"Lluís, y si te viene a buscar la policía, ¿qué? (...) ¡La policía a mí me la chup*!". El final de la historia de Lluís Gros Martín se conoce, sin embargo, y aunque pueda parecer un final 'feliz' para las víctimas, ninguna condena podrá enmnedar jamás lo sufrido por esos menores -de incluso 10 años-, que fueron presas de un depredador sexual que aprovechó su posicion durante décadas para abusar sexualmente de niños y niñas.
Gros no dejó de trabajar en institutos, colegios ni colonias o campamentos como profesor y, pese a que ciertas instituciones conocían los hechos, fue ocultado de tal manera, que algunas víctimas, avergonzadas, esperaron hasta cumplir los 30 años para narrar qué les ocurrió siendo niños.
A día de hoy, Lluís Gros ha negado unos hechos por los que fue condenado en 2021 por un juez, delitos de abuso sexual, corrupción y prostitiución de menores, por los que ha sido denunciado por varias víctimas y tras las cuales otras han alzado la voz sin saber que había más personas que habían pasado por lo mismo.
Unos hechos que, gracias al exquisito trabajo del periodista Carles Tamayo, le encerraron en prisión tras vivir libremente con una sentencia firme e, incluso, con una orden de busca y captura.
La docuserie, de tres episodios de casi una hora cada uno y titulada 'Cómo cazar a un monstruo', se estrena este viernes, 6 de septiembre.
Toda la historia sobre este caso, que pasó algo inadvertido, la recoge ahora Amazon Prime Video en una serie documental dirigida por Tamayo, un periodista de investigación que ha tratado otros asuntos como El Palmar de Troya o las sectas 'new age' y los expone en las redes sociales. No obstante, este caso era distinto: el comunicador conocía al pederasta desde que tenía 16 años sin saber todo lo que había detrás. Este es un magistral trabajo de investigación sin los artificios innecesarios en los que en muchas ocasiones caen los 'true crime'.
'Cómo cazar a un monstruo', docuserie de Carles Tamayo
La docuserie, de tres episodios de casi una hora cada uno y titulada 'Cómo cazar a un monstruo', se estrena este viernes, 6 de septiembre. Tamayo cuenta cómo Gros regentaba unos cines en el Masnou -de donde él mismo era y a los que acudía para grabar sus primeros cortos-, trabajo que aprovechaba para ofrecer empleos a menores sin demasiados recursos.
Primero, les contrataba para repartir folletos y publicidad, después, les regalaba entradas y pósters. Finalmente, aprovechaba momentos en los que estaba a solas con ellos para abusar sexualmente, tocarles, masturbarse y decirles que les podía pagar más si esos actos continuaban.
Carles, hablamos con urgencia, me corre prisa". Gros quería grabar un documental sobre su vida y 'obra'.
Una de las cosas más llamativas de esta docuserie es que, tal y como muestra el director, el criminal es consciente en todo momento de que está siendo grabado. Tiene una cámara frente a él, un micrófono en su camisa y una grabadora en la mesa, no obstante, y aunque niega todo por lo que ha sido condenado, no escatima en comentarios sexistas y de toda índole que provocan la estupefacción del espectador.
Pero todo viene de antes. En 2019 se conoce la sentencia que le condena a 23 años y ocho meses de cárcel y, meses después y tras dos años sin tener relación con Tamayo, le llama de forma insistente: "Carles, hablamos con urgencia, me corre prisa". Gros quería grabar un documental sobre su vida y 'obra', como si de un erudito se tratase. "Quiero hablar de mi nacimiento y muerte en el cine", dice el abusador.
Tamayo no tarda en preguntarle por la condena, algo que parece no preocuparle, una sentencia que el director trata durante toda la docuserie y que el pederasta niega en todo momento. "Fueron denuncias falsas, pido disculpas a la gente que se ha creído a la prensa, son falsedades", asevera de forma rotunda. El único atisbo de reconocer algo sucede cuando pronuncia una sola frase: "Tal vez he dado pie a algunas cosas, pero no (...) Si fuera verdad te juro que lo diría, pero yo no he cometido tales atrocidades". Nada más.
Unas noticias -tampoco se encuentra demasiada información sobre el caso ni en numerosos medios- que el propio Gros trata de eliminar de la faz de la Tierra llamando a una empresa que se encarga de ello y que, teniendo en cuenta que es un condenado, le comunica que no pueden deshacerse de lo que aparece en Google al teclear su nombre.
El 'caso Lluís Gros'
En concreto, los delitos de Gros fueron denunciados en 2005, en 2007 y en 2011. La primera víctima fue un niño de 15 años al que contrató para repartir publicidad y trabajar en su cine, La Calándria, pero, dos años después, le invitó a cenar con otro menor, contrató a una prostituta para que tuviese relaciones con los menores, masturbarse y luego, él, realizar una felación a la víctima.
