Este viernes, Mario Vargas Llosa ha cumplido 78 años. Y la dicha es doble. A la fortuna de la longevidad del Premio Nobel hay que sumar una más: la primera edición del Premio Bienal que lleva su nombre ha recaído sobre una magnífica novela, Prohibido entrar sin pantalones (Seix Barral), del español Juan Bonilla (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1966). El galardón ha nacido con buena salud, tanta como la que rebosa a su homenajeado. Tranquiliza que, a veces, los premios se concedan a escritores de verdad. Y Bonilla es uno de esos.
El fallo del premio ocurrió este jueves en la noche, en Lima, ciudad en la que se celebró esta semana un encuentro con más de 30 escritores de América Latina y España, reunidos en la capital peruana para homenajear al Nobel. El jurado estuvo presidido por el director de la Real Academia Española, José Manuel Blecua, e integrado por la escritora brasileña Nélida Piñón, Premio Príncipe de Asturias de las Letras; el ensayista y crítico mexicano Christopher Domínguez Michael; el crítico chileno David Gallagher, y Marco Martos, presidente de la Academia Peruana de la Lengua. El premio, que fue entregado por el escritor por Mario Vargas Llosa en una ceremonia en el Teatro Nacional, está dotado con 100.000 dólares (unos 73.000 euros).
Bonilla, quien figuraba como finalista junto al colombiano Juan Gabriel Vásquez y el español Rafael Chirbes, sorprendió el año pasado con Prohibido entrar sin pantalones (Seix Barral), una novela que retrata la vida del poeta ruso Vladimir Maikovski, un hombre que se adelantó un siglo en todo cuanto hizo: desde la publicidad hasta el performance. Él era su profesión. Su personaje. Su mejor creación. Un hombre excesivo y arrogante. Una hipérbole. Y si algo hace Bonilla en su libro es retratarlo con las mismas herramientas. Una novela que es poemario, una historia magníficamente contada que se movía como rareza la primavera pasada en las estanterías de las librerías.
El jurado del premio valoró el respeto que puso Juan Bonilla en dejar al lector la libertad moral de juzgar la conducta del poeta Maiakovski ante la historia y frente a su fatal elección personal. Tras la muerte de Lenin, el pedestal de Maikovski como poeta nacional se desplomó. Se convirtió en diana de la ira de los nuevos escritores del realismo social alentado por Stalin, quienes le tacharon de elitista, consentido y burgués. Aquel hombre que igual podía partirle la cara a los simbolistas de San Petesburgo y Moscú disfrazado con una chistera, fue apagándose, como el sueño revolucionario en el que creyó. Acaso por eso decidió ejecutar su acción poética más extrema: dispararse en el corazón. Lo hizo en 1930.
Al recoger el premio, Bonilla expresó su natural alegría y dijo que el galardón "inyecta vida a su novela”, que ahora podrá resucitar y se leída en leer en muchos sitios distintos". Sobre Maiakovski, explicó el jerezano los motivos que le llevaron a él: "porque es el gran espejo de una época fascinante que, de hecho, es la madre de nuestra época" y que sirve de hilo narrativo para reflexionar acerca del papel de la poesía en la sociedad. Ya unas horas después, a las siete de la mañana en Lima y las 13.00 horas en España, el escritor comentó a Vozpópuli vía telefónica la satisfacción que supone inaugurar este Premio.
Juan Bonilla, Premio Biblioteca Breve en 2003 por Los príncipes nubios, es autor de una obra que se sostiene en casi todos los registros. Lo distingue su uso del lenguaje, su capacidad para hacer de la prosa un artefacto preciso, como lo demostró en El que apaga la luz -libro con el que se dio a conocer- para confirmarlo luego en sucesivas ocasiones, la más reciente Una manada de Ñus (Pre-textos, 2013) un volumen de cuentos reunidos en un libro sobrecogedor, narrado en una primera persona paranoica y obsesiva de un hombre habla –a veces, no siempre- de su adolescencia, también de las muchas estampas que pueblan su vida. Suyas también son -entre otras- las novelas Yo soy, yo eres, yo es (1995) y Nadie conoce a nadie (1996).
El Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, que se convocará cada dos años con la intención de reconocer la mejor novela publicada en español, recibió en esta primera edición 324 novelas, de diecisiete nacionalidades. Las novelas En la orilla, de Rafael Chirbes (Anagrama), y Las reputaciones, de Juan Gabriel Vásquez (Alfaguara) quedaron como finalistas. La Bienal estuvo organizada por la Cátedra Vargas Llosa, Acción Cultura Española (AC/E), la Universidad de Ingeniería y Tecnología de Perú y el Grupo Hochschild, con la colaboración de la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, el Ministerio de Cultura de Perú, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y el Museo de Arte Contemporáneo de Lima.