Quizá sería más barato construirse una sala de proyección en casa, pero hay gente que prefiere pagar 5.300 euros por la experiencia cinéfila más lujosa del mundo: con menú gourmet y 30 butacas de cuero distribuidas en cómodos sofás en los que es posible hacer sobremesa y comentar la película. Se trata de Cine Chef, en Seúl, una exclusiva sala que aparece en casi todas las guías turísticas de Corea del Sur. Pero hay otras opciones, como por ejemplo el Thisio, un cine al aire libre construido en 1935, a los pies de la Acrópolis de Atenas. Sólo abre de abril a octubre. Situado en la calle Apostolou Pavlou 7 e incluido entre las diez mejores salas del mundo, tiene una vista privilegiada del Partenon.
El siguiente no está frente a la acrópolis, pero forma parte eso sí del complejo cultural Matadero, en Madrid. Se trata de la Cineteca, primera y única sala de España dedicada casi en exclusiva al cine de no ficción y documentales. Cuenta con varios espacios, uno de ellos, la Sala Azcona -bautizada así en homenaje al célebre guionista de origen logroñés- es un espacio de difusión de la obra de los creadores del sector audiovisual. En torno a ella, se articulan otros espacios: una sala polivalente (la Sala Borau), el Plató, y el Patio de Cineteca. En ellos se realizan proyecciones y producciones de eventos de diferentes formatos y estilos, apostando siempre por el mayor interés cultural.
Si Kinépolis de Pozuelo, en Madrid, es una de las salas más grandes de Europa, el Sol Cinema en Londres es el más pequeño. Caben hasta 8 personas, que pueden disfrutar de las proyecciones o aportar ellos mismos sus grabaciones. También en Londres está el Electric Cinema, el cine más antiguo de esa ciudad. Su primera proyección fue en 1911. También el de los más antiguos, pero en este caso en los EE UU, está el Shankweiler, el segundo drive-in de Norteamérica. Abrió en 1934 y todavía funciona. Y para a aquellos a quienes les gustan las alturas, el Rooftop Cinema ofrece sus proyecciones en la azotea-bar en Melbourne –Australia.