Un 28 de marzo de 1941, a sus 59 años, Virginia Woolf se llenó los bolsillos con piedras y se arrojó al río Ouse, muy cerca de su casa. Murió ahogada. Tuvo que pasar un mes para recuperar su cuerpo. Al año siguiente, en la misma fecha, 28 marzo, el poeta español Miguel Hernández murió a causa de la severa tuberculosis que había contraído en prisión. Este lunes coinciden episodios esenciales. Nacía un Nobel –Vargas Llosa- pero dos magníficos autores se apagaban. Una por voluntad propia, el otro a manos del gobierno fascista que dirigió España tras la Guerra Civil.
Episodios que no debieron ocurrir, no así
Este 2015 se cumplen 75 años de la muerte de Virginia Woolf, un episodio que no debió de ocurrir, al menos no así. Si el mal del siglo XIX, la melancolía, se impuso en escritores, artistas y poetas como manto con el que se mal diagnosticaba la bipolaridad, el siguiente, el XX, echó mano del botiquín. La felicidad en botes. Pero no a todos les llegó a tiempo. Un repaso a la farmacopea literaria bastaría para conseguir funestas coincidencias en las recetas médicas de algunos escritores -Plath y Foster Wallace, por ejemplo- pero también en el tipo de enfermedad que padecían. Ya lo dice Rafael Narbona en su ensayo Retrato de un escritor bipolar: durante siglos, el trastorno bipolar no tuvo nombre. Era la enfermedad silenciosa, el mal secreto que se disfrazaba de depresión, paranoia o locura y que era mejor ocultar. Fue justamente ese trastorno el que padecía Virginia Woolf.
Virginia Woolf se llenó los bolsillos con piedras y se arrojó al río Ouse, muy cerca de su casa
Alrededor de ella se gestó uno de los movimientos clave en la literatura anglosajona. En 1909 en el salón de la casa de las hermanas Stephen: Vanessa y Virginia, surgió lo que hoy se conoce como Círculo de Bloomsbury, una asociación de intelectuales, artistas y escritores que compartían una ideología liberal y una visión crítica de la religión y la moral victoriana. Dee este grupo formaban parte Virginia Woolf –así fue su nombre después de casarse-, John Maynard Keynes, Bertrand Russell, Lytton Strachey, E. M. Forster, Ludwig Wittgenstein o Roger Fry.
Inteligente, sensible, comprometida, Virginia Woolf nos enseñó a todos a desear con fervor la conquista del lugar propio. No hacen falta demasiadas cosas en la vida pero sí una habitación con una ventana; una habitación que sea de uno y con una puerta a la que en caso necesario se le pueda añadir un pestillo o echar la llave, decía Virginia Woolf. Fue autora de las novelas La señora Dalloway (1925), Al faro (1927), Orlando: una biografía (1928), Las olas (1931) o Una habitación propia (1929), libro que se convertiría en un auténtico estandarte del movimiento feminista, ya que en él se relatan las dificultades de las mujeres para poder dedicarse al mundo de la escritura en un mundo dominado por los hombres.
Retrasar una muerte segura…
Aunque estaba prevista su muerte en 1940, año en que se haría efectiva la pena máxima dictada en su contra, la intercesión de varios conocidos hizo posible que Miguel Hernández (Orihuela, 1910-Alicante 1942) viviera -¿malviviera? ¿sobreviviera?- dos años más. Se le conmutó la pena de muerte por 30 años de condena, que no llegó a cumplir. La muerte llegó antes justamente un 28 de marzo de 1942, a causa de una bronquitis que evolucionó en tuberculosis. Fue en la cárcel de Alicante, justo cuatro años después de la derrota republicana en la Guerra Civil –‘Cuánto penar para morirse uno’, que dijo el oriolano en El rayo que no cesa. Pasó entonces a ocupar un nicho en el cementerio de Nuestra Señora del Remedio.
Se le conmutó la pena de muerte por 30 años de condena, que no llegó a cumplir. La muerte llegó antes justamente un 28 de marzo de 1942
Aunque el año que viene se celebran los 75 años desde su desaparición, este 2016 se conmemora el 20 aniversario de la Senda del poeta, la caminata de 70 kilómetros en tres etapas que discurre la senda internacional GR-125 y que homenajea al poeta en un recorrido desde su lugar de nacimiento, Orihuela, hasta su tumba, en el cementerio de Alicante, organizado por el Institut Valencià de la Joventut (IVAJ).
Poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo XX, tiende a emparentársele con generación del 36, aunque mantuvo una mayor proximidad con la generación anterior . Comprometido con la causa republicana –compromiso que quedó plasmado en Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939-), en la primavera de 1939, ante la desbandada general del frente republicano, Miguel Hernández intentó cruzar la frontera portuguesa y fue devuelto a las autoridades españolas. Así comienza su larga peregrinación por cárceles: Sevilla, Madrid.