Cultura

El libro que Irene Montero no quiere que leas

Andrew Doyle satiriza el activismo ‘progre’

Es vegana, antiespecista y ecosexual. Tiene más de medio millón de seguidores en Twitter. Procede de una familia de clase alta británica, cuyos valores detesta profundamente, sin renunciar a ninguno de los privilegios. Se llama Titana McGrath, un ‘alter ego’ del cómico Andrew Doyle, que satiriza los sermones ‘progres’ de nuestra época. El nombre del personaje viene de las reina de las hadas en Sueño de una noche de verano, la obra de Shakespeare, dando a entender que muchos jóvenes izquierdistas de las redes sociales no viven con los pies en la realidad. ¿Conocen a alguien que encaje en esta descripción? Doyle usa disfunciones muy reales para firmar una tronchante sátira, ya disponible en librerías bajo el título de Woke (Alianza). Un panfleto humorístico que bate el récord de carcajadas por párrafo de 2020.

¿Qué significa esta palabra inglesa que no tiene traducción a nuestro idioma? Alude a personas que se consideran conscientes de las injusticias estructurales de nuestro sistema. “En realidad, ser woke es mucho más fácil de lo que piensa la gente. Todo el mundo puede ser activista. Solo hay que añadir una bandera del arcoiris a tu perfil de Facebook, o increpar a una persona mayor que no entiende lo que significa ‘no binario’, y ya está mejorando el mundo. De hecho, las redes sociales han posibilitado que demostremos lo íntegros que somos son tener que hacer nada en absoluto”, explica en el primer capítulo. Atrás quedan los tiempos donde la lucha política consistía en “penurias, sacrificio y acción militante”, según la fórmula de Nelson Mandela.

"No entro en la categoría 'blanca' porque siempre he sentido una profunda conexión con gentes de color. Puede que sea porque cuando era niña casi todo el servicio doméstico era filipinos”, escribe Titania

Otro punto fuerte del texto son sus reflexiones sobre el clasismo de izquierda. Titania, por supuesto, odia a la raza blanca, por mucho que biológicamente pertenezca a ella. “Yo no entro en esa categoría porque siempre he sentido una profunda conexión con gentes de color. Puede que sea porque cuando era niña casi todo el servicio doméstico era filipinos”, recuerda. La fiscalización vía Twitter de los contenidos culturales, para asegurarse de que estos sean políticamente correctos, es tomada como una obligación política. “La clase obrera está siempre al borde del fascismo. Si no les enseñamos a pensar y a sentir a través de la cultura popular, nos arriesgamos a que estas maleables criaturas caigan en el abismo”, advierte.

Todos sois nazis

¿Piensa usted que los activistas de Twitter no sirven para nada? La realidad es tozuda y los hechos, innegables. “Por dar un ejemplo concreto de nuestros logros: hemos conseguido ampliar la definición de la palabra ‘nazi’ para que incluya a cualquiera que haya votado a favor del Brexit , o que se haya planteado alguna vez votar a algún partido conservador, o que se niegue a tomar en serio al diario The Guardian (equivalente británico de El País). Aunque esto ha sido una importante victoria para la causa progresista, también implica que hay más nazis en Inglaterra que los que había en Alemania en los años treinta”, subraya.

Andrew Doyle, autor del texto

Impagable es el capítulo sobre el Brexit, con párrafos tan afilados como este: “La gente es demasiado sentimental con las personas de avanzada edad. Yo ya no me digno a ayudarles a cruzar la calle. Eligieron Brexit, así que por mi parte que se apañen solas con el tráfico. Recuerda además que son quienes lucharon en la Segunda Guerra Mundial. ¿Acaso disparar a los alemanes no es xenofobia?” Doyle se burla varias veces del mal perder de los partidarios del ‘Remain’. “Espero que, para cuando se ponga a la venta este libro, se haya celebrado el segundo referéndum. Al fin y al cabo, solo votaron a favor de abandonar la Unión Europea 1.261.501 personas más que por permanecer. Ningún matemático que se precie puede considerar eso una mayoría”. Puede parecer una exageración, pero hay activistas de la talla de Alexandria Ocasio Cortez que no consideran que los hechos sean sagrados. “Creo que hay muchas personas que están más preocupadas por ser precisas y estar en lo cierto factual y semánticamente que en ser moralmente correctas”, dijo en una ocasión.

Titania es una ametralladora de hipérboles. A través de la exageración, ridiculiza la lógica de los activistas ‘chic’. Por ejemplo, el asco de muchas feministas hacia la maternidad: “Por supuesto, cada una es muy libre de sacrificar cualquier perspectiva de tener una carrera para reproducirse. No obstante, al hacerlo, está personificando toda la podredumbre de la sociedad patriarcal. Han internalizado la misoginia hasta tal punto que realmente piensan que criar a un niño es más satisfactorio que ganar dinero”. El feminismo radical sirve al cómico para denunciar un discurso donde siempre se tiene razón, ya que si un hombre rebate tus argumentos es un machista y si lo hace una mujer, se la acusa de sumisión inconsciente al patriarcado. Titania nunca pierde.

Hay decenas de reflexiones divertidas en esta páginas. Terminamos con esta sobre la última moda ‘progre’. “Debemos ser proactivos. Si no eres miembro del grupo ‘antifa’ local, inscríbete ahora. Por si no lo sabes, ‘antifa’ es una abreviatura de antifascista, lo cual quiere decir que tienen permitido pegar puñetazos en nombre de la tolerancia. Como señaló el comentarista Frank Guan, ‘la idea de que las divisiones sociales se pueden arreglar con un debate honesto está irremediablemente anticuada’. Es mucho mejor golpear a alguien en la cabeza con el candado de una bicicleta. El colectivo ‘antifa’ está a la vanguardia de esta lucha. En años venideros, los libros de historia explicarán que logramos alcanzar nuestra utopía socialista gracias a unos hípsters de clase media disfrazados de miembros del IRA rociando con spray de pimienta a los votantes de Trump”, celebra. Imposible leer Woke sin morir de risa.

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