La segunda víctima tenía 13 años y un 34% de discapacidad, le propuso pagarle a cambio de mantener relaciones sexuales, este accedió y estuvo haciéndolo durante tres años. Le pagaba entre 30 y 50 euros el encuentro y le pedía que le presentará a otros menores.
La tercera, que no la última, también era menor. El primer día le preguntó por su orientación sexual y le enseñó imágenes pornográficas mientras le tocaba. Le bajó los pantalones, la ropa interior y le practicó una felación. Le regaló unas entradas de cine. Tenía 13 años. Mantuvo relaciones con Gros a cambio de dinero hasta en 12 ocasiones.
En 2011, el condenado lo intentó de nuevo con otro menor, pero este se negó y su denuncia reabrió el caso.
Seguía hablando con menores
La docuserie no solo cuenta el caso, sino que presenta al espectador una imagen del todo fiel del pederasta. Una persona que continúa con comportamientos denunciables, hablando con menores, pidiendo fotografías y empleando lenguaje sexual con ellos mientras es consciente de que está siendo grabado. Les recomienda "leer partes eróticas de la Biblia" o habla de las partes íntimas de algunos hombres. También les dice que irá a verles a sus ciudades o que le visiten si van a Cataluña.
Tirando de hilo: víctimas en los 60, 70, 80 y 90
Tamayo no solo contacta con algunos de los denunciantes, sino que, tirando del hilo, descubre que los actos de Gros no solo datan de los 2000, sino que desde la década de los 60, este criminal ha estado cometiendo abusos a menores a sus anchas. Las víctimas pueden ser decenas.
"En mi caso me dijo que fuera a ver la casa de colonias donde iba a estar en un campamento con niños. Fue directo, no me enseñó nada, solo la habitación. Me metió allí, me sugirió meternos en la cama, alrededor no había nada, solo árboles", dice una de las víctimas en los años 80, Álex. "No sabía cómo podía reaccionar, puse excusas y logré salir digno. Me tenía que llevar a casa, entonces no había móviles", añade.
Ángel era otro de los menores de los que abusó, en este caso en los 90, pero no denunció por miedo. Tenía 10 años. "Me ofreció ir al cine a ver películas porno y masturbarme delante de él a cambio de dinero. Entonces, empezó a tocarme y me empezó a masturbar. Tengo bloqueo total, después me sentía mal, no sabía ni qué era eso", dice para asegurar que lo contó por primera vez cuando tenía 30 años.
Los primeros abusos que el director logra desvelar gracias a unas fotografías ocurrieron entre los años 60 y 70, en la Escuela parroquial Núria (Sant Just Desvern). Allí, Gros era profesor de gimnasia. "Cuando algún compañero me decía que iba a las colonias, se me hacía un nudo en la garganta", relata uno de los que sufrió abusos para añadir "era maestro de niños de 7 años". En las colonias dirigía a grupos de 120 niños y 120 niñas.
Otra de las que fue alumna asegura: "Me hacía que le tocara". "No recuerdo que mis padres lo supieran, se tendía a taparlo", asevera otra víctima. La parroquia, que era consciente del caso y "le ha protegido", según han afirmado algunos de los exalumnos, no ha querido participar en el documental.
Y es que, la religión está muy presente en la vida de Gros, tal y como recoge la docuserie. Va a la iglesia y se ampara en sus valores para enmendar los delitos cometidos, utilizándolos a su antojo y asegurando que quiere que le "recuerden como una buena persona". "Solo Dios juzga, no un juez de no sé qué audiencia", llega a decir en uno de los múltiples desacatos a la Justicia.
La historia de un verdadero monstruo
La docuserie relata la historia de un verdadero monstruo. Una no demasiado conocida que muestra uno de los tantos casos de total impunidad con la que han vagado por España pederastas que abusaban de niños sin miramientos. Niños y niñas de 7, 10 o 15 años que a día de hoy siguen tratando de superar las consecuencias que este monstruo les provocó.
Niños y niñas que piden ahora que no se vean sus caras en televisión, mientras que el abusador pide que se le haga un documental de su vida y que busca que le incapaciten para no cumplir la condena por tan terribles hechos.
Un pederasta que, pese a intentar esquivar la Justicia y la cárcel, finalmente está entre rejas gracias, fundamentalmente, a Carles Tamayo, un periodista de 29 años. Tras averiguar que había 'cazado' a un mostruo, le tendió una emboscada y logró que a Lluís Gros Martín le arrebatasen la libertad. Una libertad que él decidió robar conscientemente a un número desconocido de víctimas en plena infancia.
dirbal
¡¡¡Que buen periodista es y seguro será¡¡¡ inmenso el favor que nos hace a la Sociedad. ¿Cuánto pederasta debe de estar campando libre?