Alguien decide qué leemos y cómo pensamos. Es así. La fórmula de los gigantes de Internet es simple, dice Eli Pariser: cuanto más información personal seas capaz de ofrecer, más espacios publicitarios podrán vender. La rueda girará más rápido y mejor; eso sí, con la gasolina de otros. Personalizar los espacios de Internet se ha convertido en la llave maestra de los cinco gigantes de Internet: Yahoo, Google, Facebook, Youtube y Microsof Live. Esa es la hipótesis del activista en su libro El filtro burbuja. Cómo la red decide lo que leemos y lo que pensamos (Taurus), un ensayo que arroja luz sobre la forma en la que el ajuste de la navegación según los intereses y preferencias de sus usuarios genera un mecanismo de pensamiento que limita nuestra exposición a ideas, opiniones y realidades ajenas. La base de la democracia, atrofiándose en el interior de una burbuja confeccionada por alguien más.
"Vivimos en universos de información personalizada, burbujas a las que sólo acceden las noticias que coinciden con nuestros intereses y preferencias, lo que limita a los usuarios"
"Vivimos en universos de información personalizada, burbujas a las que sólo acceden las noticias que coinciden con nuestros intereses y preferencias, lo que limita a los usuarios. Sin embargo, y con respecto a cuando escribí este libro, creo que la gente está más familiarizada con ese mecanismo, hay un uso más informado y responsable de Facebook o cualquier otra red, e incluso muchos de los ingenieros que diseñan los algoritmos han reconocido su responsabilidad en la creación y confección de algoritmos", asegura Eli Pariser, quien ha visitado Madrid para participar en el ciclo Tech&Society, un ciclo de pensamiento organizado por la Fundación Telefónica, Aspen Institute España y la editorial Taurus. "No escribí este libro con la intención de asustar a nadie ni crear una distopía, sino para aportar una mirada sobre un hecho en marcha, que sigue cambiando", asegura Pariser, presidente del consejo de MOveOn, la plataforma online de activismo político y cofundador de Avaaz.
"No escribí este libro con la intención de asustar a nadie ni crear una distopía, sino para aportar una mirada sobre un hecho en marcha"
El Brexit, la elección de Trump, la crisis europea, el cuestionamiento de determinados episodios políticos… todos estos temas pasan por el mecanismo de la información y sus filtros. La complejidad de esas reacciones, asegura Pariser, reside no necesariamente en los hechos pero sí en la forma en que las redes sociales abordan y refuerzan un mismo repertorio de ideas, amplificándolas. "No creo que la victoria de Trump sea producto del mecanismo de las redes sociales, pero sí es cierto que contribuye y forma parte de un pensamiento acotado, donde las personas refuerzan sus ideas. Es más fácil confiar en tus amigos o tu círculo más cercano que en otras fuentes, y ese es el proceso que filtra y determina este mecanismo. Ninguna compañía en la historia ha tenido el poder que tiene Facebook para dirigir los intereses de las personas".
"Una de las tesis más claras del libro apunta a la reconfiguración del poder a partir de esta burbuja"
No queda títere con cabeza en este proceso, una de los más perjudicados y cuestionados han sido, según Pariser, los medios de comunicación. "En esta carrera por ser el primero en decir algo ha relativizado y al mismo tiempo replanteado el criterio de autoridad de determinados portavoces y medios. Internet ha reconfigurado por completo nuestra noción de la realidad, hasta el punto de terminar dando por cierta la que se proyecta en determinados medios", asegura Pariser. En esa dinámica, se fortalecen los actores más pesados: empresas y gobiernos. Una de las tesis más claras del libro apunta a la reconfiguración del poder a partir de esta burbuja. La dinámica de personalización traslada el poder a manos de unos pocos e importantes agentes empresariales, y esta consolidación de enormes cantidades de datos ofrece a los Gobiernos mayor poder potencial que nunca. El hecho de que los usuarios y personas sean conscientes de ese mecanismo no necesariamente interrumpe ese ciclo, pero sí genera un clima para repensar y replantear nuestra relación con las redes sociales.
La gestión de la información por parte de gobiernos como China, por ejemplo, pone de manifiesto la forma en la que la censura se ha sofisticado la censura: desde la desaparición de determinadas palabras en los motores de búsqueda, poner trabas a la información problemática y encaminar la atención en otra dirección. Esos son sólo algunos ejemplos de un proceso que se complejiza y profundiza. “Solemos pensar la censura como si se tratara de un proceso mediante el cual los Gobiernos alteran hechos y contenidos. Cuando apareció Internet, muchos esperaban que eliminara la censura por completo: el flujo de información sería demasiado veloz y potente para que lo controlaras los gobiernos. Sin embargo, lo cierto es que, en plena era de Internet, los Gobiernos todavía pueden manipular la verdad”, asegura Pariser.
Sin duda, la red decide lo que leemos y pensamos: la dinámica de la burbuja que acota y aísla en una misma tribu a las personas. Una idea aplastante del pensamiento único que Pariser aborda en una investigación en la que ofrece desde la visión de especialistas de la información hasta responsables políticos y empresariales.