Cultura

El abrazo de Yamal y Carvajal

El progresismo intenta instrumentalizar el gran triunfo de la selección de todos

  • Carvajal celebra con Lamine Yamal tras marcar el 3-0 -

No existe ninguna duda sobre cuál fue la gran imagen de la victoria española en el Mundial de Sudáfrica 2010: el genial Andrés Iniesta corriendo después de su gol y levantándose la camiseta nacional para mostrar un mensaje de tributo a su amigo Dani Jarque, eterno capitán del Espanyol fallecido a de un ataque al corazón a los 26 años. Esa noche fue la cima de Iniesta y por ella le aplaudieron en todos los estadios de España. Cuarenta y ocho horas después de ganar la Eurocopa 2024, todavía no sabemos cuál será el momento canónico para recordar el triunfo español, ya que se libra una cruda batalla en las redes sociales, azuzada sobre todo por progresistas poco interesados en la selección, que ven una oportunidad para vender su mercancía política. ¿Impondrán la imagen de Nico Williams y Lamine Yamal simplemente por no ser blancos? ¿Quedará el bulo XXL de que este triunfo ha molestado a la derecha? ¿Olvidaremos el fotón de Dani Olmo salvando un balón en la línea de gol en los minutos decisivos?

En las últimas horas, se ha dado mucha relevancia al hecho de que Carvajal no mirase a la cara al presidente del gobierno durante un saludo en la recepción al equipo en Moncloa. En realidad, Carvajal cumple al dar la mano, no se le puede exigir que esté cariñoso o bromista. De hecho, la gran foto de esa tarde llega cuando los jugadores posan con el presidente: todos con el gesto neutro, hastiado o ausente mientras que el líder socialista tiene una sonrisa desbordada, convirtiéndose -de largo- en el que mejor se lo está pasando del grupo. Hay que recordar que tras el partido de Alemania los capitanes votaron que Pedro Sánchez no bajara al vestuario a saludar, muestra de la nula sintonía entre el presidente y los jugadores. ¿Cómo van a llevarse bien quienes defienden a España en el campo y quien pacta con los que aspiran a destruirla?

División artificial

En las redes sociales, ha caído una tormenta de topicazos “progres”. El más común dice que esta selección es un símbolo de los menas (menores no acompañados) que se niega a acoger Vox. La realidad es que Nico Williams y Lamine Yamal proceden de familias migrantes, pero ninguno estuvo nunca separado de sus padres y hermanos, con lo que la comparación es falsa. Otros memes aluden a que esta Eurocopa la ha ganado “negros, catalanes y vascos", como si constituyese un triunfo de la izquierda. Hay negros en las selecciones nacionales desde -al menos- los años ochenta y nunca han creado problemas ni molestado a nadie. Respecto a los vascos, ser vasco no significa ser antiespañol, como demuestra la energía desplegada por las jóvenes estrellas del Athletic y la Real Sociedad. Fue precioso también ver en la grada a Gerard Piqué y a su hijo Milan vestidos con la camiseta roja, recordándonos que apenas hay jugadores de Cataluña o Euskadi (ninguno relevante) que hayan desoído la llamada del equipo de España.

La selección nos brindó un gran abrazo nacional que el progresismo no ha conseguido manchar con su clásico cinismo malrollero

Mi apuesta personal: la imagen que merece quedar como emblemática de esta Eurocopa es el abrazo de Dani Carvajal y Lamine Yamal, enemigos en la Liga y aliados en la banda derecha de España. En el partido contra Croacia, Lamine (el jugador más joven de nuestro combinado) asistió a Carvajal (el segundo más veterano) para conseguir el 3-0. Los gurús del periodismo progresista intentan presentar como antagónicos a dos jugadores que tienen una gran relación personal. Ellos simbolizan la fraternidad de una selección donde conviven perfiles muy diversos, tanto de edad como de clase social, sin más problemas que los que se empeñan en poner desde la Ser, El País, Carne Cruda, Público, ElDiario.es y otras terminales monclovitas pasadas de rosca antiespañolista.

Lo importante de este torneo ha sido comprobar cómo los aficionados se han bañado en felicidad, perdiendo cualquier miedo de antaño. Lo simboliza la imagen de un adolescente con la camiseta roja, embebido en su tableta o su consola, sentado a la puerta de una sede de Bildu (imagen que descubrí en la cuenta de Twitter de Carlos Gorriarán). El seguimiento en Cataluña y Euskadi ha sido masivo, tanto en casa como en las pantallas gigantes instaladas en las plazas de muchos municipios. La selección nos brindó un gran abrazo nacional que el progresismo no ha conseguido manchar con su clásico cinismo malrollero. Quedan años de alegría futbolera para el país y de frustración para quienes pretendan instrumentalizar a los jugadores.

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