Cultura

¿A qué hueles?; ¿Yo? ¿A qué va a ser...? ¡A libro!

Hay un perfume creado por Geza Schön con aroma de libro recién impreso.  Frédéric Malle, en cambio, ha creado uno inspirado en una novela de Henry James. ¿Perfumes literarios? Sí, en Marabilias hemos conseguido varios.

No todos los libros huelen, pero cuando lo hacen… ¡atrapan! El aroma del papel recién impreso, una rara fragancia que tan sólo aspirar genera el mismo placer que el olor de los zapatos de piel nuevos al sacarlos de la caja o el pan recién horneado. Justamente inspirados en esa esencia de libro fresco, recién salido de la imprenta, el diseñador Geza Schön, en conjunto con la revista Wallpaper y la editorial alemana Steidl, ha creado Paper Passion, un perfume para el que Karl Lagarfeld diseñó el envase y en cuya rojísima vitola puede leerse: "The perfum for booklovers".

Literatura y olores es un matrimonio que ha dado como resultado las más brillantes y exquisitas páginas. El olfato obsesivo de Jean-Baptiste Grenouille, el asesino creado por el escritor alemán Patrick Süskind para su novela El perfume lo demuestra. Publicada en 1985 bajo el título original Das Parfum, die Geschichte eines Mörder, la novela narra la historia de un hombre nacido entre desperdicios de pescado y acogido en un orfanato, alguien obsesionado con los aromas, tanto que llega a clasificarlos con la intención de conocerlos y poseerlos todos. A los 15 años, atrapado por el aroma de una hermosa jovencita pelirroja de 14 años que prepara ciruelas -y ávido por sentir su aroma-, Grenouille acaba por asfixiarla cuando ella lo descubre. A partir de entonces, el objetivo de su vida será poder conservar la fragancia más pura que su nariz llegara a conocer.

Los aromas, casados con las obsesiones, el placer o el disgusto, y sobre todo con la memoria, tienen la propiedad de la buena literatura: grabarse en nuestra mente, durante años, a veces escondidos, agazapados, esperando el momento para rebrotar con un golpe de viento que agita una cabellera o el roce con un desconocido entre la multitud. Cabe de todo en el lomo de un libro y también en un envase de cristal. Pero volvamos a los estantes de las perfumerías, que nos ocupan tanto como los de las librerías, al menos en este caso.

En 2011, Frédéric Malle, nieto del fundador de los perfumes Christian Dior,  presentó Portrait of a Lady, una fragancia inspirada en la novela de Henry James. Malle inventó el término "editor de perfumes". Y lo hizo con la idea de producir composiciones únicas, para venderlas con la firma de sus verdaderos autores. Su analogía con el mundo literario le permitió dejar muy clara  la idea que tenía en su cabeza al momento de crear un equipo.  Los perfumistas, es decir,  "sus autores" podrían crear la fragancia que quisieran sin preocuparse por el tiempo o el dinero que invirtieran inventándola, y mucho menos por el hecho de que ésta se acoplara o no a la moda.

De las narices más inquietas han nacido las ideas más exquisitas. Por ejemplo, Cyrano de Bergerac está detrás del nacimiento de Panache, una fragancia unisex de Parfums delRae creada por el francés Yann Vasnier.¿Qué tienen que ver un fransquito con extracto de rosa y jazmín con el personaje de Edmond Ronstand? No se limita el asunto a la prominente nariz del poeta, tiene que ver más bien con la última palabra que pronuncia en la obra de teatro original: “Panaché”, una expresión que alude, en francés,  al temperamento temerario, insensato y libertino, rasgos sin duda atribuibles a este personaje de la Francia del 1600 -existió, por cierto- que se nos revela en la mente con el rostro de Gérard Depardieu, quien le caracterizó en el cine.

Pero hay más, al menos nos queda uno. La boutique Parfumerie Générale creó en su momento Querelle, un perfume para hombres y mujeres fabricado con extracto de mirra, canela e incienso que tomó su nombre del libro de Jean Genet Querelle de Brest. Publicado en 1947 –y adaptado al cine en 1982, por Fassbinder- el libro narra  las andanzas del marinero Georges Querelle, personaje tan seductor como... ¿inmoral?, cuyas peripecias vitales arrastran al lector por puertos, burdeles, habitaciones... un mundo de amor salvaje y masculino que causó, por cierto, un gran escándalo. ¿A qué olería, realmente, Querelle?

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