Cultura

Ignacio Camuñas: “La capacidad de la izquierda o la derecha para regenerarse es nula”

Fue el primer ministro de la democracia que dimitió, durante el gobierno de Adolfo Suárez. Diplomático, abogado, editor y fundador de Gentleman, revista de referencia en los años setenta y ochenta. Hoy, como presidente del Foro de la Sociedad Civil, Ignacio Camuñas insiste en la necesidad de reformar y repensar la estructura del Estado. 

Fue el primero en la democracia española en no estar de acuerdo. Ministro en el gobierno de Adolfo Suárez, abandonó su cargo, convirtiéndose en el primer funcionario en dimitir. “Lo hice por varias razones. La primera, porque me opuse a la disolución de UCD –de la que fue fundador con el Partido Democrático Popular (PDP) - (…) y porque me había entendido bien con Suárez pero no con Abril, uno de sus vicepresidentes, y me pareció correcto ofrecer la dimisión”, explica hoy el diplomático, abogado, editor y presidente del Foro de la Sociedad Civil Ignacio Camuñas. “Es algo que debería hacerse más hoy en día: no estar de acuerdo y dimitir”, dice.

Fundó junto a Juan Luis Cebrián –en quien hoy ve más un empresario que un periodista- la revista Gentleman, en lo que fue grupo editorial Guadiana de Publicaciones. También ha sido Secretario General de la Comisión Española de la UNESCO,  Consejero del Director General de la organización y miembro, en varias ocasiones, de la Delegación española en Naciones Unidas (ONU). Desde  Foro de la Sociedad Civil, organización que preside, Camuñas defiende hoy la necesidad de repensar y replantear la estructura del Estado español, un hecho que pasa por la reforma constitucional  y cuyos puntos más concretos serán expuestos este miércoles 16 de enero, a las 12 horas, en la Asociación de la Prensa de Madrid con la lectura del Manifiesto del Foro de la Sociedad Civil para la Reforma de la Constitución y la Ley Electoral.

-Usted participó en la coalición de partidos que ganó las primeras elecciones  democráticas de España y fue ministro en el primer gobierno de la democracia bajo la presidencia de Adolfo Suárez, si alguien conoce la transición, es usted …  Entonces, se puede decir, que ya no da más de sí.

-Ese es una de nuestras más claras afirmaciones en el Foro de la Sociedad Civil. El primer documento del Foro se llamó España, el final de una época y responde a esa pregunta. Creemos que lo que se estableció para garantizar una transición ya se ha cumplido. Es necesaria una renovación tras treinta años de ejercicio de la democracia.

-¿Y tiene que ser justamente éste el momento?

-Vamos atrasados. El proceso de regeneración y renovación se empezó  en los primeros años de este siglo. El PP,  en el gobierno de Aznar, se hinchó a decir que había que regenerar la vida democrática, pero no se hizo nada. Este gobierno se ha centrado en el saneamiento económico, pero con la crisis política que padece nuestro país no se ha hecho nada .

-¿Cuál es la naturaleza de esa crisis?

-Tiene dios pilares: la crisis de la estructura del Estado y la desafección que sufre la clase política en nuestros días. Eso nos lleva a revisar, claro, la estructura territorial del estado y la ley electoral, que es la responsable de esa lejanía entre ciudadanos y representantes.

-Más que lejanía existe un muro. Cada vez existe un discurso más antipolítico en los ciudadanos.

-Nosotros creemos que una de las reglas básicas para sanear la clase política es un cambio de la ley electoral, porque los políticos no representan a los ciudadanos y es lógico que estos no se sientan representados.  Son nombrados a dedo. Viven de espaldas a los ciudadanos y eso es un fraude democrático.

-¿Y las autonomías? Es un tema que ha estado presente en las agendas de muchos actores políticos. No es un tema desconocido, para nadie.  

