Eneko Sagardoy posee una de las carreras actorales más prometedoras del panorama actual. Entró por la puerta grande con la película Handía (2017), dirigida por Aitor Arregi y Jon Garaño, con la que ganó el premio Goya al mejor actor revelación. Aquel "Gigante de Altzo" al que interpretaba, que supuso una gran transformación física, se convirtió en un amuleto con el que rompió además la maldición asociada a los ganadores de los mayores galardones del cine español.
Además de una consolidada carrera en el teatro y en cine, también tuvo la oportunidad de formar parte del reparto de Patria, la serie de HBO que adaptó la novela de Fernando Aramburu, y ahora protagoniza la película Contando ovejas, el debut en la dirección de largometrajes de José Corral Llorente. En esta película, rodada en pleno centro de Madrid apenas un par de semanas después del confinamiento, interpreta a un personaje introvertido, complejo y oscuro del que ha hablado con Vozpópuli.
-Pregunta: ¿Cómo es Ernesto, el personaje que interpretas en Contando ovejas?
-Respuesta: Es un ser completamente aislado de la sociedad, solitario, que se consume día a día en su mundo imaginario y en su pequeño y precario apartamento. Debido a los ruidos, las fiestas y la mala vida no puede dormir y se ha activado algo en su cerebro que le lleva a cometer actos horribles.
-P: En la película se pone de relieve la enfermedad mental y la soledad.
-R: Pese a estar teñida de comedia negra y del tono tan curioso, sin duda se habla de hasta qué punto la soledad puede deformar la mente y la percepción de una persona. En este caso, no deja de ser una persona peleando consigo misma en unas condicionas extremas. Lleva a una reflexión: ¿Qué ocurre con esas personas que no tienen acceso a una sanidad pública, a una red de cuidados decente y que vive en la precariedad? Cada vez está más solo, más descuidado, en una vorágine de soledad. El mensaje que lanza es que sin ayuda, por mucho que parezca que todo va bien, hay muchas personas que como Ernesto padecen cada día este sentimiento que los come y puede hacerles ir en contra de sí mismos.
-P: Tú perteneces a la generación millennial, que siempre se identifica con una precariedad económica y sentimental, sobre todo por esa incomunicación que existe. ¿Qué hay de real y qué de injusto?
-R: He visto como las redes sociales, el móvil y las pantallas ocupaban cada vez más espacio en mi vida. Esto nos hace vivir en una especie de nube, de aceleramiento constante que nos desconecta. Las redes tienen cosas maravillosas, pero nuestra generación tiene que hacer un trabajo de desintoxicación consciente para poder volver al día a día. De repente construimos unas realidades muy seleccionadas, que son escaparates donde ponemos lo mejor de nosotros, y todo ese espejismo nos lo llevamos al día a día y lo comparamos con nuestra vida real que nadie enseña en las redes. Eso genera mucha ansiedad y un punto de vista muy falso hacia lo que somos y lo que vivimos, cuando la realidad es una precariedad muy grande, una incertidumbre con la que convivimos.
-P: A pesar de tener una carrera estable como actor, ¿sientes también esa incertidumbre?
-R: Me siento un privilegiado sin ninguna duda, pero el carácter intermitente de la profesión nos hace caer en el pesimismo. Se aprende a vivir con esto. Cuando acaba un proyecto espero que ocurra de nuevo. No doy nada nunca por sentado y trabajo mucho, aunque esto no es ningún secreto porque tiene que entrar en combinación la suerte.
-P: En tu caso, ¿la palabra suerte está vinculada a Handía?
-Sin duda, sobre todo por pertenecer a esta generación de actores nacidos en los 90. El cine en euskera era un páramo hace muchos años. Si hubiera nacido 20 años atrás otra cosa sería, pero he nacido cuando más se financia el cine en euskera, y también cuando aparecen masculinidades alejados de la norma y hace años esto no sería posible.
-P: Para cada actor que gana un Goya, el premio supone algo diferente. En tu caso, ¿potenció tu carrera?
-R: Fue un antes y un después, aunque me entraron los miedos por la maldición que está asociada a ganarlo, esta sensación de no dar nada por sentado. Lo que quería era rodar, hacer teatro y estar en movimiento. Han pasado cuatro años y sigo viviendo de esto. Fue un empujón muy grande porque además de ponerme en el mapa aparecí en una película que se vio mucho.
-P: En el cine se te conoce por Handia pero en televisión Patria fue un éxito tremendo. ¿Ha sido el proyecto más importante para ti?
-R: Patria ha sido muy importante en mi carrera por un lado por el tema que trata, que lamentablemente ha sido un gran protagonista durante muchos años en el País Vasco, y por otro porque sabía que estaba en un proyecto con mucha visibilidad y por trabajar con amigos. Además, primera vez en una plataforma.
-P: Empezaste tu carrera en el teatro, ¿donde más has trabajado?
-R: El teatro me da mucha libertad y mucha sensación de probar, es como estar en un laboratorio o un taller, me permite fallar en cada ensayo y después en cada función profundizar más y más en contacto con el público. Me siento muy en forma cuando hago teatro. En el cine estoy muy cómodo y a gusto, pero son casi oficios distintos en cuanto a la energía que piden. Me llevo la estabilidad y la energía de uno a otro.
-P: Tienes un hermano gemelo. ¿Compartís también vuestro amor por la actuación?
-Él estudió Administración y Dirección de Empresas y empezó a estudiar producción de cine. Ahora trabaja en una productora (Ilusoin), y juntos además fundamos hace dos años nuestra propia productora, Sumendi Filmak. Hay algo de eso que me hace mucha ilusión, pero hay algo que echo de menos que es hablar de algo distinto.