Cultura

Dani Rovira: "Eres más feliz quitándote importancia y de ahí nace el humor"

Protagoniza la comedia 'Cuerpo escombro' junto a Ernesto Sevilla, María Hervás, El Langui y Cassandra Ciangherotti que llega esta semana a los cines

A pesar de no acumular un ritmo de rodajes muy intenso, lleva un verano de promoción constante. Dani Rovira ha estrenado este verano y con pocas semanas de diferencia un total de tres ficciones: El bus de la vida, El campeón y ahora Cuerpo escombro, que llega este viernes a los cines. En esta ocasión, da vida a un ingeniero que, después de endeudarse tras un invento fallido, tiene que encontrar un trabajo como sea para evitar que el banco embargue la casa de sus padres, para lo que, con la ayuda de su hermano, un jeta sin límites al que interpreta Ernesto Sevilla, recurrirá a la mentira como único salvavidas.

Con motivo de este estreno, Vozpópuli ha hablado con él sobre la resaca del éxito de Ocho apellidos vascos, los límites del humor, sus deseos para el futuro y el miedo a la muerte.

Pregunta: Interpretas a un personaje que es capaz de hacer cualquier cosa por conseguir lo que busca. ¿Te has visto en alguna situación similar?

Respuesta: No una liada como esta ni a través de una mentira tan grande como esta, pero sí envalentonarme y cuando llega el momento en el que empiezas a hacerlo pensar que quizás te viene grande. Por ejemplo, en la primera gala de los Goya, el director de la ceremonia me preguntó: "Dani, ¿tú bailarías claqué?". Me ves a mí dando clases un mes antes y pensando: "En qué momento me he metido en este lío si yo no sé hacer esto". Eso es lo que hace el personaje, tira hacia adelante. 

P: ¿Es importante tener un punto de inconscuencia en ciertas profesiones, como la del actor?

R: Desde que empecé en el cine, cuanto más ruedo más inseguro me siento, porque vas tomando consciencia de en qué consiste esta profesión, vas viendo más cine, a compañeros, y ves que tienes menos idea. Cuando hice Ocho apellidos vascos había un punto de inconsciencia brutal, no sabía ni lo que estaba haciendo. Me limité a jugar y salió bien, pero cuando empiezas a conocer la profesión te das cuenta de que cuanto más sabes te das cuenta de que menos sabes. 

P: ¿Y el síndrome del impostor?

R. Sí. De hecho, durante muchos años tenía un sueño recurrente que era siempre ir de adulto al colegio, al instituto o a la universidad, habiendo tenido las tres cosas hechas. Era recurrente y se lo conté a mi terapeuta, y me dijo que tenía mucho que ver con el síndrome del impostor. Cuando uno tiene la sensación de haberse colado y no merecerlo, en el sueño se traduce en ir al ámbito académico. 

P: Y en una profesión tan expuesta, en la que todos juzgan, ¿cómo te afecta?

R: Afecta, pero con los años, tengo el síndrome del impostor, pero un poquito. Hay una parte de falsa modestia. Creo que lo hago bien, que merezco estar donde estoy y con mucha humildad y respeto por la profesión, pero cada vez se me va quitando un poco más. Con las críticas también. Lo primero que me pasó fue la gran ola de Nazaret, y después de eso cualquier oleada de redes sociales, de linchamiento, de críticas lo tengo bastante trabajado. Aunque no se acostumbra uno nunca a que te critiquen, hablen de tu vida privada o te juzguen sin conocerte. 

P: ¿Cuánto tiempo ocupa en tu cabeza Ocho apellidos vascos, a pesar del tiempo que ha pasado?

R: Si me acuerdo es por estímulos externos, aunque algún día te puede llegar el recuerdo de algo. Fue empezar por el mayor éxito que se puede haber tenido a estos niveles, pero conforme uno va haciendo otros proyectos empieza a ver que el éxito también corre por otros caminos. Películas como 100 metros o Mediterráneo, a nivel personal veo que son películas que han tenido muchísimo éxito porque te sigue llegando gente con esclerosis que han cambiado el chip. A nivel de taquilla no puedo poner el listón más alto, y ahora con las plataformas, menos. Para mí el éxito de una película se mide en otras cosas. 

