Pilar Reyes forma parte de las 50 personas más influyentes en el mundo editorial. Por su escritorio pasan los manuscritos de Javier Marías, Mario Vargas Llosa, Arturo Pérez-Reverte, John Banville, Jorge Edwards, Fernando Vallejo, Bernardo Atxaga, Gay Talese, John Berger o Carol Joyce Oates; gestiona un catálogo en el que conviven José Saramago, Günter Grass, Julio Cortázar o William Faulkner. Es la responsable de división editorial de todos los sellos literarios del grupo Penguin Random House.
Está acostumbrada a los territorios difíciles y se nota: llegó a España directamente desde Alfaguara Colombia para dirigir el corazón de una de las editoriales fundamentales de la literatura hispanoamericana. Desembarcó justo en 2009, el año en el que comenzaba el largo desierto de una crisis económica que hizo desplomarse al mercado editorial. Una década después, la industria retomó el terreno perdido por el malestar económico y ahora se enfrenta a una de sus amenazas más inminentes: las crisis económicas consecuencia de la expansión del coronavirus.
Las citas más importantes del calendario han sido suspendidas. Se aplaza la Feria del Libro de Madrid, se cancela Sant Jordi, las librerías no pueden abrir sus puertas y los editores ven cómo la actividad económica del sector se paraliza. Sobre la alarma en la industria y el alcance que esto pueda tener en el quehacer cultural, habla Reyes en estas preguntas que contesta a Vozpópuli.
-La crisis económica de 2008 y la contracción del consumo que produjo lastró el mercado del libro, que perdió un 40%. ¿Qué primer diagnóstico asoma como responsable de unos de los grupos editoriales más importantes ante lo que la crisis sanitaria pueda generar?
-Aún es muy pronto para decirlo, es una situación tan excepcional que es difícil dibujar un escenario de futuro. Lo que sí te puedo decir es que tras estas semanas de confinamiento hay una gran pérdida de volumen de ventas, la imposibilidad de publicar novedades en un mercado cuya dinámica está soportada sobre ellas, la cancelación de todas las ferias del libro. Y, sobre todo, la preocupación por la supervivencia de las librerías. Sin ellas, sin su trabajo prescriptor, es muy difícil lanzar nuevos autores, dar a conocer el talento más reciente. Te contesto con el deseo: espero que nada estructural de nuestra industria se vea afectado tras esta crisis mundial, espero que sea solo un año difícil en ventas y nada más.
"Hay preocupación por la supervivencia de las librerías. Sin ellas, sin su trabajo prescriptor, es muy difícil lanzar nuevos autores"
-Se suspendieron las principales ferias del libro, desde Londres, pasando por Buenos Aires, Bolonia, Turín… Que la escala sea global no matiza las cosas, ¿pero ofrece oportunidades?
-Las ferias que citas son de naturaleza muy distinta: ferias profesionales, de venta de derechos como las de Londres o Bolonia y ferias abiertas al público como Buenos Aires o Bogotá. De cualquier manera, el coronavirus ha puesto en crisis la lógica cultural de nuestros días, basada en la celebración de festivales y encuentros. Ya que las circunstancias nos obligan a buscar alternativas, ha habido un rapidísima migración hacia los formatos digitales. Su capacidad de alcance es una oportunidad.
-Se ha generado una polémica reciente por la no consideración de libro producto de primera necesidad. Hay quienes afean esa reivindicación. No se pueden comparar, por ejemplo, los libros a una mascarilla. ¿Qué opina al respecto?
-Lo indispensable en nuestras vidas es lo que nos nutre, nos reconforta y nos vincula con los demás. Los libros se adecúan a las tres exigencias. Hay maneras de comprar libros hoy: libro físico a través de canales online o en formato ebook.
-Algunos sellos y autores han decidido regalar libros. ¿Es realmente este el momento de la gratuidad del libro?
-No lo creo, el trabajo intelectual debe ser remunerado y también el de quienes hacen que ese objeto llamado libro llegue a las manos de un lector.
"Parar la salida de novedades, es como hacer parar un avión en pleno vuelo"
-¿Podría explicar de qué forma la reprogramación de novedades afecta a toda la cadena de los libros, con quienes los editores trabajan tan estrechamente?
La publicación de novedades cada semana es el dinamizador número uno del mercado editorial. Tener una oferta rica y variada constantemente. El libro es el soporte cultural de nuestras sociedades; la realidad cambia todos los días y el libro va dando cuenta de ello, como fiel y certero testigo. Parar la salida de novedades, es como hacer parar un avión en pleno vuelo.
-¿Cree que prosperará la petición de ayuda que han hecho los Editores a la UE?
-Eso espero, esta crisis puede herir a nuestro sector, al verse afectado brutalmente en su liquidez.
-En muchos ámbitos de la vida podemos pensarlo, pero… en el editorial, ¿el 2020 acabará siendo el año que nunca existió?
-Va a ser un año difícil, sin duda, pero no creo que sea un año perdido. Vamos a seguir publicando los mejores libros, vamos a seguir conectando autores y lectores de maneras diversas. A mí me ha emocionado estos días ver la enorme respuesta por parte de los lectores a todas las iniciativas de comunicación que hemos puesto en marcha: clubes de lectura, encuentros digitales con autores, horas del cuento, cursos online, lecturas de poemas… La gente quiere leer y encuentra en el libro herramientas para entender y vivir mejor este momento difícil. He ahí la maravilla del libro.
-¿Qué siente, como lectora, ante la cancelación de Sant Jordi?
-Las fiestas del libro son contacto social (eso que hoy nos está vedado), celebración compartida de dos soledades: la de la escritura y la de la lectura. Por tanto pienso que en un año sin Sant Jordi y sin ferias, nos sentiremos un poco más solos. Pero se están reprogramando, así que espero que cuando nos podamos volver a encontrar lo hagamos para celebrar la vida y los libros, esos amigos fieles.