Cultura

¿Rinocerontes en el coliseo de Roma? ¿Exagera el trailer de ‘Gladiator 2’ o se queda corto?

En los anfiteatros del imperio se masacraron miles de especies exóticas entre las que se encontraban elefantes, leones, hipopótamos, cocodrilos, hienas, bisontes, focas o panteras

El villano del primer Gladiator, el emperador Cómodo, peleaba y, permítanme el spoiler de una cinta del año 2000, moría en la arena del Coliseo romano. En realidad, esta última era una licencia del director Ridley Scott, y el hijo de Marco Aurelio murió de una forma violenta pero no como gladiador. En lo que acertaba la película era en dibujar al emperador como un auténtico fanático de los juegos en los que participaba con entusiasmo con tardes en las mataba a decenas y decenas de animales, rinocerontes incluidos. 

Con la prudencia habitual con la que debemos tratar las fuentes antiguas, Dion Casio, senador e historiador romano que terminó enfrentado a Cómodo, recordaba grotescas escenas del emperador que odiaba al Senado. En una de las tardes, Cómodo se acercó a las filas de los senadores levantando una cabeza de avestruz cercenada en lo más alto del cuello por una flecha en forma de hoz. No dijo nada; se limitó a mover la cabeza con una sonrisa que dejaba claro que quería hacer lo mismo con ellos. El hombre más poderoso del momento bamboleando una cabeza de avestruz frente a sus enemigos políticos en un recinto con decenas de miles de personas, ciertamente, parece superar con creces la famosa amenaza de la cabeza de caballo en la cama.

Hace unos días se estreno el tráiler de Gladiator 2 con una ristra de escenas de acción entre las que destaca la aparición de un rinoceronte en el Coliseo romano que torció el gesto de muchos. En la toma aparece un gladiador a lomos de un rinoceronte embistiendo a otro grupo de gladiadores, una escena que pudo haberse dado perfectamente en la arena del principal anfiteatro del Imperio. 

En este y todos los anfiteatros luchaban hombres contra hombres, fieras contra fieras y fieras contra hombres, en espectáculos ultra sangrientos que serían muy difíciles de digerir en la actualidad. Los juegos eran uno de los espectáculos favoritos por los ciudadanos romanos, y los gladiadores eran en muchos aspectos parecidos a la figura de un futbolista actual, héroes deportivos a los que se dedicaban estatuas, pinturas y poemas. Una de las variantes consistía en recrear escenas de caza con atrezo de paisajes naturales incluido. 

La caza siempre ha sido un elemento vinculado a la virilidad y al poder del hombre. Desde las capturas de Franco publicitadas por el NODO, los calendarios de Putin sin camiseta, a los miles de salones españoles que siguen decorados por osamentas o cabezas de mamíferos disecadas, demuestran la capacidad propagandística de un hombre sometiendo a un animal. 

Tenemos la fortuna de que los juegos interesaban tanto a los romanos que aparecen en miles de restos de la época, desde mosaicos a narraciones. Y no cabe duda de que los rinocerontes fueron uno de los animales protagonistas en el Coliseo. 

Un emperador contra un rinoceronte

En el año 192 Cómodo se propuso organizar los juegos más espectaculares que hubiera visto Roma y durante dos semanas hubo espectáculos en los que se masacraron decenas de animales exóticos.

Tras una performance en la que el emperador apareció vestido primero de Hércules y después de Mercurio, comenzó una cacería en la que abatió a cien osos en una sola tarde, según señala Jerry Toner en El día en que el emperador mató un rinoceronte. "Se había construido una pasarela que atravesaba todo el anfiteatro que Cómodo recorrió para lucirse ante su fascinado público. Aunque aquello tendría más de tiro al pavo que de cacería. Los muros que sostenían la estructura separaban a los animales en pequeños rebaños debajo, y desde su posición de ventaja el emperador podía alcanzarlos fácilmente con su arco y con sus jabalinas. En la primera jornada, calentó matando él solo a cien osos", señala la obra.

En la cacería también pereció una jirafa, antes del plato estrella, un rinoceronte que en un primer momento se mostró muy manso, frustrando las altas expectativas del público. Pero los cuidadores comenzaron a fustigar su rabia que se cobró embistiendo brutalmente a un toro que se encontraba en la arena levantándolo del suelo unos metros como si fuera un pelele y sobrecogiendo a las masas.

Mosaico que representa a un rinoceronte capturado. Mosaico de Piazza Armerina en Sicilia

Los enfrentamientos entre animales de distinta especie fascinaban especialmente al público, según señala Roland Auguet en Crueldad y civilización: los juegos romanos, obra en la que detalla que también contaron con elefantes, leones, hipopótamos, cocodrilos, hienas, bisontes, focas, y panteras.

La imaginación de los organizadores no contaba con ningún tipo de cortapisa e iba desde una propia cacería con regusto a safari en la que se soltaba un ciervo y una manada de leones. A juegos más cruelmente elaborados como atar a ambos extremos de una correa, a un toro y una pantera, como describió Séneca. Al tratar ambos de liberarse, empezaban a luchar entre sí; pero al no tener libertad de movimientos, al no poder tomar impulso para una lucha abierta, iban destrozándose allí mismo poco a poco. 

Como hemos visto, en lo que se refiere a la utilización de animales, es casi seguro que la película se quede muy corta. Por el propio escrúpulo del espectador moderno, es difícil que la cinta se atreva a mostrar alguno de los juegos que se producían en la arena y el elevado número de animales que terminaban desangrados en los ruedos de las decenas de anfiteatros de cada punta del Imperio. 

No obstante, como en cada producción que toque el pasado, el director no tiene ninguna responsabilidad de plasmar la realidad histórica. Si Scott vuelve a hacer una obra que encandile a millones de espectadores, a una parte de ellos les entrará curiosidad por profundizar en la civilización a la que más debemos.

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