-Esto ha sido un proceso lento, controlado por Convergencia y Unión, que ha dado un momento determinado  un asalto al poder, precipitado durante el gobierno de Zapatero y el Estatuto de Cataluña, que fue finalmente el catalizador del ataque que ahora nos encontramos. El señor Mas se vio animado por la manifestación de la Díada; él creyó que el pueblo de Cataluña vibraba alrededor de la independencia, y aunque creo que era una opción para muchos, había también mucho descontento y protesta por la situación económica y social. Mas se ha lanzado a una operación suicida pero que ha sido respaldada por otros gobiernos de Convergencia y Unión que sí habían preparado los materiales necesarios

- Sí, pero también proviene de otros movimientos de fichas y cuentas electorales.

-Claro,  también en esto tendría que ver la ley electoral. En muchas ocasiones, el gobierno central ha necesitado la aportación de los votos de Convergencia y Unión y se ha convertido en un mercadeo en donde han pedido más competencias a la vez que orillaban la presencia de las instituciones del Estado en Cataluña. Eso ha hecho creer a los ciudadanos catalanes que el poder lo ejerce  la Generalitat , en una grave irresponsabilidad de las fuerzas mayoritarias, que en lugar de hacer los pactos de Estado han seguido confrontándose. Eso lo ha hecho tanto el PP como el PSOE.

-¿Quién tiene, a su juicio, más vocación para repensar o regenerar la estructura democrática en la actualidad: la derecha o la izquierda?

-La vocación y la capacidad de izquierda o la derecha para regenerarse es nula. No creemos que desde los partidos se produzca una regeneración, tiene que ser desde la sociedad que los presione. Las instituciones no se regeneran per sé sino desde fuera.

-Sin embargo, a pesar de que sí existe una tensión y descontento palpable en la gente, ¿cree que está identificado, como tal, el tema de la necesidad de reformar la constitución?  

-Cuando hay el grado de tensión que existe en el país, la gente lo que quiere es pagar sus hipotecas y luego piensa en hablar de una reforma constitucional, pero la clase dirigente española sí debe de estar preocupada sobre ese tema.  No podemos cegarnos … Este país, además de superar la crisis económica y social, tiene que enfrentar una renovación y una reforma que ya es necesaria.

-¿Esa reforma pasa por la monarquía?

-No lo planteamos. Creemos que la monarquía es una pieza básica en la estabilidad de nuestro país, independientemente de cualquiera que sea la opinión de acuerdo a la conducta de quienes ostentan la titularidad de la corona.

-¿Aunquede algunos de sus miembros estén involucrados en investigaciones judiciales, por ejemplo?

-Sí, independientemente. Es una pieza todavía básica.  Si a la crisis económica y social encima tuviésemos que añadir otro envite más con respecto al sistema de gobierno, desestabilizaríamos más al Estado. Políticamente creo que es imprudente.

-Además de político y diplomático, usted ha sido editor. Conoce los medios de comunicación. ¿Cómo acompañan, o han dejado de hacerlo, esa necesidad de reformas?

-Yo creo que los medios de comunicación apuestan por ese proceso de regeneración democrática, lo que ocurre es que a diferencia del papel que jugaron en la transición,  ahora sufren una crisis gravísima y eso hace que sus relaciones de poder cambien.

- De los días de Gentleman, ¿supongo que recordará  a un Juan Luis Cebrián menos odiado de lo que es hoy?

-Yo conocí a Cebrián cuando era un joven periodista y no un empresario… parece más bien que en lugar de un periodista, lo que quedó de él fue un empresario, de ahí la frialdad con la que está llevando las cosas.

-¿No le parece una metáfora, tratándose del periódico emblema de la transición?

-Tiene que ver también con los tiempos. Se ha pasado de una radio o un periódico, a los grandes grupos de comunicación, donde todo se ha hecho más complejo…

-¿Y más perverso?

-Hablemos claro, hoy los grupos periodísticos dependen de la banca. El País depende de las deudas con un grupo financiero, todo eso cambia las reglas de juego y desfigura el papel de El País y otros medios, que ya no son lo que eran en los años 70 y 80… No obstante el que entre en un medio digital comprobará que existe una demanda social de limpiar la vida política, eso sí existe y sí puede leerse.

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