Resulta entrañable, y un poco triste, ver como en ciertos textos contra la música urbana actual suenan ecos de los menosprecios que recibió Elvis Presley desde sectores sociales reaccionarios. Por ejemplo, esto tan comentado del veterano periodista Fernando Neira sobre Quevedo, autor de la canción de este verano, “Quédate”: “No hay un solo nanogramo de personalidad, de lenguaje propio, en la música. Y no digamos ya en la voz, ultraprocesada y cacofónica, que es la de Quevedo pero podría ser la tuya, literalmente. La letra, si se puede considerar tal (y si se entiende, que no es sencillo), es un bochorno sonrojante, la súplica de un machirulo que intenta dárselas de tío con sentimientos. Definitivamente, nos estamos dejando manejar por la dictadura del algoritmo y por los espejismos de la viralidad y sus progresiones geométricas”, escribe. Manejando un tono acorde con la crítica, y haciendo honor a su homónimo del Siglo de Oro, Quevedo contestó enseñando elculo en Internet.
Lo mejor que puede alegar Neira en su defensa es que grandes artistas como Frank Sinatra cayeron en su mismo error. El festival Azkena Rock de Vitoria puso en circulación unos vasos con la siguiente frase de La Voz: “La música rock la hacen deficientes que cantan letras maliciosas, lascivas. Es la forma de expresión más brutal, desesperada y viciosa que he tenido la desgracia de escuchar. Yo a esa mierda de música llamada rock and roll no le doy ni cinco años de vida”, sentenciaba Sinatra.
Neira tampoco se priva de hacer profecías, algo que un periodista cultural debería evitar por prudencia: “Nadie recordará esta cosa de aquí a un año, igual que ha nadie le da por escuchar a estas alturas 'Despacito'. Con una salvedad, en comparación con esto, la canción de Luis Fonsi es una sinfonía de Mahler”, proclama. El razonamiento suena legítimo pero es tremendamente tramposo: hoy nadie escucha "Despacito" porque es una de esas canciones que saturó nuestros oídos y necesitamos descansar. En realidad hay consenso en que “Despacito” es un clásico del pop (Giorgio Moroder la pinchó y elogiço públicamente) y no la escuchamos por lo mismos motivos por los que dos años después de su arrase nadie escuchaba “With or witout you” (U2), “Losing muy religión” (R.E.M) y “Viva la vida” (Coldplay).
Quevedo, en la estela de Magán
No conozco personalmente a Fernando Neira, pero recuerdo con máxima nitidez como en el verano de 2004 la mayoría de periodistas musicales españoles con los que hablaba me decían que el reguetón era una moda y que no duraría más de dos años, incapaces de distinguir la potencia artística de Daddy Yankee de la gracieta anecdótica de King África. Por supuesto, se equivocaban y el género urbano no ha dejado de crecer, hasta el punto de que dieciocho años después sigue en todo los alto de las listas de medio planeta y ha arrasado con la mediocridad anglófila que defendían los "enterados" en sus reseñas y reportajes. Este mezcla de ignorancia y tozudez es en gran parte responsable de que los jóvenes de hoy vean el periodismo musical español como algo irrelevante, anticuado e incapaz de tomar el pulso al planeta pop. Tienen toda la razón en ese juicio.
Los críticos aguafiestas han perdido esta batalla pop y solo pueden aferrarse al derecho al pataleo
Pero, por encima de estas consideraciones, me gustaría terminar contestando a una pregunta: ¿qué hace tan adictiva a la canción de Quevedo? Después de darle muchas vueltas, me vino a la cabeza una respuesta, que al menos a mí me vale: la canción es pegadiza, cálida y confortable por los mismos motivos que lo son los himnos del maestro Juan Magán desde comienzos de los dosmiles. Hablamos de uno de los pocos artistas españoles a quien se le puede atribuir haber sido decisivo en la creación de un género pop con impacto mundial: el electrolatino (término que precisamente bautiza su actual gira). Además Magán apostó por los sonidos latinos cuando estos no estaban de moda, sino tremendamente estigmatizados. Triunfó con todo en contra, desde la prensa musical a los ambientes cool de Cataluña.
También se puede atribuir el acierto de ver claro antes que nadie que el reguetón y otros ritmos urbanos necesitaban encontrarse con la electrónica de estadio para sobrevivir (como demostró el éxito global "Pepas" de Farruko"). Hoy podemos decir claramente que Magán es un clásico de nuestro pop y que los críticos aguafiestas han perdido la batalla y solo les queda aferrarse al derecho al pataleo.
Dip
El "crítico" musical Lenore ataca de nuevo defendiendo al reaguetton y demás ruidos. A ver si lo entiendo, compara usted al Rock con ese sonido, a U2 con el tal Quevedo (que por cierto , la canción del verano es de Rosalía, que no se entera...), Y lo hace con referencias al tiempo, como que el reaguetton lleva 18 años, me ha parecido leer, bombardeando nuestros oídos....jajajajajajajajaja...si, 180... Vamos que ni Mozart. No siga usted esforzándose, al que le gusta, le gusta, y al que no, pues no, por más que usted se empeñe en meter esa miexda con calzador. Pasará de moda, y lo hará como todos los estilos, con la diferencia de que este ha podrido la mente a una generación entera con sus letras de enfermo, machista y retrógrado "estilo" musical. Ande, váyase a "perrear" ,culturalmente, eso sí....