Ya nadie se acuerda del puñetazo literario más importante del siglo (pasado). Hace 37 años, el 12 de febrero de 1976, los entonces grandes amigos Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez se encontraron a la entrada de un cine en Ciudad de México. El episodio fue corto y fulminante. El autor de La ciudad y los perros se acercó al colombiano, quien apenas tuvo tiempo de reaccionar, y le asestó una trompada directa al rostro.
Las causas de aquella pelea se mantuvieron siempre ocultas. Se trató de un pacto tácito que ambos han respetado durante más de tres décadas. Sin embargo, en medio de numerosas especulaciones, el periodista hispano-peruano Francisco "Paco" Igartua, ha sido el único que ha ventilado el tema.
Según Igartua, Vargas Llosa se enfureció al ver al colombiano. Sin mediar palabra se aproximó y le asestó un puñetazo que sorprendió a su entonces amigo con los brazos abiertos. En su libro de memorias Siempre un extraño, el periodista sugirió que se trataba de un asunto de celos. ¿Celos? ¿Por qué? Los supuestos consejos sentimentales que el Gabo dio a Patricia, la esposa del peruano, durante una época de crisis matrimonial, pudieron ser la causa.
Esta hipótesis es apoyada por el biógrafo Gerald Martin, quien en su libro Gabriel García Márquez: una vida, aporta una nueva pista sobre el hecho. Asegura Martin que, justo antes de golpearle, Vargas Llosa le dijo a Gabo: "Esto es por lo que le dijiste a Patricia".
En algún momento llegó a pensarse que no existía ninguna evidencia del incidente, hasta que el fotógrafo Rodrigo Moya publicó en México hace cuatro años dos fotografías en las que se ve a García Márquez con los efectos del golpe recibido.
En las instantáneas, aparecidas en el diario La Jornada, puede verse el autor de Cien años de soledad con el ojo izquierdo amoratado. La imagen fue tomada el 14 de febrero de 1976, dos días después del incidente y a petición del propio García Márquez, quien "quería una constancia de aquella agresión".
Cuando Moya le preguntó al escritor qué había pasado, García Márquez respondió con evasivas. Atribuyó la agresión a diferencias insalvables entre ambos: Vargas llosa, dijo, "se sumaba a ritmo acelerado al pensamiento de derecha". Pero las cosas no tiraban por ahí. Fue Mercedes Barcha, la esposa de "Gabo", quien dio más pistas: "Es que Mario es un celoso estúpido”.
Fieles a su pacto entre caballeros, ni el Nobel agredido ni el Nobel agresor han dicho una palabra. Queda, después de tantos años, esa fotografía lavada de Moya en la que el Gabo sonríe como si recordara una trastada. Ya lo dicen, el que solo se ríe…