Cultura

“No sólo la Iglesia, también los científicos ateos censuraron al Darwin interesado en Dios”

¿Por qué Charles Darwin está enterrado en la Abadía de Westminster? ¿Acaso el hombre que enfrentó su teoría evolucionista a la creacionista se convirtió al cristianismo en los últimos años de su vida? Son esas algunas de las preguntas que la escritora Sabina Berman se hace en su novela El Dios de Darwin (Destino, 2013).

  • Una imagen de Charles Darwin, de quien el próximo 12 de febrero se celebra el aniversario de su nacimiento, y protagonista de esta novela.

Está segura de que habrá quienes arrojen la novela por la ventana, pero eso no le preocupa en lo más mínimo. Sabina Berman lo tiene muy claro: con sembrar la duda le basta. Así se lo propone en El dios de Darwin (Destino, 2013), la segunda novela que dedica la autora mexicana a Karen Nieto, una niña autista que  tras vivir aislada en una playa comiendo arena, empieza a relacionarse con los demás gracias a su lectura de un libro: El origen de las especies, publicado en 1859 por Charles Darwin.

Psicóloga de formación, la escritora mexicana retoma el prisma del autismo, a la vez que rescata no solo la biografía de Darwin, sino las preguntas y hallazgos del científico acerca de Dios a lo largo de toda su vida. Se trata de un thriller –así lo define su autora- en el que la investigación sobre el naturalista y sus aportaciones a la ciencia se mezclan con la ficción, llevando como hilo argumental la desaparición de un profesor universitario que guardaba celosamente "el secreto de Darwin".

La encargada de descifrar dónde está ese profesor y qué se oculta sobre Darwin será justamente Karen Nieto, una joven chica autista a quien Berman ya dedicó en 2010 La mujer que buceó dentro del corazón del mundo, publicada en más de 33 países. Resulta especialmente poderoso que Berman decida que sea ella –una chica, en teoría, alejada de la realidad- la que acuda en busca de uno de sus enigmas irresueltos: la teoría de la Evolución.

“Karen es perfecta para esta historia. Es una materialista radical. Está en contacto con la realidad y descree del lenguaje. ¿Quién mejor que alguien que sólo percibe para desentrañar a Darwin y la existencia de Dios? Cuando ella entra a una iglesia y ve unos ángeles, lo primero que hace no es sobrecogerse, sino preguntarse si existe esa especie intermedia entre pájaros y aves. Y va a buscarlo a una enciclopedia”, cuenta Berman, quien visitó Madrid en estos días para promocionar el libro.

¿Qué pone en marcha la novela? Dos preguntas, mejor dicho tres: ¿por qué está enterrado Darwin en una iglesia? ¿Al final de su vida se convirtió al cristianismo? ¿Qué permanece oculto de su obra? El llamado “secreto de Darwin” que mueve toda la historia es el atajo que usa Berman para trabajar  la parte más desconocida de la obra de Darwin, la que "se quedó oculta, acaso apartada”.

“No sólo la Iglesia Católica, también los científicos ateos censuraron al Darwin interesado en Dios. Era una manera de hacerlo digerible"

“No sólo la Iglesia Católica, también los científicos ateos censuraron al Darwin interesado en Dios. Cuando, en un primer momento, se publicó su autobiografía no existía ni una mención a Dios. Más de un siglo después, su nieta reveló que esa autobiografía había sido censurada. Se quitaron 21 folios, todos relacionados con Dios. Era una manera de hacer culturalmente más digerible a Darwin”, comenta Berman, una escritora a quien la existencia de Dios preocupa, y mucho.

"A Darwin nos lo han planteado como un hombre que se desinteresó por la religión, pero eso es falso”, cuenta Berman, quien además introduce en el libro personajes como Thomas Huxley , biólogo británico, muy cercano al autor de La evolución de las especies e incluso conocido como el Bulldog de Darwin por su defensa de la teoría de la evolución. “Todos los demás personajes le dicen que niegue a Dios ya que sus teorías son incompatibles pero Huxley, padre de dos premios Nobeles, el escritor y el matemático, le dice que no. Es un tipo muy impulsivo y que justamente le aconseja no abandonar el tema de Dios”.

Nieta de un hombre que transcribía biblias e hija de padres ateos, Berman fue a una escuela en la que durante cuatro horas diarias le hicieron leer y memorizar la biblia en hebreo. “Esa es una confusión que he llevado todos estos años y me propuse disolverla”, cuenta.

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