista que ha aplastado la Constitución” extendiéndose a un tercer mandato. Un rumor que corre sobre Trump desde 2018, a partir de unas supuestas declaraciones a puerta cerrada en que Trump habría celebrado que Xi Jinping eliminase en China el límite de dos mandatos: “creo que es algo genial, quizás nosotros tengamos que probarlo aquí algún día”. Una histeria que vuelve a estar de actualidad a raíz de un reciente artículo de Peter Tonguette en 'The American Conservative', afirmando que una victoria de Trump en 2024 debería permitirle continuar su mandato en 2028. 

Los parecidos no terminan ahí. Civil War arranca con el presidente ensayando un discurso en que presume de “la mayor victoria en la historia de la humanidad”, cuando en realidad sus tropas están en retirada. Desde estas primeras palabras, muchos comentaristas afirman reconocer “un discurso distintivamente trumpiano” (Joanna Weiss, 'Político') que “aunque no imita las formas de Trump, sí resulta extremadamente familiar en el uso de absurdas hipérboles” (Michelle Goldberg, 'The New York Times') y de las “afirmaciones exageradas y falsas” de Trump (Jordan Hoffman, 'Foreign Policy'). Son ecos de las típicas acusaciones que se le han hecho a Trump: la “post-verdad” y los “hechos alternativos” (alternative facts). Trump, a su vez, señalaba a buena parte de los medios como “noticias falsas” (fake news), lo cual quizás inspira en la película una afirmación de que en Washington están disparando a los periodistas. 

El Trump al que matan en la película es un Trump imaginado como un malvado racista, el Trump de muros con México y vetos a inmigración musulmana

Hay también referencias menores, como el color “rojo MAGA” de la corbata del malvado presidente, así como otras que podrían ser coincidencias. Por ejemplo, el presidente de Civil War ha disuelto el FBI, la misma agencia a la que Trump ha amenazado con recortes presupuestarios (en represalia a la colaboración del FBI con el hostigamiento que la administración Biden estaría ejerciendo contra Trump y su entorno). En estos mismos momentos, tras el intento de asesinato contra Donald Trump, los más radicales de entre sus seguidores están exigiendo graves represalias contra los servicios secretos por su supuesta negligencia a la hora de proteger al expresidente.

Fotograma de la película 'Civil War'

Como Garland reserva un sangriento final a la figura del presidente, se encarga de disimular los parecidos políticos en su película planteando una sorprendente alianza anti-presidencial entre el estado de California (tópico de Demócratas hippies que viven de subvenciones para comprar droga) y el estado de Texas (tópico de Republicanos cowboys libertarios que disparan a inmigrantes en la frontera mientras se preocupan por el “derecho a la vida”). Sin embargo, ambos estados tienen en común un historial de conflictos con la administración central que permitiría imaginar un futuro choque entre “Republicanos clásicos” (estilo Romney) en Texas y “Republicanos MAGA, trumpistas” en Washington. Ha ocurrido ya a pequeña escala, al respecto de la limpieza de las pasadas elecciones o de los presupuestos para Ucrania. 

La mayor parte de analistas no tienen dudas de que la película está hablando de Trump: “no es forzado entender la película como una premonición de cómo un país caótico y en ebullición podría colapsar bajo el peso del retorno de Trump” (Michelle Goldberg, 'The New York Times'). “No es posible dejar de ver ‘Civil War’ como una revelación cinematográfica de qué podría ocurrir si Trump ganase otra vez” (Mary McNamara, 'Los Angeles Times'). “Por muchos artículos que se escriban insistiendo en que en realidad la película no va sobre Trump, nada va a impedir que la gente piense que en realidad va sobre Trump” (John Hoffman, 'Foreign Policy').

El Trump al que matan en la película es un Trump imaginado como un malvado racista, el Trump de muros con México y vetos a inmigración musulmana. Varias escenas se centran en los “racializados” en fosas comunes o campos de refugiados, como principales víctimas de la guerra desatada por el presidente. Por contraposición, el comando que logra tomar la Casa Blanca y derrocar violentamente al presidente está liderado por una mujer negra empoderada: el rostro de la Nueva América. 

Esta escena final, la del magnicidio, no es una escena fea y bárbara, como los trumpistas colándose en el Capitolio. Es una incursión en la Casa Blanca con un impecable tratamiento fílmico, una metódica “operación de limpieza” al estilo de los Seals eliminando a la familia Bin Laden habitación por habitación, bajo el liderazgo luminoso de Obama y con el aplauso del público. Cuando se actúa contra un Trump, el asalto a las instituciones llega a resultar cinematográfico, profesional y democrático. No sabemos si la película ha podido ser una inspiración para el tirador que ha intentado acabar con el expresidente, ni si inspirará a otros futuros terroristas, pero sí es seguramente un buen retrato de la secreta fantasía de muchos que se denominan progresistas y dialogantes y contrarios al odio.

civil war película
Fotograma de la película 'Civil War'.

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