En la Edimburgo asfixiada por las consecuencias de las políticas de Margaret Tatcher abundan las huelgas mineras y el paro aumenta a un ritmo enloquecido. La heroína corre por las calles, llevándose a su paso todo lo que consigue, especialmente a los jóvenes. No hay futuro, acaso porque nadie se plantea que tal cosa exista. Ese fue el argumento de Trainspotting, el libro que lo llevó a la fama, y en cuyas páginas Irvine Welsh reflejó una Escocia socialmente castigada y oprimida por Inglaterra. Su visión literaria condicionó el retrato de una sociedad para la que el escritor defiende hoy la autodeterminación: “El sí en Escocia merece tener éxito en septiembre”, ha dicho esta semana en unas declaraciones publicadas en el diario británico The Guardian.
"El genio está fuera de la botella. El tema, así como los ciudadanos a favor del Sí no van a desaparecer"
Irvine Welsh, quien estuvo hace poco en Barcelona, no entró en detalles sobre la influencia que podría tener la consulta en Cataluña, cuyos sectores independentistas ven en la experiencia escocesa un posible empujón a sus pretensiones de separarse de España. El gobierno español, en cambio, apuesta por el fracaso escocés justamente como una forma de desinflar el suflé catalán. Sin embargo, y concentrándose en el tema del Sí a la independencia, Irvine Welsh reivindicó la transformación social que esta opción encarna.
“La campaña por el sí ha dado poder a la gente; la ha animado a tomar el control de su propio destino. Supone una esperanza para sus familias y la comunidad para tener un futuro real. El principio es muy simple: se trata de invertir los recursos nacionales en la educación, la salud y la vivienda, en lugar de ser desviados a las cuentas en el extranjero o malgastado en conflictos en el extranjero. El sí en Escocia merece tener éxito en septiembre con un voto positivo. De cualquier manera, el genio está fuera de la botella, y el tema, así como los ciudadanos de este nuevo poder que se ha creado, no van a desaparecer”.
"El sistema de partidos en Inglaterra está en bancarrota moral"
Welsh destacó de qué forma la campaña a favor del sí pasó de ser percibida como “anti-británica” a ser considerada la vanguardia de un movimiento más amplio para restaurar la democracia. El novelista y dramaturgo cargó además tintas contra Inglaterra; y vaya que se quedó a gusto: “El sistema de partidos en Inglaterra está en bancarrota moral: no hay respeto ni aprecio hacia los políticos de carrera; cada vez son más los encubrimientos y conspiraciones que aceleran la muerte de ese sistema. Muchos ciudadanos ven el Reino Unido como un Estado fallido. Se ha afianzado el derecho de poder y privilegios por encima de la aspiración a una verdadera democracia”.
Los neoliberales ochenta
Veinte años después de Trainspotting (1993), que fue llevada al cine por Dany Boyle, el escritor escocés Irvine Welsh presenta Skagboys, una precuela en la que relata cómo los protagonistas de aquel éxito literario se engancharon a las drogas en los ochenta, una década que él considera fundamental para entender el hundimiento y la marginalidad de Escocia. Fue en esos años, insiste, donde empezó "la economía neoliberal, el paro, las drogas y la masiva redistribución de la riqueza entre los más ricos”.
Reaparecen así Renton y Sick Boy, protagonistas de Trainspotting. Muchos de los personajes de ese libro, aparecieron luego en otros como Acid House y Pesadillas del Marabú, a la manera de una estampa generacional que se valió de la historia de un grupo de yonquis en Edimburgo como una herramienta para preguntarse por el futuro de una sociedad sin perspectivas. A través de Renton, el personaje principal de Trainspotting, Welsh descarga durísimas críticas contra la sociedad inglesa, demasiado tradicional y amoral, y se reserva además la posibilidad de convertirlo en diseño de su propia vida. En un comienzo condenado al hoyo de las drogas, Renton decide salvarse de la autodestrucción.