Hay momentos sencillamente impresionantes para un aficionado a la música. Por ejemplo, escuchar estas palabras en directo de la boca de Joan Baez (Nueva York, 1941): “Este es el último concierto de la última gira de mi vida. Estoy triste, pero también estoy feliz”, explicó. Hablamos de una cantante que vivió en primera fila el momento de explosión de Bob Dylan, que recorrió el sur de Estados Unidos junto a Martin Luther King Jr luchando por los derechos civiles y que siempre se puso del lado de los más vulnerables. Incluso el liberal más derechista debería reconocer las contribuciones de militantes como Joan Baez. La abundancia de versiones convirtió su noche de despedida en una clase magistral de historia de la música popular del siglo XX. Siempre recordaremos esta concierto del Universal Music Fest.
Cuesta hacer recuento de momentos memorables. Primero: un arranque áspero e intenso con “Don’t Think Twice, It's Alright”, una de las piezas más destempladas de Dylan. Poco después “It Ain't Me”, otra canción de su antiguo novio, que es un jarro de agua fría a un amante que espera demasiado de nosotros. Más adelante, suena “Diamonds & Rust”, directamente inspirada en su romance, repleto de placer y sinsabores. La letra recuerda cuando él le reprocha que sus letras eran cursis, mientras ella le afea la habilidad para hablar “con vaguedad” de sus sentimientos y recuerda las llamadas sorpresa desde mitad de la América Profunda. También describe a Dylan como “fenómeno sin lavar”. La intensidad de algunas relaciones puede atravesar décadas. Estas tres canciones siguen sonando preciosas. Por desgracia, clásicos como "Deportee (Plan Wreck At Los Gatos)", dedicada esta noche a los refugiados del mundo, siguen sonando tan urgentes como hace medio siglo.
Baez pertenece a una insólita generación de estadounidenses que hicieron algo más que mirarse el ombligo, investigando en el folclore de otros países como si fuera tan importante como el propio
Segundo momento: anunciar por sorpresa la aparición de Amancio Prada para cantar juntos “Adios rios, adios fontes”, basado en un texto de Rosalía de Castro. Un encuentro fluido y emocionante, que puso en pie a parte del público del Real. Baez pertenece a una insólita generación de estadounidenses que hicieron algo más que mirarse el ombligo, investigando en el folclore de otros países como si fuera tan importante como el propio. Por eso ahora pueden cantar piezas como esta o como “Llegó con tres heridas” , adaptación de un texto de Miguel Hernández. Luego tocó el techo de emoción cuando cerró el bloque principal con “Gracias a la vida”, de Mercedes Sosa, enversión hipersensible y muy contagiosa, que también levantó al público. Y hasta cantó en español “No nos moverán”. Por cierto, impresionante siempre la banda, que incluía dos de sus hijos, mezclando delicadeza, minimalismo y eficacia.
Recuerdos de una época valiente
Más que un concierto de autora, fue uno de época, donde cayeron majestuosas versiones de clásicos como “Catch The Wind” (Donovan), “Suzanne” (Leonard Cohen), "The Boxer" (Simon & Garfunkel), "Me and Bobby Mc Gee" (Kris Kristofferson) y “The House Of The Rising Son” (The Animals), entre otras. La voz de Baez transmite, sobre todo, una impresionante sentido de dignidad, como solo puede escucharse en gigantes de la canción popular de la talla de Johnny Cash, Linton Kwesi Johnson y Víctor Jara. Cuando canta himnos de liberación negra, pongamos “No More Auction Block”, sentimos la intensidad de la lucha por la fraternidad humana. Y otro triunfo mayor: hizo la versión más intensa y bonita de “Imagine” (John Lennon) que recuerdo haber escuchado en mi vida. Siempre me pareció una canción facilona y blandita, pero ella la coge por las solapas y la pone en su sitio de manera elegante y amorosa (casi podríamos decir "a besos"). Un lujo de noche.
Su voz sigue sonando perfecta para cantar clásicos como “Joe Hill”, dedicada al mítico militante de la edad de oro del sindicalismo estadounidense. "Esto es un himno que canté ne Woodstock, pero también en la ducha y en muchos sitios más", confesó. Luego emociona con piezas recientes como "The President Sang Amazing Grace", que recuerda la masacre de Charleston y cómo el presidente Barack Obama recurrió a ese clásico gospel durante el funeral de estado en 2017, ya que no encontraba las palabras para consolar al país. ¿Qué más decir? Baez regaló un pedazo de historia y nos hizo comprender la mejor parte de los cruciales años sesenta. La pena es que, ahora mismo, no parece haber muchas artistas capaces de reemplazarla. La echaremos de menos.