Amor por la pintura, estallido de color, armonía, alegría y vibración de sentimientos forman el Paraíso escondido que Pierre Bonnard descubrió en la vida cotidiana y que se muestra en la primera retrospectiva del artista que la Fundación Mapfre trae a España después de más de treinta años.
La exposición proviene de París, donde ha recibido más de 500.000 visitantes, y ofrece según sus organizadores una mirada renovada sobre la original obra del artista francés, una figura decisiva en el nacimiento del arte moderno y miembro fundador del grupo simbolista Los Nabis cuya obra, de tan poderosa y compleja, resulta inclasificable.
Organizada junto al Musée d'Orsay de París y los Fine Art Museums de San Francisco, se muestran ochenta pinturas, doce dibujos y medio centenar de fotografías cedidas por más de treinta colecciones públicas y privadas, entre ella el museo d'Orsay, el Pompidou, la Tate de Londres, el National Museum de Tokyo, la National Gallery de Washington y el Metropolitan de Nueva York.
"En unos años en que se redescubre el placer de la pintura, los artistas españoles pusieron sus ojos en este artista"
Bonnard (1867-1947) fue una gran referencia para pintores españoles de los años 80, como Carlos Franco o Alfonso Albacete. "En unos años en que se redescubre el placer de la pintura, los artistas españoles pusieron sus ojos en este artista", en opinión de Pablo Jiménez Burillo, comisario y director del Área de Cultura de la Fundación Mapfre.
Para esta institución, mostrar la obra de Bonnard es especialmente importante ya que él reescribe muy bien y de manera muy distinta y generosa la forma de entender la historia del arte moderno y contemporáneo. En lugar de plantearlo como una sucesión de movimientos "crea una poética personal. Un mundo reducido, con un estallido de color y una pincelada, con la que intenta convencernos de la belleza de la pintura y de que el mundo puede ser mejor a través del arte".
Las aportaciones de Bonnard son, según el comisario, fundamentales para comprender la transición entre el postimpresionismo y el simbolismo, en un momento en que la pintura experimentaba una revolución radical a través del color. Bajo la influencia de la pintura de Gauguin y de la estampa japonesa, desarrolló un estilo verdaderamente original, que plasmó en distintos soportes, desde biombos y carteles hasta pinturas murales de gran tamaño.
El recorrido temático se inicia con el Bonnard nabi "en el que vemos su gusto por lo japonés y la importancia de los biombos partir de los que creó unos cuadros estrechos y alargados", ha comentado Jiménez Burillo. A continuación, la exposición entra en el mundo "Interior", con unos lienzos en los que plasmó su mundo cotidiano, su vida familiar y la intimidad de su hogar, temas con los que expresa sentimientos como la ternura, la incomunicación o el erotismo.
"Bonnard es un pintor muy reflexivo con un gusto muy especial no solo por el color sino por la ordenación de los espacios"
"Valiente en sus composiciones, le gusta cortar a sus personajes. Para él la composición era muy importante, además del color. Todo es más complejo de lo que parece. Bonnard es un pintor muy reflexivo con un gusto muy especial no solo por el color sino por la ordenación de los espacios. Sus personajes están aislados, no miran al espectador en unas obras en las que hay varias realidades al mismo tiempo", según el comisario.
La "Intimidad" es uno de los capítulos más destacados de la exposición y en él se aprecia cómo convirtió la representación del cuerpo desnudo dentro del ámbito doméstico en uno de sus temas predilectos. Estos desnudos permiten contemplar la evolución desde sus pinturas más oscuras y eróticas del cambio de siglo hasta la explosión de luz y color que se produce en su obra tardía, pasando por obras llenas de misterio y melancolía.
En el recorrido se pueden contemplar también apartados dedicados a los retratos, a los paisajes y a las grandes decoraciones, con cuadros de gran formato que introducen al espectador en la obra y en el proceso creativo de Bonnard.