El realismo es el arte menos arrogante, ha dicho Antonio López. Sea o no falible la frase del pintor manchego, de lo que no cabe duda es de que el realismo es una corriente amable, de fácil deglución en un espectador promedio. Programarlo es un acierto. Y en el museo Thyssen-Bornemisza lo saben. Por eso, y como quien quiere echar mano de una receta infalible, la pinacoteca madrileña repite el espíritu de la antológica de Antonio López de 2011 -un hit de visitas que revalorizó la obra de López-, pero esta vez desde una perspectiva de grupo. A partir de este martes 9 de febrero se exhiben cerca de 90 obras de los integrantes de lo que se conoce como Realistas de Madrid.
Todos ellos artistas consagrados, los integrantes de este grupo generacional de pintores y escultores, además de su amor a la figuración, los ha mantenido juntos el hecho de que todos han vivido y trabajado en Madrid desde la década de los 50.
Mientras que Antonio López (Tomelloso, 1936) ha sido durante varios años el pintor español vivo más cotizado y la presencia de la obra del escultor Julio López Hernández (Madrid, 1930) es habitual, Esperanza Parada (El Escorial, 1928-Madrid, 2011), Amalia Avia (Toledo, 1930-Madrid, 2011) y María Moreno (Madrid, 1933) se han situado más en un segundo plano.
A partir de este martes 9 de febrero se exhiben cerca de 90 obras de los integrantes de lo que se conoce como Realistas de Madrid
Diferente es la historia de Isabel Quintanilla (Madrid,1938) y de su esposo Francisco López Hernández (Madrid, 1932), que han vivido varios años fuera de España y cuya obra se ha vendido principalmente en Alemania.
Antonio López, el frontman del Realismo español
Los comisarios de la muestra Guillermo Solana, director artístico del museo, y María López, hija de Antonio López, han procurado una selección específica: conseguir aquellas piezas que no consiguieron exhibir en 2011. Muchas de las obras que forman parte de esta muestra responden a esa lógica. Así ocurre, por ejemplo, con Taza de váter y ventana, que se exhibirá junto con Lavabo y espejo, una pintura icónica que pertenece al Museo de Arte de Boston y que no estuvo en la exposición de 2011.
Importante es también el préstamo de El cuarto de baño, obra de 1966. Se trata, según el Thyssen de una obra absolutamente inédita jamás exhibida en España. Es la primera de las pinturas que hizo con esta temática y fue comprada por un artista que se la llevó a Nueva York. También se exhibirán dos vistas de la Gran Vía, una de ellas finalizada el pasado año y vendida a la colección Pérez Simón, y otra de la colección de Antonio López. También se han incluido dos vistas de Madrid muy tempranas que no se habían mostrado; inédita es también Ventana de noche, recientemente finalizada.
Según escribe Jürgen Schilling en el catálogo de la exposición, la propia esencia del realismo certifica su supuesta naturalidad plástica: "La honesta concentración, sin lugar para concesiones o veleidades, en una figuración obsesivamente detallista, cuyo objeto es principalmente el medio social privado del artista". Esa misma dinámica estética tiene una impronta, o mejor dicho, está propiciada por vínculos familiares y de amistad que sujetaron al grupo durante tantos años y en la que las rivalidades individuales "quedan relegadas en beneficio de un intenso intercambio intelectual y técnico-artístico" han ido elaborando su estilo, perseverante y carente de pretenciosidad, con el que han conquistado "un terreno abandonado por las artes plásticas contemporáneas y que se tenía por trasnochado", según Schilling.
Importante es también el préstamo de "El cuarto de baño", de Antonio López, que según el Thyssen, es una obra inédita jamás exhibida en España
Una mirada sobre los que miran
La exposición sigue un recorrido temático de lo íntimo a lo público, a través de temas que todos ellos comparten, empezando por De la mesa a la Ventana donde se muestran una serie de naturalezas muertas de Isabel Quintanilla, María Moreno, Francisco López, Esperanza Parada y Julio López.
Los interiores domésticos se reconstruyen con piezas clave como Lavabo y espejo o Taza de váter y ventana, de Antonio López, El comedor de Amalia Avia, o El teléfono y Habitación de costura, de Isabel Quintanilla. La casa sigue siendo protagonista en los largos corredores de María Moreno, Antonio López o Francisco López.
Relieves y dibujos de Francisco López comparten sala con obras destacadas de Isabel Quintanilla, como Ventana; El pasillo/Portal de Tomelloso de María Moreno o El cuarto de baño de su marido Antonio López.
Los patios, jardines y el entorno más inmediato de sus casas protagonizan el siguiente espacio. Todos ellos han vivido en casas bajas de viejas colonias madrileñas que quedan reflejadas en obras como Jardín o La higuera, de Isabel Quintanilla; Entrada de casa o Jardín de poniente de María Moreno. Estas obras dialogan con dibujos y esculturas de Antonio y Francisco López en las que retratan su entorno más próximo, principalmente a los niños, en ese espacio que recrea un lugar de encuentro y esparcimiento de familia y amigos.
Frente a las figuras de carácter más íntimo y escala modesta, se sitúa la figura humana más monumental con importantes esculturas de Julio López, como El alcalde, El sueño o El hombre del sur. Las vistas urbanas de estos artistas proponen un paseo por los rincones y las calles de Madrid, en los que se descubren la tienda de maquinas o el Ministerio de Fomento bajo la mirada de Amalia Avia, o dos vistas de Madrid de Antonio López de la década de 1960.
Vistas de la periferia, de Isabel Quintanilla, María Moreno o Antonio López, se muestran junto a las de la Gran Vía de este mismo artista y de su mujer. Puerta del Sol de Amalia Avia y dos panoramas de Roma pintados por Isabel Quintanilla destacan también en un recorrido que finaliza con Ventana de noche, una obra reciente en la que Antonio López refleja una original visión de gran angular.