Cultura

‘Honestidad brutal’ de Calamaro: 25 años del mejor disco de rock en español

Señalado como excesivo en su época, ha ido creciendo año tras año y ya se considera un doble álbum inmejorable

  • El cantautor Andrés Calamaro durante una actuación en las Noches del Botánico -

Andrés Calamaro dividía a la critica rockera con Alta Suciedad (1997). A algunos le parecía demasiado afectado, arrogante y petulante, como un Derek Zoolander criado en Buenos Aires. Los prejuicios eran tales que se le había excluido de dos lugares que le correspondían por su enorme talento musical (y su enorme clase): la portada de las revistas mensuales Rockdelux y la de Ruta 66, los dos templos del esnobismo musical más influyentes de aquella época. Aunque hoy cueste creerlo, se le miraba por encima del hombro incluso cuando publicó Honestidad Brutal, pero poco a poco sus surcos fueron metiéndose por las venas de la crítica hasta rendirse por completo. Este disco doble terminó como el mejor de 1999 para Rockdelux, a pesar de que se le reprochaban las dos letras sobre Maradona, los dos tangos y alguna otra cosa.

37 años, 37 canciones, un reto que muy pocos rockeros podrían afrontar. Releer una entrevista de la época nos devuelve al momento de hervor creativo que atravesaba, saltando de aeropuerto en aeropuerto: “En Madrid estábamos como adentro de un submarino; por lo tanto, es una música mucho más oscura… cuestiones más personales, canciones más desgarradas. Sentimientos de madrugada, canciones cantadas a las diez de la mañana, ¡pero te estoy hablando de la mañana siguiente! Canciones de amor como “Me pierdo”, más patéticas que dulces. Y a la vez hay temas como “Las heridas” o “Prefiero dormir”, más surrealistas; diferentes opciones de la filosofía, mezcladas. Después de Madrid pasamos por Nueva York, para mostrarle los temas a Joe, y volvimos a España para una gira y nuevas sesiones. Aprovechamos para rehacer cosas, componer, volver a tocar los temas que iban a presentar complicaciones. Y salieron nuevas canciones. Putas confesiones de las cuatro estaciones…Cuando viajamos, tenemos por costumbre trabajar el mismo día en que aterrizamos en una ciudad, de modo que el día que llegué aquí, celebrando y acompañando a Buenos Aires, escribí esa canción (“No tan Buenos Aires"). Hablo de la realidad y de las víctimas, de gente que en lo único que va a ganar en la vida es en el fútbol, a través de su equipo. Por eso guardo una estrofa para la política de Menem y otra para el fútbol”, explicaba a Rolling Stone

"Un poco de drogas y rock and roll/ Para a seguir adelante/ Con farmacia y con aguante...", recetaba Calamaro para las rupturas

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Al gran público ya lo tenía en el bolsillo desde esa fábrica de éxitos rockero-rumbera conocida como Los Rodríguez, pero esta portada roja destapa una intérprete y compositor pletórico, dispuesto a encontrar belleza hasta de sus peores bajones. Canciones presuntamente menores como “Las heridas”, “Son las nueve” y “No tan Buenos Aires” sirven como mapa de su enfoque creativo para el disco, estamos ante un artista que se deja arrastrar por sus emociones. “Son las nueve/ Yo creí que eran las tres/ Todavía/ No pude comer/ Dejar de temblar /No era un juego, era fuego/ Y habrá que pagar la cuenta/ Del incendio”. Otra pista: “A las heridas, dejarlas vivir/ A las amigas, tenerlas ahí/ Si las puertas siguen abiertas mucho tiempo/ Alguien podría venir”, recita Calamaro, más febril que nunca.

Corto y pego un fragmento del libro de Darío Manrique, Honestidad Brutal o la huida hacia adelante de Andrés Calamaro (2014, Lengua de trapo). Habla su manager, Olga Castreno: “¿Cómo mantenés a alguien que está componiendo las veinticuatro horas, con gente llamando, entrando y saliendo todo el día? Fue todo muy difícil. Cuando llevaba tres días sin dormir, le podía decir: ‘Venga, Andrés, ve a dormir’, pero no estaba hablando con una persona, estaba en otro mundo por completo, no tenía las necesidades de una persona normal, como comer, ducharse o dormir. El mundo al que se había trasladado era él y la música. Y llega un momento en que me preocupa su salud, porque está pesando 49 kilos y usa pantalones de mujer, por la talla”, recordaba.

Calamaro brutal

Claamro explica su relación con las drogas en una excelente entrevista con Juan Puchades, hace un par de años: “No estábamos abonados a la vida saludable ni fuimos vegetarianos, pero teníamos menos de cuarenta años y tampoco lamentamos tragedias. La salud no depende de nosotros, nunca completamente. Hace poco nos dejamos vacunar -como ganado- sin protestar casi. Peores secuelas nos dejó el vacunatorio, y el tiempo es implacable, merece ser transcurrido con atrevimiento y deseo. No nos privamos de nada, no sería justo quejarse de semejante abundancia”. Sobre las mujeres también habla claro, desminitiendo que sea un disco de depresión por la ruptura: “No estaba diciendo la verdad entonces: Honestidad brutal es un multitexto poblado de mujeres distintas, no solamente "Paloma", la mujer mundial, "Victoria y Soledad" y la rubia que viene y se va. Quizá entonces me estaba haciendo la víctima con algún fin. Y es verdad que eso no tiene importancia, es una anécdota. Los hombres provocamos estas cuestiones, si no conservamos una relación duradera es porque la arruinamos”, admite.

Honestidad brutal sigue vivo y coleando 25 años después. Un puñado de himnos estrenados en este doble suponen un subidón en cualquier de sus conciertos: la dylaniana “Te quiero igual”, la vulnerable “La parte de adelante” y esa cima creativa bautizada como “Paloma”, que sonaba para cerrar la enorme gira El Regreso (2005), arropado por la Bersuit. Aún deben retumbar las paredes del Wizink con el recuerdo. Aunque el disco no se inspira en una sola mujer, ha servido a muchos de su devotos para superar sus rupturas personales siguiendo la receta de “Negrita”: “Para mí la fiesta ya se terminó/ Nada de sexo frío, nada de amor/ Un poco de drogas y rock and roll/ Para a seguir adelante/ Con farmacia y con aguante/ Porque me falta lo más importante”, confesaba.

Otra vuelta de tuerca: el disco doble ya era insuperable, Calamaro decidió desbordarlo en la gira posterior, donde salpicaba sus nuevas y antiguas canciones con fragmentos de clásicos de la historia del rock como “Dead flowers (Rolling Stones) , “I shot the sheriff” (Bob Marley) y “Mueve tus caderas” (Burning), entre otros. También incluyó una versión de “Nobody wants you when you are down & out”, de Jimmy Cox, para lucimiento del gran teclista Ciro ‘Broken fingers’ Fogliatta. Tuve la suerte de asistir al doble concierto de La Riviera, uno con entrada roja y otro con entrada azul. Ambos fueron una fiesta de intensidad, juguetona o melodramática, de las mejores noches de rock que ha disfrutado la capital. Andrés Calamaro, en mitad de una catarsis creativa, supo encontrar el punto justo entre experiencia y empuje (todavía) juvenil.

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