En nombre de la defensa de los derechos de sus representados, la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) acumuló un poder político y económico de proporciones delirantes. No hubo quien se librara de sus multas: bares de carretera comarcal, bautizos, comuniones, pasacalles, verbenas de instituto... todos pagaron por usar música comercial sin seguir el protocolo. Pero el asunto terminó; y de muy mala manera. Corría el verano de 2011 cuando una espectacular operación policial defenestró a la cúpula directiva de la SGAE; justo el mismo día en el que Teddy Bautista iba a ser proclamado, una vez más, ganador de las elecciones a la presidencia. Fue un escándalo: apropiación indebida y gestión fraudulenta. Y aunque estaban imputados muchos directivos, sólo uno fue condenado. Uno. Éste.
Se trata de Pedro Farré, quien tras ser juzgado y sentenciado a cumplir dos años y medio de cárcel por apropiación indebida y falsedad documental (pagó 40.000 euros de servicios de prostitución con la tarjeta corporativa), lo cuenta todo en el libro Cazado. El Hombre de la SGAE que sabía demasiado (Península), En estas páginas, Farré relata y detalla desde los entresijos de la lucha antipiratería hasta los intentos de Teddy Bautista para entrar en contacto con Luis Bárcenas, a través de Farré: el único que terminó tras las rejas. Al momento de celebrar esta entrevista, a Farré le quedan dos horas libres antes de volver a dormir a prisión. "Obtuve el tercer grado el miércoles". Hace menos de ocho días.
Uno de los hechos más relevantes que Farré relata en el libro ocurrió en uno de los congresos del PP de Madrid. Bautista le pidió a Farré que se informara sobre los patrocinios de las empresas al partido
Pedro Farré trabajó entre los años 2002 y 2009 en la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), primero como director de la Oficina de Defensa de la Propiedad Intelectual, desde donde se puso en marcha la campaña antipiratería, y más tarde como director de relaciones corporativas y miembro del consejo de dirección de la entidad. De esos años conserva jugosos recuerdos: desde el poder creciente de la SGAE bajo el ala de los gobiernos socialistas, hasta el empeño de la entidad de gestión por congraciarse con el PP, que no miraba del todo con buenos ojos a la institución, por considerar a sus directivos como "la punta de lanza de los rojeras", según cuenta en el libro.
Uno de los hechos más relevantes y significativos que Farré relata en el libro ocurrió en uno de los congresos del PP de Madrid, al que acudieron tanto Teddy Bautista como él, con la intención de acercarse a los populares. Farré asegura que ambos "se sorprendieron" al ver que había algunos patrocinios de empresas privadas en el propio congreso político. El entonces director quiso enterarse de qué forma la entidad que él comandaba podía aprovechar ese atajo y mandó a Pedro Farré a enterarse:
"Bautista me pidió que me informara sobre cómo funcionaban aquellos patrocinios. Al cabo de unos días me puse en contacto con una persona de Génova para preguntarle qué fórmulas de colaboración existían.
—Todo eso lo lleva Luis —me contestó mi contacto.
—¿Qué Luis? —pregunté ingenuo.
—Luis, Luis Bárcenas".
"Por suerte nunca llegué a ponerme en contacto con el tal Luis Bárcenas, del que confieso que no había oído hablar antes", escribe con una inocencia que levanta suspicacias en el lector. "La forma que tuvo aquella persona del PP de contestarme ya me indicaba, por su tono, que de allí no podría salir nada bueno. Y lo dejé estar (…) Al día siguiente, según él mismo [Bautista] nos contó en una reunión de directivos, algunos políticos del PSOE le llamaron para recriminarle que hubiera asistido al acto de la derecha. No les sentó nada bien. Nada es gratis, como es sabido".
"Al día siguiente, según él mismo [Bautista] nos contó en una reunión de directivos, algunos políticos del PSOE le llamaron para recriminarle que hubiera asistido al acto de la derecha"
Quien lee este libro tiene la sensación de que Pedro Farré cuenta la parte de la historia donde él queda retratado como el más listo, el más guapo y el más noble. Alguien a quien, a toro pasado, todo le parece más claro. De viva voz, Farré aclara lo que él ha querido hacer: poner en orden cuanto ocurrió. No pretende ajustar cuentas ni sacar trapos sucios para lavar los suyos. Al margen de las consideraciones, en este libro Farré presenta la compleja red de relaciones de poder político y económico que sujetaron el imperio de Teddy Bautista, hasta que esa misma red decidió retirar su apoyo. "Al final, era muchísimo más lo que se podía vincular a la SGAE con el PSOE que con el PP", escribe Pedro Farré . "Que la SGAE tuviera vínculos con la derecha no iba a tener demasiada credibilidad. Por ello, alguien debió de tomar la decisión de parar a tiempo aquella jugada electoral".
A pesar de la estrecha y larga relación con los gobiernos socialistas, la figura de Teddy Bautista suponía una amenaza: llevaba demasiados años en el cargo y permanecía vinculado a una institución que cada vez tenía peor imagen. De ahí que Farré exponga su propia teoría sobre quién le cortó la cabeza al directivo de la SGAE. Según él, “los socialistas eran los más interesados en cargarse a Teddy, a quien consideraban un peligro”. Muy lejos quedaban ya los tiempos de Felipe y Solana, “cuando la SGAE de Teddy era vista por el PSOE como un aliado estratégico”. Nada es para siempre.
“Los socialistas eran los más interesados en cargarse a Teddy, a quien consideraban un peligro”
"En los tiempos de Zapatero y Rubalcaba, una SGAE con el díscolo Teddy al frente constituía una enorme fuente de problemas y de riesgos. Y por eso había que sacarle de allí a cualquier precio”, afirma el ex directivo de la entidad de gestión de los derechos de autor. "El 1 de julio de 2011, la UCO de la Guardia Civil entraba al asalto del palacio de Longoria por orden del juez Ruz , con las previas y oportunas filtraciones a los medios por parte de algún funcionario del juzgado. Quedaba patente el fin de aquellas filtraciones: que la entrada y registro se retransmitiera en directo, como también la salida del calabozo de un Bautista descompuesto y sin afeitar, tras cuarenta y ocho horas detenido, y que facilitaría esa necesaria labor de caricaturización del personaje que se produciría por tierra, mar y aire durante las semanas siguientes".
"Quedaba patente el fin de aquellas filtraciones: que la entrada y registro se retransmitiera en directo, como también la salida del calabozo de un Bautista descompuesto y sin afeitar"
Pero se refiere a muchos otros temas en las páginas de este libro: las dinámicas internas y financieras de la entidad que lideró durante años el lobby cultural en España y, en definitiva, de una guerra entre poderes económicos de la que, dadas las circunstancias, "la SGAE únicamente podía salir derrotada", asegura. Hay cierta equidad o así la procura Farré, con algunos miembros, entre ellos con el propio Teddy Bautista, a quien le reconoce la capacidad de modernizar la institución al mismo tiempo que lo acusa de haber naufragado en su propio autoritarismo y caciquismo. "Gracias al canon digital, la capacidad financiera de la SGAE se incrementaría considerablemente, sumándose a su ya habitual liquidez. (…) Con esos nuevos ingresos, Teddy Bautista podía poner en marcha uno de sus grandes sueños: la compra de edificios para destinarlos a la actividad cultural. Ese fue el tercer y el último gran error de la SGAE antes del asalto de la Guardia Civil al palacio de Longoria".