Pero vivimos épocas de reuniones, y también en este caso la cosa reflotó. Tras su reunión en 2009, con una formación que incluía a los fundadores, el batería Mike Bordin, el bajista Billy Gould y el teclista Roddy Bottum, más el cantante de la etapa clásica, Mike Patton y el guitarrista de la etapa final, Jon Hudson, y la gira que les llevó hasta 2012, los rumores sobre la posibilidad de grabar un nuevo disco se dispararon hasta que en 2014 fueron confirmados.
Así que hace apenas unas semanas se puso a la venta Sol Invictus, primer disco de la banda en 18 años, y del que lo mejor que se puede decir es que mantiene las señas de identidad de un grupo que nunca fue demasiado fácil. Pero su capacidad de generar noticias continúa, como la reedición durante estas semanas de sus dos discos más referenciales, The Real Thing, de 1989, y Angel Dust, publicado originalmente tres años después, con abundante material extra, como corresponde a ediciones de lujo. Embarcados actualmente en una gira europea, les está tocando sustituir en varios escenarios a los mismísimos Foo Fighters de Dave Grohl, tras la pierna que se rompió éste hace unos días sobre el escenario, y no dudan en versionar a los Fighters, quienes siempre les han reconocido como toda una influencia. Bélgica y All my life son un buen ejemplo.
La esencia de las mezclas
Pero es que muchos de los grupos que nacieron en la explosión grunge de principios de los 90 citaban a Faith No More como una clara influencia, a pesar de que compartían carrera y escenarios. Aunque ellos habían nacido en 1982, cuando Gould y Bordin se encontraron con Bottum y decidieron abandonar al cantante Mike Morris con quien habían trabajado bajo los nombres de Sharp Young Men y Faith No Man. A pesar de que sus dos primeros discos contaban ya con la abrasiva y fundamental para su sonido guitarra de Jim Martin y las voces de Chuck Mosley, éste fue despedido en 1988 y reemplazado por Mike Patton.
No todos los grupos son capaces de resistir el cambio fundamental de personalidad que supone la sustitución de un vocalista, pero en este caso, Faith No More encontraron en Patton el alma esencial que andaban buscando, y los dos siguientes discos, los ahora reeditados The Real Thing y Angel Dust certificaron su potente chorro de voz como nuevo icono de la banda. Y esos trabajos, especialmente el segundo, volvían a navegar alejados de los sonidos más fáciles de digerir, aunque obtuvieron un éxito más que importante. Su esencialista revisión de los sonidos más duros y cercanos al metal, pasados por una apisonadora que lo mismo igualaba picos de funk, de callejero hip hop o de cuanto ritmo se consideraran capaces de mezclar con sus orígenes pesados, les dieron una identidad que aún han logrado mantener en su reaparición en los surcos de Sol Invictus. Porque más allá de calidades y gustos particulares más o menos cercanos a sus planteamientos, lo mejor que se puede decir del disco es que suena a Faith No More. Lo que tal y como están las cosas, ya es bastante.