Cultura

Juan Antonio Bardem: el germen del cine español moderno

Se cumple el primer aniversario del nacimiento del director de 'Calle mayor' y 'Muerte de un ciclista'

Juan Antonio Bardem nació el 2 de junio de 1922 en el número 40 de la calle Valverde de Madrid, a pocos metros de la Gran Vía y cerca también del barrio de Malasaña. En aquel "lugar mágico" de "altos techos" vivían sus abuelos y algunos de sus tíos, que abandonaron el edificio cuando a finales de 1936 empezaron a "arreciar" los bombardeos de la artillería y la aviación franquista sobre Madrid, en especial cerca de aquella casa.

En ese mismo lugar, sesenta años más tarde, el cineasta descubrió una placa en la que se rendía homenaje a las actrices Guadalupe, Matilde y Mercedes Muñoz Sampedro -"casadas con los actores Manuel Soto y Rafael Bardem"-, que habían vivido en aquel inmueble del centro de la capital.

Hijo, sobrino y tío de actores, Juan Antonio Bardem creció en el mundo del espectáculo y tuvo muy claro que su vocación era el cine. Convertirse en director -y también en guionista- era el objetivo que persiguió desde joven, como alumno de la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos, tal y como recuerda en sus memorias, Y todavía sigue, publicadas en 2002, año de su fallecimiento, y que ahora recupera la editorial Cátedra, en una edición del crítico cinematográfico Carlos F. Heredero, con motivo del primer centenario de su nacimiento.

En su vida "nómada", debida a la profesión de su familia y al estallido de la Guerra Civil, Bardem vivió en casa de su tío Fernando Bardem, en Barcelona, y pasó su adolescencia también en San Sebastián y Sevilla, antes de regresar a la capital. Allí, formó parte de la primera promoción del Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC), donde coincidió con otros "aspirantes" a los que estuvo unido toda su vida, según señala en estas memorias, entre ellos, su compañero de pupitre Luis García Berlanga, cuyo encuentro define como un "coup de foudre" (flechazo, en francés).

Con Berlanga formó una "unidad de destino en lo universal" -según señala, en referencia a una cita de Primo de Rivera- y con él dirigió "al alimón" su primer largometraje: Esa pareja feliz (1951). Tras un primer pase exitoso, la Junta de Clasificación y Censura la clasifica de 2ª A, con unas posibilidades de explotación "muy mermadas". Este primer "fracaso", como se refiere a la película Bardem, fue uno de sus problemas con la censura, que le persiguió en sus mejores películas.

Su vida estuvo marcada por la tradición artística familiar y también por su compromiso político que, tal y como señala en la introducción el historiador y director de la revista Caimán Cuadernos de Cine, impregnó toda su trayectoria cinematográfica, en busca de "la democracia y las libertades" contra la dictadura franquista.

Al mismo tiempo que se matriculó para convertirse en ingeniero se afilió al clandestino Partido Comunista de España (PCE), en el que militó durante toda su vida, según cuenta en estas memorias, que se vertebran en capítulos por años no precisamente ordenados, pero sí minuciosamente dispuestos para dosificar cada detalle de su vida, desde los motivos que le llevaron a convertirse en ingeniero, los primeros encuentros con su mujer o sus primeras experiencias cinematográficas. Sus recuerdos tiernos y nostálgicos constituyen un repaso a una industria cinematográfica floreciente de la que formó parte y se entretejen aquí con sus experiencias en la política.

'Calle mayor' y la vigencia de Bardem

Entre los homenajes previstos estos días para conmemorar el nacimiento de Juan Antonio Bardem destaca el homenaje de la Filmoteca Española y RNE, que rinden homenaje al cineasta con la ficción sonora Regreso a la calle Mayor, basada en el guion inédito escrito por el cineasta y un reconocimiento a una de sus películas más destacadas, Calle Mayor (1956), que fue galardonada con el Premio de la Crítica en el Festival de Venecia.

El director de la Filmoteca, Josetxo Cerdán, ha señalado a Vozpópuli que se trata de una película "icónica" y "tremendamente importante" en el cine español. "Sin que se use la palabra feminismo en ningún momento, tiene una mirada sobre las mujeres que rompe con cualquier otra cosa que se pudiera estar haciendo en ese momento en España, en Europa o en el mundo", afirma. En su opinión, hay "pocas películas de los años 50" que se fijen en una "víctima de una pandilla de energúmenos que se creen con derecho a cualquier cosa". Sirve, por tanto, para "apelar a la gente joven" a través de una mirada "contemporánea".

Se recuerda habitualmente que era comunista, pero su compromiso no va de eso, tiene más que ver con estas facetas de su vida que a veces se cuentan menos, relacionadas con una ética del trabajo y una ética del compromiso con lo inmediato", afirma el director de la Filmoteca Española

Sobre su compromiso, Cerdán destaca que Juan Antonio Bardem era un hombre "con unos principios muy concretos y una idea de la profesión muy pegada a ras de suelo, más allá de lo que siempre se habla". "Se recuerda habitualmente que era comunista, pero su compromiso no va de eso, tiene más que ver con estas facetas de su vida que a veces se cuentan menos, relacionadas con una ética del trabajo y una ética del compromiso con lo inmediato", señala.

El director de la Filmoteca Española alaba su profesionalidad que relaciona con el hecho de haber llevado "en la sangre ese mundo de los cómicos de la legua". "Prácticamente se murió haciendo lo que sabía: intentar levantar proyectos, unos mejores y otros peores, pero fue muy profesional", destaca. Tal y como recuerda, cuando Claudio Guerín tuvo un accidente durante el rodaje de La campana del infierno (1973), él aceptó el encargo con "mucha dignidad", a pesar de saber que se trataba de una película que no le iba a reportar "ninguna alegría".

Juan Antonio Bardem llamó la atención de los productores presentes durante la gala de los premios Goya de 2002 en los que recibió el galardón honorífico para que trabajasen con él en sus proyectos. "No tengo mucho tiempo que perder", dijo el cineasta, que falleció meses más tarde con 80 años. El cineasta mantuvo hasta el final de sus días una cualidad que, según lamenta Cerdán, no está muy valorada, y que tiene que ver con un carácter trabajador y con un sentido de comunidad, más allá de la "excepcionalidad" o de la "capacidad de tener un discurso muy claro".

Trabajar, sacar adelante el proyecto y evitar que la película se quedara a medias, con productores y técnicos que lo podían pasar "muy mal", pesó más que cualquier tentación de brillar. "Una profesionalidad sin estrellato", como señala Cerdán, que con el tiempo produjo un destello mayor.

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