Tantísimas promesas o plegarias... ninguna probablemente atendida, como las de Capote. Exceso de carteles en la que aperece, embellecida, gente que normalmente no sonríe tanto; encuestas donde unos se desnucan y otros trepan; y más y más encuestas; pactos; líneas rojas… El empacho electoral en su punto más alto. Son las segundas elecciones generales en seis meses. Un paisaje alucinado que sobrevino por la falta de acuerdos para fromar gobiernro entre las fuerzas más votadas. Y en esa zarzuela se enconde algo realmente importante. Elegir, ese acto, esconde la tragedia callada de aquello que se deja de lado para al preferir una opción y no otra. La decisión como lugar complicado -y a veces embarazoso- de la libertad.
Se eligen representantes como lecturas, ambos a su manera decisivos en el modo en el que damos relato a lo que somos
Para sobrevivir a semejante odisea -la elección- y sobrellevar como buenamente se pueda todo este asunto, en Vozpópuli hemos propuesto una lista de cinco libros que sirvan para distraer la atención sobre el tema y desinflamar las ideas. Eso sí: de ligeros, nada. Los que aquí se presentan son en verdad ventanas abiertas, de esas que que dejan entrar en la casa una bocanada de otra cosa y distraen el soniquete de la catástrofe. Se eligen representantes en los poderes públicos como lecturas, ambos a su manera decisivos en el modo en el que damos relato a lo que somos... O dejaremos de ser. Dar un rodeo a la realidad, verla desde el ángulo de quienes depositan su voto en una caja de plexiglás. Buscar la vida ahí donde solo parece dominar la polea de la ciudadanía -a veces anónima, al peso, a granel-.
Julio Camba. Tangos, jazz-bands y cupletistas (Fórcola). El sello Fórcola, cuyo catálogo es conocido por la esmerada y singular elección de sus libros y autores, vuelve a desmarcarse con Tangos, jazz-bands y cupletistas. Crónicas musicales, de Caruso a Cléo de Mérod. Se trata de una colección de crónicas y textos periodísticos de Julio Camba dedicados a la música, pero no como docta y especializada entrega, sino como escenas escritas por quien disfruta de ella dejándose llevar por una melodía que suena en un café, entre los ruidos de las cucharillas y de los platos, entre los rumores de las conversaciones y las exclamaciones de las tertulias; o en cualquier calle, incluso al aire libre, en plazas, grandes avenidas, paseos y parques públicos; en pequeñas salas de teatro; en fiestas populares y de los desfiles militares, en los music halls y en las cervecerías. En definitiva, una música fácil y barata, imprevista y gratuita, no demasiado profunda, nada elitista ni hermética, sino fácil y directa, pensada para gustar a todo el mundo. La partitura es la realidad, la sinfonía es Camba.
Jack London. La gente del abismo (Gatopardo ediciones). Es una editorial joven pero ha demostrado tener un catálogo lleno de rarezas, auténticas bellezas, como ésta: un libro sencillamente excepcional. En 1902, Jack London llegó a Londres con la intención de escribir un reportaje sobre el East End, la zona este de la ciudad, donde pasó varios meses disfrazado de vagabundo. Recorrió los barrios pobres, en donde se hacinaban cientos de personas en condiciones muy precarias, mientras que las clases acomodadas vivían meciéndose en la cuna del imperio británico, enriquecido con su política colonial. Una lectura política, a la vez que personal, a mitad de camino entre el dietario y el periodismo. La marginalidad que hace filo en el precipicio. "London descubrió la extrema pobreza, la proliferación de los sin techo que dormían en los bancos de los parques, la desesperación de los desempleados y de los enfermos sin asistencia que vivían en la más absoluta miseria”. De esa experiencia nació La gente del Abismo, un atlas que registra todo aquello que vio cuando se hizo pasar por un marinero sin trabajo, durmió en los albergues públicos, pasó más de una noche al raso y soportó los rigores de quienes habitan la periferia. “Un texto lúcido y estremecedor. Una crítica social extraordinaria y una encendida protesta de la miseria que encubría el país más poderoso del mundo".
