Con una apuesta que cede el protagonismo a la obra y a sus creadores, la trigésima edición de la Bienal de Sao Paulo abrirá sus puertas mañana con unas 3.000 piezas que buscan el diálogo y el debate sobre la función del arte.
Bajo el título La inminencia de las poéticas, 111 artistas, buena parte de ellos de América Latina, conforman el universo de la Bienal, que estará abierta al público hasta el próximo 9 de diciembre.
El equipo curatorial está encabezado por Luis Pérez-Oramas, quien es comisario de arte latinoamericano del MoMA de Nueva York. A finales de 2010 organizó en el Reina Sofía la exposición León Ferrari y Mira Shendel: El alfabeto enfurecido, una penetrante revisión de dos enormes figuras del arte del subcontinente americano del siglo pasado, él argentino y ella brasileña, que encontraba un poderoso leitmotiv en las complejas vicisitudes del lenguaje.
Pérez Oramas, además, es poeta, por lo que entiende muy bien las texturas de las palabras , especialmente la de inminencia, el concepto propuesto para trabajar este año durante la bienal, y que es entendida en el sentido de aquello que puede suceder en cualquier momento, pero también como el discurso que adopta poder comunicativo a través del arte.
La mitad de las piezas en exhibición han sido creadas para este evento cultural, que además de ocupar el pabellón Bienal proyectado por Oscar Niemeyer en el Parque de Ibirapuera, extiende sus ramas a otros enclaves de la ciudad como el Museo da Cidade, el Museo de Arte de Sao Paulo (MASP) o el Instituto Tomie Ohtake.
Con un presupuesto de 22,4 millones de reales (unos 11 millones de dólares), un 20 por ciento menos que en la edición de 2010, la Bienal de este año se centra en el arte y abandona la polémica que envolvió esa cita.
En aquella ocasión un grupo de activistas asaltó la obra "Bandera Blanca", del artista plástico Nuno Ramos, que presentaba tres grandes bloques de hormigón envueltos por unas enormes redes, en las que tres buitres vivos permanecían enjaulados.
Aunque las aves disponían de un gran espacio para volar, los activistas cortaron parcialmente una de las redes e hicieron pintadas en las que exigieron la liberación de los animales.
Poco después el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama) pidió la retirada de las aves, a pesar de que previamente había dado su autorización.
A la controversia ecologista se sumó el revuelo que despertó la colección "Enemigos", del creador brasileño Gil Vicente, una serie de pinturas en los que el artista se representaba asesinando a diferentes personalidades como el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Alejado de ese bullicio, el pasado lunes, en la presentación a la prensa, Pérez-Oramas declaró que esta es "una bienal para la resonancia de sus obras y sus artistas" y aseguró que se trata de una edición "inteligente, no bombástica".