El 30 de noviembre de 1983, Donald e Ivana Trump inauguraron el famoso edificio que lleva su nombre, la Torre Trump, una construcción de hormigón de casi 60 plantas situada en la Quinta Avenida de Manhattan y decorada con mármol rosa italiano, acero, cascadas y otras excentricidades. Sin embargo, su altura no superó la de las Torres Gemelas, como era el deseo del magnate y ahora de nuevo candidato a la presidencia de Estados Unidos. "Lo importante está en el interior", señaló su esposa aquel día en declaraciones a los medios, tal y como recoge ahora la película The Apprentice. En ella, el iraní nacionalizado danés Ali Abbasi, precisamente, se sumerge en lo más profundo y oscuro de este hombre de negocios e indaga en sus orígenes, antes de alcanzar el poder.
Este cineasta, director de otros títulos como la sobresaliente Border (2018) o la notable Holy Spider (2022), señaló durante la pasada edición del Festival de Cannes, en la que compitió esta película, que en este retrato se aleja del Trump de hoy. "Si miras su evolución es una persona diferente", dijo en rueda de prensa. Sin embargo, el proyecto no ha gustado nada a Trump, tal y como él mismo ha hecho saber en alguna ocasión, algo comprensible si se tienen en cuenta las primeras reacciones de la prensa a la película, en la que se muestra a un hombre megalómano y sin piedad.
The Apprentice arranca a finales de los años 70, cuando Donald Trump, a quien interpreta Sebastian Stan, era solo el hijo de un empresario, momento en el que el director le otorga una imagen más humana, capaz de empatizar y de dudar. Aparece cobrando puerta por puerta a los vecinos, algunos con pocos recursos y otros morosos reincidentes, y también se le ve mirando con curiosidad y algo de envidia a los miembros del club privado del que logró formar parte, donde un día conoce a alguien que le cambió la vida: el abogado Roy Cohn.
Donald Trump y Roy Cohn
Cohn (magistralmente interpretado por Jeremy Strong, uno de los hijos herederos en la archiconocida serie de HBO Succession) le abre una ventana a todas las oportunidades que le ofrece la ciudad de Nueva York, sumida en cierto deterioro, y gracias a sus contactos y a su labor de mentor, el joven Donald Trump gana confianza en su capacidad para intentar lo imposible, pese a quien pese. Así, el espectador es testigo del nacimiento de un empresario narcisista, un ambicioso y un depredador sin escrúpulos del que son víctimas, en mayor o menor medida, sus seres queridos. No muestra piedad ni con su padre enfermo, ni con su madre, ni con su hermano malogrado ni, mucho menos, con su propia esposa. Así, se muestra como alguien insensible, con ciertos complejos físicos -está obsesionado con sus michelines y su calva incipiente- que es todo lo perverso que uno puede imaginar, capaz de anteponer sus intereses empresariales a los de su familia.
De hecho, Abbasi se hace eco en esta película de las acusaciones de violación que su esposa nunca llevó a los juzgados y que, sin embargo, él da por válidas en alguna escena de este filme. Maria Bakalova, actriz conocida por su papel en Borat, película film secuela (2020), es la encargada de interpretar a Ivana Trump, una joven modelo que, a pesar de estar comprometida con otro hombre -o eso asegura- cae rendida ante las promesas y la insistencia de quien más tarde se convirtió en marido primero, y exesposo después.
"Cuando menos lo espera el espectador, la balanza del poder se inclina a favor del alumno, capaz de vampirizar y devorar a su mentor"
Sin embargo, según esta redactora de Vozpópuli, lo más interesante de The Apprentice es la relación que se establece entre Roy Cohn y Donald Trump, un vínculo entre maestro y pupilo que en esa transmisión de saberes y conocimientos experimenta un juego de equilibrios sutil. Cuando menos lo espera el espectador, la balanza del poder se inclina a favor del alumno, capaz de vampirizar y devorar a su mentor. El ascenso al poder de Trump ocurre justo en el momento en el que es capaz de pisar al hombre influyente que le ha enseñado todo y que se comporta tal y como le ha enseñado su profesor.
Todo ello, además, con una banda sonora deliciosa en la que suenan New Order, Pet Shop Boys o Suicide, por citar solo algunos artistas. El formato televisivo, que en ocasiones pretende emular al documental, es la guinda para una película que, sin ser de imprescindible visionado, ha llegado en el momento más oportuno -apenas unas semanas antes de las elecciones presidenciales estadounidenses- y puede alimentar conversaciones y sobremesas sobre un personaje político que, como poco, despierta curiosidad en todos los bandos políticos.