Muchos espectadores de la CNN no podían creer lo que veían sus ojos en la tarde del viernes. Grupos de jóvenes en bikini o en bermudas bebían en las calles de Miami como si no hubiera un mañana. Los bares estaba cerrados para controlar la crisis del coronavirus, pero ellos se habían montado la fiesta por su cuenta. No querían desperdiciar el 'Spring Break', los días de vacaciones a finales de marzo donde los universitarios lo dan todo entre alcohol, marihuana y música electrónica. Pocos hicieron caso al mensaje del alcalde de la ciudad, Francis Suárez, que les pedía volver a casa.
Súarez sabe de lo que habla: está infectado por el Covid-19 y grabó el mensaje desde su domicilio, pero es complicado desconectar de la fiesta a veinteañeros que llevan hasta tres meses ahorrando y preparando una de esas vacaciones, que se presumen memorables. "Si me da coronavirus, que me dé coronavirus. Al final del día no voy a dejar que eso me detenga de seguir la fiesta", comenta un joven en el vídeo se hizo viral en la madrugada del sábado. También ha ocurrido en Berlín, donde la policía alemana ha tenido que desarticular varias 'coronapartys', ante la incredulidad de Franziska Giffey, ministra de Familia, Séniors, Mujer y Juventud.
Bandejas de cocaína
En realidad, llueve sobre mojado. La policía madrileña informaba el pasado jueves de que un helicóptero había detectado una fiesta en un lugar de Madrid, que describían como “inhóspito, con difícil visión y con una gran cantidad de jóvenes”. Prefirieron no desvelar la localización. También tuvieron que abortar otra en un hotel de Leganés, donde requisaron más de veinte gramos de cocaína, preparada en bandejas. Al llegar al edificio encontraron un anexo, sin visibilidad al exterior, de donde salía música a un volumen considerable. También había restos de comida caliente y bebidas con los hielos sin derretir. Tras el registro, el resultado fue de tres participantes detenidos, además de al propietario del establecimiento.
La actitud resulta especialmente rechazable porque sabemos que las UCIs priorizan a los enfermos jóvenes sobre los ancianos
Todo esto era previsible, visto que el pasado 13 de marzo -el día anterior a la cuarentena- una discoteca del puerto de Alicante anunció una fiesta anticoronavirus, con mascarillas y cachimbas. Afortunadamente, la presión social y una advertencia del ayuntamiento terminaron con la celebración. En el fondo, estamos ante una actitud humana de largo recorrido. También ocurrió en 2012, año de la profecía maya del fin del mundo, que muchas discotecas españolas aprovecharon para organizar fiestas temáticas. El problema, seguramente, estás en la capacidad de algunos para distinguir la verosimilitud de una maldición mexicana y la de una crisis médica acreditada. El contraste resulta especialmente sangrante cuando se sabe que las UCIs priorizan a los pacientes jóvenes sobre los ancianos.