Toma Café ( Calle de la Palma, 49). Se consideran a sí mismos una “cafetería independiente”. El local es minúsculo, pero magnífico. En 2011, año en el que abrieron sus puertas en el barrio de Malasaña, compraron una máquina de café —Marzocco GB5—, de las que se utilizan de cafeterías de altísimo nivel y con la que se consiguen bebedizos magníficos. No se han casado con ninguna marca, trabajan con varias, por lo general artesanales: Colombia Supremo, Java, Guatemala Antigua, Papúa Nueva Guinea, Etiopía Moca Sidamo, Kenia AA, Perú, Panamá Boquete, y por encargo, Jamaica Blue Mountain, Puerto Rico o Bolivia. Sus especialidades responden a dos estilos: espressos o cafés filtro.
La Pecera. Café del CBA (Calla Alcalá, 42) Es perfecto para sentarse tras una visita al Círculo de Bellas Artes o luego de comprar un libro en la librería Antonio Machado. Decorado con un estilo clásico repleto de detalles acordes (predominan los dorados), mesas y sillas antiguas, algunos sofás muy cómodos, techos altos, enormes lámparas, ventanas inmensas… Un espacio que bien recuerda a una gran pecera, y ese es precisamente el nombre por el que es conocida esta cafetería con aspecto de club. Un lugar amplio, tranquilo, relajado, donde parece que el tiempo se detiene y el bullicio de la ciudad tras sus ventanales se queda ‘sordo’… Aquí es posible desayunar, merendar, incluso tomar una comida ligera. En verano cuenta con una terraza al aire libre en la misma calle Alcalá.
Café Ruiz (Calle Ruiz, 11) Ubicado en el barrio de Malasaña, junto a la Plaza del Dos de Mayo, el Café de Ruiz conserva su interior tal y como cuando abrió sus puertas en 1977. Un espacio acogedor de animada atmósfera vintage cuyos cafés y carta de cócteles garantizan el disfrute de quienes se pasen por este clásico que acompaña sus jornadas con una cuidada selección musical que va desde el swing, el jazz y el blues, hasta el rock & roll, el fado, el son, la bossa y la música desde los 20’s hasta hoy. ¿Lo mejor? Pues sin duda la caja registradora de comienzos del siglo pasado que conservan en su mostrador.
Harina (Plaza de la Independencia, 10). Su ubicación es privilegiada: justo enfrente de la madrileña Puerta de Alcalá. Este negocio, ideado por la estilista Carmen Baudín, combina un local blanco y minimalista, con una terraza magnífica y amplia. Es una panadería y a la vez mucho más que eso. Dispone de mesas en donde se puede desayunar, comer o picar entre horas. Lo ideal, en realidad, es desayunar. La luminosidad del local invita a pasar un buen rato leyendo la prensa y degustando una buena tostada con mermelada y un humeante café. Un plan perfecto para sábado o domingo. Desde el pasado septiembre, cuenta con un segundo punto de venta en el nuevo Food Hall (Gourmet Experience) de El Corte Inglés de Castellana, en Madrid.
El jardín secreto (Calle Conde Duque, 2). Es un lugar pequeño, acogedor, magníficamente decorado y al que apetece ir siempre… ¿Por qué? Porque es muy difícil no sentirse a gusto. Sus tartas hacen las delicias entre quienes lo visitan, pero también sus zumos naturales y sus cocteles, y, por qué no, también su chocolate. El espacio puede que sea un poco estrecho, pero justamente ahí reside su encanto. El mobiliario le aporta personalidad y gusto. Su puerta azul llama a quienes pasan frente a ella. La tentación de entrar es muy grande. Además, el local está ubicado muy cerca del centro Conde Duque, a unos pasos del Palacio de Liria.
Café Comercial (Glorieta de Bilbao, 7). Quien dice café dice conversación, periódico extendido o libro abierto. Uno llama al otro. Y quien habla de café y lectura o de café y tertulia tiene que hacer referencia al Café Comercial. Creado en 1887 ha visto pasar por sus mesas a Antonio Machado, Rafael Soler , Pablo Méndez, Blas de Otero, Gabriel Celaya, Gloria Fuertes, José Hierro, José Manuel Caballero Bonald, Ángel González, Tomás Segovia. En la actualidad, Luis García Montero, Ana Rosetti, José Elgarresta, Arturo Pérez-Reverte... lo visitan también. Sus amplias cristaleras, sus suelos de mármol, los dos terrones envueltos en papel de parafina, los que se sientan en sus mesas para corregir manuscritos. Puede que sea un café caro -o algo más costoso que los cafés normales-, pero vale la pena.
Café del Jardín (Museo Romántico). Cada día es más conocido este lugar. No sólo por el museo, que es hermoso, sino porque su café es ideal para conversar o simplemente sentarse a leer. El interior es el perfecto salón de té y el jardín es sencillamente perfecto para disfrutar de un día primaveral o una tarde calurosa de verano a la sombra de sus árboles. Cuenta con una buena carta de desayunos a 2,5 € (hasta las 12:00), algunos platos salados en torno a 8 €, tartas de La Mojigata y bocadillitos a 3 € con 4 tipos de panes diferentes acompañados de múltiples tés, refrescos y claro... ¡café!
Café de las Comendadoras (Plaza de las Comendadoras, 1) Está situado en una de las más bellas plazas de Madrid, la Plaza de las Comendadoras, a la cual da nombre el convento de las Comendadoras de Santiago, una zona ideal para el paseo, situada en el centro de Madrid entre La Plaza de España y la Glorieta de Bilbao. En verano su terraza es uno de los rincones más agradables para sobrellevar las agobiantes noches de calor. De domingo a jueves el local trabaja de 16 a 1.30 horas y los viernes y sábados hasta las 2.30.
Café Molar (Calle La Ruda, 19) . En La Latina, esta tienda-bar se suma al contagio de librerías-café iniciado por La Fugitiva o Tipos Infames; eso sí, con un toque acogedor. Su oferta en libros y vinilos es todavía mejorable. Sin embargo, ofrece una atmósfera propicia para la conversación, la lectura y la tranquilidad. Un reducto de ocio y cultura que ha sido recibido con entusiasmo por los vecinos en un barrio donde abundan, sí, los bares y los restaurantes pero donde las librerías son un raro espécimen. Exposiciones de arte y pintura también tienen aquí su espacio. Wifi para poder trabajar, prensa diaria, fanzines… en definitiva, todo preparado para pasar un rato de sábado o domingo. Los desayunos se sirven desde 2,20€ y las tartas, 3,30€. El horario es de lunes a viernes 10 a 14h y de 16:30 a 22:30h. Sábado y domingo, horario continuo.
Café Manuela (Calle San Vicente Ferrer, 29). Existe desde 1979. Su decoración con espejos, maderas nobles y mesas de mármol animan a quedarse el tiempo que sea necesario… y más. Sus dueños ofrecen a quienes pasan la tarde –o la noche- aquí una batería de juegos de mesa que las personas pueden coger para pegarse una buena partida de parchís o ajedrez. Es magnífico para reunirse a conversar, aunque hay que decir que suele estar siempre lleno. ¿Sus especialidades? El Café Manuela, el clásico Café Cubano o una batido natural o zumo de frutas de temporada, además de su carta de cocteles… ¡maravillosa! Cuenta también con exposiciones de pintura o fotografía que rotan mensualmente. Todos los viernes hay tertulia de poesía y los lunes se echan las cartas a partir de las nueve de la noche.