Helmut Newton es uno de los fotógrafos imprescindibles para entender la segunda mitad del siglo XX y por su lente han pasado los principales protagonistas de la moda, la política, el cine o el arte que, conscientes o no del riesgo, se sometieron a este maestro de la provocación. Dalí, Claudia Schiffer, Margaret Thatcher, Liz Taylor, Le Pen, Grace Jones o Isabella Rossellini son solo algunos de los rostros que retrató el famoso artista, ingenioso, controvertido y admirado a partes iguales, pero, en cualquier caso, necesario para entender los cambios sociales de Occidente en la segunda mitad del pasado siglo.
Ahora, llega a los cines españoles el documental 'Helmut Newton: the bad and the beautiful', dirigido por Gero von Boehm, un recorrido por la biografía de este fotógrafo de origen judío, nacido en Berlín en 1920, que comenzó a tomar imágenes animado por su madre cuando apenas tenía 12 años. Pronto convirtió a la mujer en el objetivo de su obra, principal objetivo de sus fotos, en las que el hombre era un mero accesorio al lado de las señoras esculturales a las que miraba y en las que no buscaba sus "almas", sino sus caras, sus piernas y sus senos, como él mismo cuenta.
Voluntariamente o no, Newton revivió el mito del animal maldito del paraíso encarnado en la figura de la mujer, y eso, en un momento de revolución sexual y también de reivindicaciones feministas, no fue bien recibido por todos. Si bien es cierto que el fotógrafo tenía predilección por mujeres fuertes, altas, poderosas y desafiantes, a las que retrató como seres dominantes y provocadores que observaban desde una posición superior al hombre que las miraba, algunos vieron en su obsesión por los desnudos una búsqueda de la mujer como objeto de deseo en ocasiones degradante.
Susan Sontag le dijo a Newton en televisión que sus fotografías eran "muy misóginas", "muy desagradables" y "humillantes" y el fotógrafo respondió que lo que más amaba "en el mundo" eran las mujeres
Ese es el caso de Susan Sontag, quien, tal y como recoge el documental, afirmó durante un encuentro con el artista en un programa de televisión que sus fotos eran "muy misóginas", "muy desagradables" y "humillantes", aunque matizó que, a su juicio, el artista no se tenía que parecer a su obra necesariamente. El fotógrafo respondió que él amaba a las mujeres, y que no había nada que adorase "más en el mundo". "Eso es lo que dicen muchos misóginos, no me sorprende", señaló la filósofa y ensayista, quien recalcó: "Hay una verdad objetiva: el maestro ama a su esclavo".
Lo cierto es que las modelos y actrices que dan su testimonio en este documental quisieron ver en sus fotografías una interpretación más allá de la mera descripción, en la que Newton apelaba al hombre y a la sociedad del momento, a quienes preguntaba si era así como querían ver a las mujeres. ¿Era Helmut entonces un espejo de la sociedad que daba un trato misógino a la mujer o, en cambio, contribuía a perpetuar la imagen de la tentación y la cosificación?
Según Isabella Rossellini, Newton no era machista y veía a la mujer "desde la atracción y la rabia" del hombre que "se siente atraído por la mujer y, por ello, está resentido con ella, porque le hace vulnerable"
Probablemente, una de las claves sobre el equilibrio en su obra está en la conclusión a la que llega la actriz Isabella Rossellini, quien considera que "expresar el machismo es expresar la cultura", tal y como apunta en este documental. Según afirma, Newton no era machista y veía a la mujer "desde la atracción y la rabia" del hombre que "se siente atraído por la mujer y, por ello, está resentido con ella, porque le hace vulnerable". Para la actriz, lo que hacía era dejar "esa cultura al descubierto", en la que la mujer es vista como el "mal". Del mismo modo, la actriz Charlotte Rampling ve en la actitud de Newton algo positivo. "El mundo necesita esa provocación para estimular las ideas y las conversaciones", señala sobre el fotógrafo, que se definía como un "picarón que se había vuelto anarquista".
Lo que Helmut Newton en la cabeza durante sus sesiones, rápidas e imaginativas, era todo un misterio. ¿Qué secretos guardaba Helmut? Uno de los grandes aciertos de este documental es el orden en el que narra los acontecimientos biográficos. En un primer momento, se presenta al protagonista como el gran fotógrafo de moda, implacable, que dio órdenes al mismísimo Yves Saint Laurent, que se atrevió a desafiar a Bulgary al presentar sus joyas más caras junto a restos de pollo y con quien trabajar era un seguro para la vida profesional de una modelo o una actriz.
Sin embargo, a medida que avanza la cinta, el espectador descubre las debilidades del artista, el pasado más vulnerable de un adolescente judío en la Alemania nazi, los recuerdos de su infancia, las contradicciones en la fascinación que imprimió en su carrera la controvertida fotógrafa y cineasta Leni Riefenstahl, o lo terrenal que fue su matrimonio con June, también artista, conocida como Alice Springs, que le acompañó en todos sus trabajos. Según destaca la editora de Vogue, Alice Wintour, ella fue su única "musa".