El premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa hace llegar a Vozpópuli esta nota.
"Jorge Edwards se hizo muy célebre con un libro relativo a Cuba, que publicó en los años 70; el libro revelaba sus conversaciones con Fidel Castro así como las que mantuvo a su vez con un grupo opositor con el que tenía estrecha relación. El libro impresionó porque era el primero que criticaba profundamente y de una manera muy rigurosa a la dictadura cubana. En él confesaba Jorge también sus propios temores, cuando lo llevaban a pasear de una marea impremeditada y su sensación de que pudieran extraviarlo.
La obra obtuvo una enorme difusión en América Latina y contribuyó a la fama de Edwards. Lo considero un gran novelista y un escritor que volcó en sus novelas muchas experiencias personales, incluyendo su tardía confesión de que en el colegio un cura había abusado, lo que sin embargo no fue óbice para el buen concepto que guardó sobre los Jesuitas, aunque permaneciese como trauma. En definitiva, Edwards fue un escritor muy importante en los años en que la literatura latinoamericana cobraba una presencia extraordinaria pues él contribuyó mucho a establecer ese nivel que llegó a alcanzar", destaca
Censurado en Cuba
El texto al que se refiere Vargas Llosa es Persona non grata (1973), encargado por el gobierno del socialista Salvador Allende, que lo nombró responsable de negocios en la embajada chilena en la Cuba de Fidel Castro. El ensayo alcanzaría el raro mérito de ser prohibido tanto por el gobierno cubano como por el chileno, además de granjearle la enemistad de las fuerzas políticas de izquierda y creó una gran polémica entre los escritores latinoamericanos.
A su regreso de Cuba, Edwards fue enviado de nuevo como secretario de embajada a París, donde estaría a las órdenes de Pablo Neruda. Tras el golpe de estado con Augusto Pinochet a la cabeza, Edwards se vio forzado a abandonar la carrera diplomática. Se exilió en Barcelona, donde trabajaría en la editorial Seix Barral, dedicándose a la literatura y al periodismo.
Edwards volvió en 1978 a Santiago de Chile, donde fue uno de los fundadores y, posteriormente, presidente del Comité de Defensa de la Libertad de Expresión. En 1988 fue uno de los fundadores del movimiento político Independientes por el Consenso Democrático. Restablecida la democracia, el presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle lo nombró embajador ante la Unesco (1994-1996).