Frank Kermode. El tiempo de Shakespeare (Debate) William Shakespeare (Stratford-upon-Avon, Inglaterra, 1564-1616) es una de las voces clave de la literatura universal, comedias y dramas universales donde retrató conflictos que podrían ocurrir en cualquier momento. Sin embargo, Shakespeare también habita un territorio personal, político, social y familiar. Este libro de Frank Kermode -un reconocido especialista en Shakespeare y sus circunstancias históricas- permite ese recorrido vital por una época convulsa, a caballo entre el siglo XVI y los albores del XVII, dominada por la dinastía Tudor. Un período que Shakespeare vivió y describió en sus escenas, atravesado por luchas dinásticas, conspiraciones nobiliarias, la reforma protestante o los problemas planteados por la descendencia en la sucesión real. El autor procura así ubicar y dotar de sentido histórico piezas como Hamlet, Macbeth o El mercader de Venecia en el contexto vital de la realidad de su tiempo. Ese enorme mapa es el que trazan las páginas de este libro.
Juan Tallón. Mientras haya bares (Círculo de Tiza). Aunque ese sea su título, este no es (sólo) un libro sobre bares. Hay mucho más. A mitad de camino entre la prosa poética y el periodismo en su destilado literario –pero también, en menor medida, el ensayo canalla-, Mientras haya bares (Círculo de Tiza) es un libro vivido, escarmentado: las muchas lecturas y desbarrancamientos; la soledad de las americanas que dan vueltas en las perchas de las titorerías, los ferreteros abyectos y desalmados, los fontaneros que sabe que ganrán la batalla. En esta guerra que es vivir, Juan Tallón escribe como columnista y novelista agazapado al mismo tiempo. Su prosa funciona como un objeto afilado que brilla como el más bello puñal. "Un pueblo que pierde la capacidad para convocar una reunión alrededor de la barra de un bar es un pueblo muerto. Da igual que aún tenga habitantes. Como pueblo, es un cadáver". En estas páginas, Juan Tallón da cuenta de la relación entre la literatura y los bares, esa conexión esencial y alimentaria que tienen determinados autores –y muchos, pero muchos lectores- con estas iglesias laicas llenas de taburetes. Pero en esta compilación de ensayos breves hay más, muchísimo más. Está la vida, reventándose como una copa que Paul Auster pudo derramar en un bar de Santiago.
Chapu Apaolza. 7 de Julio (Libros del KO). Para quienes odian la adjetivación del periodismo como literario -redundanacia que a veces se antoja procaz-, este es el libro perfecto. En sus páginas el periodismo es literatura, una que no se sujeta en los artificios de la ficción, sino en la belleza y el vértigo de lo vivido, de lo cierto. En las páginas de 7 de julio, el periodista Chapu Apaolaza entra a correr los San Fermines -lo hace desde los 15 años-. En plena y enfurecida carrera, se detiene para dar voz a todos quienes acuden a Pamplona cada año a correr ante un astado. El guiri temerario, pero también el avezado hombretón que se replica en los muchos Hemingway que aun visitan la fiesta, el hombre de las Ray Ban, el doblador, el vendedor de los periódicos que e blanden en el Ayuntamiento, también al concejal que deja plantado a Arthur Miller para sumarse al encierro. Este libro es puro hueso, ese filo que empitona y abre por igual el corazón que un muslo o un brazo. "Correr en la cuesta es como comerle la boca la bestia, es asomarse a un volcán en erupción a echar una meada", escribe Apaolaza. Un libro para quienes aman San Fermín y también para quienes no lo conocen -el reachso, muchas veces, proviene del desconocimiento). Una joya de cubierta blanca y pañuelo rojo... Una de la que hablaremos en estas páginas, la semana próxima, en la víspera del Chupinazo.