"Los hombres temen a las mujeres que no les temen". Con esta frase, el cineasta argentino Pablo Agüero resume en su película todo aquello que le ha llevado a contar una historia de brujas, de inquisidores, de empoderamiento femenino, de paganos y de ignorantes ambientada en el País Vasco en el siglo XVII titulada 'Akelarre', que llega este viernes a la cartelera española.
En un momento en el que se cuestiona la ausencia femenina tanto en el relato de los acontecimientos históricos como en la Historia del Arte, y que lleva, por ejemplo, a preguntarse por qué museos como el Prado almacenan obra artística firmada por mujeres en lugar de exponerla en sus paredes, Agüero reflexiona sobre los mitos y los estigmas que proceden del pasado y que se mantienen instalados en el presente. ¿Quiénes eran aquellas brujas, qué hicieron y por qué se las quemó?
"La historia de la Inquisición nos permite comprender cómo nos han manipulado y reprimido para imponernos prejuicios con tal fuerza que incluso las mismas mujeres han terminado adquiriendo reflejos machistas, estigmatizando a otras mujeres (o a sí mismas) y creyendo en mitos que solo tienen como función hacer perdurar el sometimiento", señala el director.
La cinta, la sexta de su carrera, ha sido la única producción de nacionalidad española que ha competido por la Concha de Oro en la pasada edición del Festival de San Sebastián, que finalmente ganó la georgiana 'Beggining', de Dea Kulumbegashvili.
La acción de esta película se desarrolla en la costa del País Vasco, en 1609, cuando los hombres han salido a la mar y el juez Rostegui, a quien interpreta Alex Brendemühl, tiene la misión de purificar la región y arrestar a las mujeres sospechosas de brujería. Ana y otras chicas de la aldea, tras participar en una fiesta en el bosque, son interrogadas, acusadas y torturadas para que confiesen lo que saben sobre el aquelarre: ceremonia mágica en la que Lucifer seduce a sus servidoras.
Las "brujas" que protagonizan 'Akelarre' "invitan a las mujeres de hoy a continuar rebelándose contra el poder establecido y combatir con alegría e insolencia", tal y como demuestran sus protagonistas, un reparto coral encabezado por la actriz Amaia Aberasturi que, con un aura atemporal, trata de captar el espíritu de resistencia, valentía, sororidad y fortaleza que encabeza las protestas feministas de la actualidad.
"Cuando se acusaba a las mujeres de brujas les era imposible defenderse, porque dijeran lo que dijeran serían consideradas culpables. Entonces, en lugar de oponerse, acaban reivindicando el rol de 'bruja', pero otorgándole un significado propio: persona diferente y rebelde. Pienso que es algo que puede servirnos a todos. A todos nos hacen sentir que no somos exactamente lo que deberíamos ser", ha señalado el cineasta.
Los ultra-ricos viven en un futuro de ciencia ficción, los ultra-pobres viven en la Edad Media. Todos los demás sobrevivimos en el medio
Preguntado acerca de los motivos que llevan a un argentino a aproximarse a una historia alejada de sus orígenes, en la que las voces transitan con naturalidad entre el castellano y el euskera, Agüero (Mendoza, Argentina, 1977) ha defendido su carácter "universal" así como el aspecto simbólico de la persecución del euskera.
"La Inquisición, como a veces la globalización, era una aplanadora que quería suprimir las diferencias entre las culturas y entre los individuos para someterlos a todos a un mismo orden", ha señalado el director, quien lamenta la represión o la destrucción de las "culturas locales" en la actualidad por el "consumo de una cultura única".
En última instancia, Agüero no pretende solo contar una historia feminista, sino crear una aventura destinada a divertir y emocionar, y aportar una "metáfora" o "red de símbolos" para que cada uno los use en "su propia lucha". La suya, desde sus comienzos, ha estado relacionada con el compromiso social y la mujer, probablemente influida por las condiciones en las que creció: una cabaña sin electricidad ni agua en un pueblo de la Patagonia, donde no tenía acceso ni a cines ni a televisión. "Los ultra-ricos viven en un futuro de ciencia ficción, los ultra-pobres viven en la Edad Media. Todos los demás sobrevivimos en el medio, por eso espero que 'Akelarre' nos sea la historia de todos nosotros", ha enfatizado.
Amaia Aberasturi: de la vulnerabilidad al poder
La joven actriz Amaia Aberasturi, que interpreta a Ana, celebra no solo el carácter reivindicativo de la película, sino la oportunidad de defender un papel que navega entre sentimientos antagónicos, como la vulnerabilidad y el empoderamiento, eso que, según ha lamentado, tanto echan de menos las intérpretes hoy en día entre los personajes que tienen oportunidad de representar. "Como todo el mundo ve cine, es importante tener papeles con un arco complejo, en lugar de roles secundarios, sin peso y en los que la mujer siempre es la mártir", ha dicho.
A sus 23 años, Aberasturi (Artea, Vizcaya, 1997) ha elegido un doble camino, dos vías paralelas que le permiten pisar suelo y soñar. Por un lado, la joven vasca estudia un Grado en Educación Infantil por la Universidad Complutense de Madrid y, por otro, se ha formado en cine, televisión y expresión corporal, y ya acumula experiencia películas, series y musicales. Su actividad se ha visto interrumpida, eso sí, por una lesión en la pierna que la mantendrá algo alejada del trabajo al menos hasta diciembre, debido a una caída desde un caballo, una de sus pasiones.
"No siempre hay que actuar en función de las normas, no nos van a arrastrar por pensar diferente", afirma la actriz, para quien uno de los principales mensajes de 'Akelarre' reside en la importancia de mantenerse "firme en las decisiones". "Ser bruja es tener un pensamiento libre a pesar de lo diferente que puede ser de los demás", ha resaltado Aberasturi, para quien la cinta de Agüero apela al "atrevimiento" y "simboliza la libertad".
Todas las mujeres de esta película "viven al límite" y "tienen la sartén por el mango" a pesar de no tener referentes, una actitud que Aberasturi desearía ver en la actualidad del cine. "¿Cuántas mujeres directoras hay, o cuántas sonidistas? Si no hay referentes, muchas igual no se lo plantean", ha lamentado.