Dani Rovira y el peso de Ocho apellidos vascos

P: ¿Llegaste a elegir los proyectos como reacción a aquel éxito?

R: Me ha llegado de todo, pero tendía a fijarme en proyectos que no tenían que ver con comedia o con comedia romántica, que es lo que me llegaba. 'Cuerpo escombro', más allá de hablar de inclusión, es una comedia muy macarra. Quiero seguir haciendo este tipo de cosas. Quiero historias que me guste contar, sea cual sea el género y el personaje que te toque. Por suerte he podido elegir, otras veces he hecho porque no he podido elegir nada mejor. La vida es así, te van soltando en el camino, pero yo no elijo, por desgracia o por suerte. 

"Si mañana llega alguien y me ofrece un musical, tiraré para adelante. Hacemos películas, no abrimos a corazón abierto"Dani Rovira, actor

P: ¿Hay hoy en día una piel muy fina cuando se trata de comedia?

R. Es el eterno tema de la ofensa y los límites del humor, pero nunca se habla de los límites del drama o de la ofensa. Mi límite del humor está donde está tu límite de la ofensa. Si me tomo una cerveza contigo, suelto chistes y eso ofende, pues como persona empática que soy dejo de hacerlos. Pero en un proyecto enorme, como una película o un espectáculo, no puedes estar pendiente de dónde tiene cada uno sus líneas o sus límites de la ofensa. Si alguien se ofende es lícito, pero tu ofensa no puede ser ley para que nadie vea esa película, escuche a ese cantante o lea ese libro. 

P: ¿Te gustaría tener una oportunidad con un papel dramático?

R: No espero nada de la vida, ni bueno ni malo. He aprendido a vivir el presente y lo que me vaya llegando. Me llegan olas y las surfeo como puedo. Ya creo que la vida me ha regalado papeles muy bonitos tanto de comedia como de drama. Si mañana llega alguien y me ofrece un musical, tiraré para adelante. Hacemos películas, no abrimos a corazón abierto. El miedo no lo uso para el corazón. 

P: ¿Se toma demasiado en serio la profesión?

R: En mi vida la cultura es básica, porque es mi refugio cuando estoy conmigo, que soy mi persona favorita. Para mí, leer un libro o poder compartir cine es el alimento del alma. También es verdad que se les da una importancia a los actores, se les hace unas preguntas que a veces te preguntas qué le importa a la gente lo que piensa un cómico o un actor sobre, no sé, los vientres de alquiler. Luego, cuando damos nuestra opinión, se nos critica porque somos un poco absurdos. Decía un filósofo que una de las claves de la felicidad era no darse importancia, y cuando lo haces re relajas un montón porque lo tienen otras cosas. Eres más feliz quitándote importancia y de ahí nace el humor. Haces una broma de algo pero antes haces tres sobre lo tuyo. Que esté más castigado el humor que la realidad, parece que se persigue a alguien que hace un chiste sobre pederastia que a alguien que dice cosas de verdad.

"Es muy importante tener presente la muerte, porque si la tapamos, la ocultamos, la maquillamos, parece que no existe, y al no tener el concepto de la muerte igual estás viviendo la vida a medio gas"Dani Rovira, actor

P: En El bus de la vida interpretas a un personaje con cáncer. ¿Fue complicado para ti, después de haber sufrido la enfermedad?

R: Tenía un poco de respeto a afrontarse papel porque solo en la lectura de guion me removía muchas cosas, pero creo que podía aportar al personaje mi verdad. Me parecía interesante poder hacer una película sobre el cáncer habiéndolo pasado. En el rodaje me di cuenta, más allá de que fue catártico, de que yo ya estaba sanado de muchas cosas, no solo a nivel físico, porque en los momentos en los que tenía que conectar con la emoción mi cerebro sabía que ya lo había pasado. En un primer momento me costaba, pero por otro lado sabía que ya estaba curado. Es muy importante tener presente la muerte, porque si la tapamos, la ocultamos, la maquillamos parece que no existe, y al no tener el concepto de la muerte igual estás viviendo la vida a medio gas. Cada vez estoy más en contacto con la muerte. No me quiero morir, pero no me da miedo. El día que llegue me voy a ir haciendo la conga, porque he vivido tres vidas en una. El milagro es que estemos vivos.

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